Ser flexibles para adaptarnos
A la orilla de un río, un roble fue derribado por una tormenta y, arrastrado por la corriente, una de sus ramas se encontró con un junco crecido en un juncal cerca de la ribera. El impacto produjo un gran desconcierto en el roble que no pudo evitar preguntarle al junco cómo había logrado mantenerse sano y salvo, en medio de una tempestad que, por su furia, incluso había sido capaz de arrancar de raíz un roble. El porqué, dijo el junco, consiste en que yo logro mi seguridad mediante una habilidad opuesta a la tuya: en vez de permanecer inflexible y testarudo, me adapto ante las ráfagas del viento y no sucumbo.
La flexibilidad mental
Ser flexible mentalmente conlleva mantener una actitud abierta a opiniones, oportunidades nuevas de aprendizaje, a evolucionar y experimentar. Es estar dispuestos a pensar, sentir y actuar, con una intención de apertura, adaptándonos a las situaciones y olvidándonos de antiguos esquemas, modelos o patrones adquiridos en nuestra trayectoria de aprendizaje.
A nivel general, la flexibilidad mental está relacionada con la capacidad de adaptación y en última instancia de cambio.
Una mente abierta tiene muchas más posibilidad de ser partícipe de cambios constructivos en cualquier área de nuestras vidas. Es ser como el junco y su habilidad de ser flexible ante el viento, no cediendo ante éste sino aceptándolo. Es saber que más allá de nuestro punto de vista, existen otros muchos muy diferentes y distintos, pero que por distintos que sean no significan que sean erróneos o estén confundidos, incluso pueden llegar a ser complementarios sobre un mismo objeto. ¿Te imaginas cuántos serán posibles en relación a los comportamientos, experiencias y formas de relacionarnos? ¿Qué vemos cuando miramos?
Ser flexibles ante las opiniones o creencias, no significa resignarse, o acoger a éstas, sino tratar de entenderlas y comprenderlas, barajando las diferentes posibilidades. Conocerlas.
No te pongas límites, no seas rígido. Sigue adelante
Ser rígidos puede llevarnos a que nuestro día a día se convierta en una prueba de obstáculos.
Nuestra vida es un cúmulo de inseguridades e incertidumbres continuas, presentándonos retos día a día que ni imaginábamos. Por ello, si mantenemos una actitud rígida no adelantaremos nuestros pasos en el camino, sino que nos quedaremos atrapados en un agujero junto a estrategias, opiniones y creencias que aunque pudieron funcionarnos en su momento, puede que ahora tan solo nos entorpezcan. De ahí, la adopción de la flexibilidad mental y el abandono a intentar caminar sobre seguro.
Nos sorprenderíamos si supiéramos la cantidad de veces que haremos algo que ni siquiera imaginábamos. Nos fascinaríamos si supiéramos todo lo que esconde nuestro potencial.
La mente nos aconseja seguir viviendo como lo estábamos haciendo hasta ahora con todo su repertorio de pensamientos, sentimientos y conductas, manteniendo su rutina, porque así piensa que habrá menos posibilidades de errar o de enfrentarse a la incertidumbre. Y se olvida de ser flexible y mantener una actitud abierta y dispuesta al cambio si es necesario. Se olvida que adaptarse, no es sinónimo de ser rígido sino de ser flexible. Por ello, hay que entrenarla, con una actitud de aceptación y compromiso, sabiendo que aunque albergamos muchas creencias, siempre hay un hueco para atender a otras nuevas.
“El agua lo vence a todo porque se adapta a todo” Lao Tse