Ponerse en los zapatos del otro
Más de una vez hemos oído hablar de este término: la empatía. ¿Qué es? La empatía es la capacidad de percibir o interpretar lo que otra persona puede sentir, o quizás hasta pensar, siempre en un contexto común.
Es decir, es una forma de entender y comprender lo que el otro siente, pero desde una posición -valga la redundancia- empática, poniéndose en el lugar del otro. Una forma desarrollada de empatía implica no solo el entendimiento de lo que el otro siente, sino la respuesta a dichos sentimientos.
“Mira con los ojos de otro, escucha con los ojos de otro y siente con el corazón de otro.”
-Alfred Adler-
Quizás propuesto así, suena a que la empatía se tratara de algo metafísico o de una habilidad divina, solo para algunos elegidos. Pero la realidad es que todos en algún punto desarrollamos empatía, en mayor o menor medida. Sería bueno desarrollarla y potenciarla al máximo porque nos va a fortalecer como personas y en nuestras relaciones.
Cómo desarrollar la empatía
Entonces, ¿cómo ser más empático? La capacidad de empatizar depende directamente de la habilidad que uno tenga para identificar sus propios sentimientos. Para dominar la empatía se precisa ser consciente de uno mismo, no prejuzgar y, especialmente, contar con la capacidad de escuchar y observar a la otra persona con detenimiento.
La empatía no se trata de entender al otro para nuestro beneficio, sino de entenderlo para el suyo. La atención es casi que imprescindible para poder ser empático. Si mientras conversamos con otra persona estamos pensando en otra cosa, en nuestros propios problemas, o en qué diremos cuando la otra persona termine de hablar, nunca podremos realmente averiguar qué es lo que el otro individuo siente.
“La más básica de las necesidades humanas es entender y ser entendido. La mejor forma de entender a la gente es escucharla.”
-Ralph Nichols-
Gran parte de todo esto se trata de ser capaz de un entendimiento más allá de lo verbal, y del desprendimiento de nuestra propias circunstancias para ponernos, como se suele decir, “en los zapatos del otro”.
Hay que tener en cuenta que las personas no siempre expresamos lo que sentimos en palabras, podemos estar diciendo una cosa y sintiendo otra, o podemos no decir nada y estar sintiendo algo. Aquel que tenga empatía podrá ver a través de las palabras y los gestos y comprender un poquito más allá.
Ponerse en la piel de la otra persona
Es normal que hoy en día nos volvamos un poco egoístas sin darnos cuenta, preocupados únicamente por nuestros problemas, y pensando solo en nosotros. Pero eso conlleva a tomar la ruta contraria a la de la empatía. La empatía nos moviliza a sentir el dolor del otro, a recuperar el interés por las personas que nos rodean y a consolidar la relación que con cada una de ellas tenemos.
“No pregunto a la persona herida cómo se siente. Yo mismo me convierto en la persona herida.
-Walt Whitman-
La empatía es más fácil de poner en práctica a medida que logramos conocer un pocomás a las personas, ya que la relación frecuente nos permite descubrir los motivos de malhumor, de alegría o de tristeza de aquella persona con quien nos relacionamos, y también a comprender su forma de actuar consecuente a ese estado de ánimo.
La empatía es una gran característica y debemos valorarla como tal. Cuando alguien empatiza con nosotros hay que saber apreciarlo, y cuando alguien precisa de nosotros, hay que lograr desarrollar esta maravillosa capacidad al máximo para poder ayudar a la otra persona, lo cual siempre significa una gran satisfacción.