Aprender a educar el sueño
Desde que te conviertes en madre, muchas cosas ya no dependen de ti. Seguramente alguna vez programaste un súper fin de semana, pero el bebé se enfermó y todo quedó en la nada. Al convertirte en madre, dejaste de ser aquella mujer independiente que en 15 minutos armaba un bolso y salía a conquistar el mundo.
Ahora debes organizarte. Debes destinar tiempo tuyo en esperar que tu hijo se tome su tiempo. Ellos van a otra velocidad y necesitas paciencia. Por eso es muy importante que desde bebé marques rutinas y horarios claros para las actividades en la casa.
Es necesario descansar. Tú sigues con tus actividades y tu rutina laboral marcada. Además tratas de demostrar que la maternidad no influye en tu vida diaria, entonces trabajas hasta más duro que antes. Al llegar a tu casa necesitas descansar. Pero…hay veces que no se puede, porque tu hijo no quiere ir a la cama.
Por eso es necesario que desde que tu hijo sea bebé, tenga una rutina bien clara y pensada a largo plazo. Si cuando es bebé lo duermes siempre en brazos, cuando llora lo levantas y lo consientes en todo para descansar mejor, a medida que crezca vas a ir sintiendo las consecuencias. Ese niño va a querer siempre dormirse en tus brazos, tú lo acostumbraste así.
Cuando se despierte de noche, va a querer que tú estés al lado, porque eso hacías de bebé. Debes pensar muy bien las rutinas, para no caer en estas tentaciones que luego se pagan caras. Y si ya caíste, es hora de revertirlas e instalar un protocolo para dormir.
Las fases del sueño
Antes de organizar tu protocolo para hacer dormir a tu bebé, identifica cómo duerme tu hijo. La profundidad del sueño es variable. Aumenta y disminuye durante la noche, en ciclos y depende también de la edad. Los adultos pueden tener de 4 a 6 ciclos con una duración de 90 a 100 minutos cada uno. Los niños pequeños pueden tener hasta 20 ciclos por noche y pueden durar de 45 a 60 minutos. Durante esos ciclos el sueño se puede dividir en tres etapas.
La primera etapa es la del sueño no paradójico. Las segunda el sueño REM – sueño con movimientos oculares rápidos y elevada actividad cerebral. La tercera etapa es luego del REM cuando estamos un poco dormidos y un poco despiertos.
Es un sueño alerta. Esta etapa del sueño tiene una función protectora, porque nos mantiene alerta, antiguamente de posibles depredadores. Podemos entonces continuar durmiendo o despertarnos dependiendo de si percibimos un hecho perturbador o un entorno seguro.
El entorno en el que dormirá tu hijo
El niño debe dormir en el mismo lugar siempre. Debe conocer las cosas que tiene alrededor cuando despierta. Es muy importante que se despierte en el mismo lugar que se durmió, sino se despertará sobresaltado.
Tu hijo quiere estar con tu pareja y contigo. Entonces deben turnarse para estar con él un rato en su dormitorio antes que se duerma. Es muy bueno leerle un cuento – buscando siempre que tengas lindos finales y que sean adecuados para no generarle pesadillas. Pueden también cantarle una canción, o ponerle siempre la misma música.
Él debe saber que cuando todo eso empieza a suceder es la hora de dormir. Y como lo vas a hacer con mucho gusto y alegría – porque no es una penitencia ir a dormir – a él le va a gustar y va a aceptarlo con gusto. Poco a poco vas a ir notando los cambios.
Puedes darle un peluche o un muñeco que le guste, para que él se aferre a eso y no a tu mano. Porque cuando despierte va a querer estar como estaba al dormirse, y si no es así se angustiará. Entonces si tú logras que se duerma con otra cosa, él sólo se va a poder consolar al despertar y seguirá durmiendo.
Si organizas su rutina de sueño correctamente, verás que cada día mejora. Día a día va a ir durmiendo más y cada vez tú te vas a quedar menos con él. Pero si esto no sucede, estás cada vez más nerviosa y él no logra superar sus dificultades, no dudes en consultar un especialista porque es un problema muy común y que tiene segura solución.