Las emociones son como un péndulo
Las emociones son como un péndulo, mientras algunos días nos sentimos en la cumbre de la felicidad otros experimentamos la mayor de las tristezas. Lo relevante radica en que la fuerza de nuestras emociones positivas encontrará su contraparte en una, igualmente elevada, intensidad de sentimientos negativos. Podría parecer que en el primer caso es lo adecuado dejarse llevar por la alegría desmedida, pero la realidad no es tal.
Experimentar nuestras emociones (sean de la valencia que sean) con una excesiva implicación nos conducirá al sufrimiento. Estas han de ser las velas de nuestro barco, que nos ayudan a navegar por la vida, pero nunca debemos darles el papel de timón. Cuando tus emociones toman el control sobre ti, el caos está casi asegurado.
La intensidad emocional
De manera natural algunas personas tienen una mayor tendencia que otras a la intensidad emocional. Estos individuos sienten todas y cada una de sus emociones con una magnitud superior a la media. Se ilusionan, se desbordan de alegría y también se hunden en la desesperación y se paralizan ante el miedo. Todo su mundo está guiado por las emociones y estas les afectan de una manera profunda.
Experimentar grados emocionales tan altos termina por sumir a estas personas en el descontrol. Cualquier pequeño evento de su vida es suficiente para desestabilizarlos y con frecuencia pueden sentir que se ahogan en su propio mundo emocional. Una excesiva tristeza puede desembocar en depresión, un miedo exagerado puede constituir ansiedad, una euforia descontrolada es síntoma de manía.
Cualquier extremo es peligroso porque priva a la persona del control sobre si mismo. Solo quienes logran el equilibrio se desenvuelven en la vida con libertad, el resto son presos de sus estados internos. Si queremos gozar de un buen estado de salud psicológica hemos de balancear lo que sentimos.
El peligro de los extremos
Todos comprendemos fácilmente lo desagradable de sentir con intensidad las emociones negativas. No obstante, podemos pensar que emocionarnos, alegrarnos y disfrutar en exceso no puede ser malo. Pongámonos por un momento en la piel de quien siente con intensidad:
A esta persona de pronto le surge una oportunidad de oro: encuentra el trabajo de sus sueños y su estado financiero sube como la espuma. Es lógico y natural sentirse feliz y agradecido por haber logrado una meta, pero esta persona posiblemente irá más allá. El entusiasmo será tan grande que puede perder el foco y comenzar a gastar sin control, o descuidar el resto de áreas de su vida porque su energía está completamente centrada en este logro.
Así, su economía y sus relaciones personales se irán deteriorando y cuando el péndulo se mueva y la situación cambie, se encontrará de bruces con una realidad destrozada. La caída será tremenda porque también lo fue la subida. La persona se sentirá descender al abismo porque fue incapaz de mantener los pies en el suelo cuando todo iba bien.
Lo mismo podría ocurrir si comienza una nueva relación. Seguramente crea haber encontrado al amor de su vida y el sentido de su existencia. La felicidad será tan desbordante que le llevará a entregarse a esa relación al 100%. Cuando la misma termine, el inmenso vacío que sentirá será proporcional a la euforia inicial. Y en ese momento descubrirá que se entregó tanto, que terminó sin nada.
Las emociones son como un péndulo: busquemos el equilibrio
Por tanto, como afirmaba Aristóteles: “en el punto medio está la virtud“. Las emociones son una parte intrínseca de todos los seres humanos, hemos de permitirnos sentirlas, hemos de escucharlas, pero jamás debemos otorgarles el control. Tratemos de mantener los pies en el suelo en todo momento: si nos ocurre algo bueno no perdamos el foco, y cuando suceda algo malo no perdamos la esperanza.
Coloquémonos en la posición de espectadores externos de nuestras propias emociones, no nos identifiquemos con ellas. Las emociones son como un péndulo: a lo largo de nuestra vida experimentaremos sentimientos de todo tipo, desarrollemos la capacidad de analizarlos desde un punto superior. Lo que siento en un momento determinado no es lo que soy.
Las emociones son guías para desenvolvernos en nuestro entorno y actuar de la mejor manera posible. Tomemos su mensaje y apliquémoslo, pero sin implicarnos en exceso. Sintamos, pero sin olvidar nunca que nosotros tenemos el timón.
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