Cómo afecta el locus de control al bienestar psicológico

¿Qué consecuencias tiene el lugar donde controlamos nuestra esperanza de control sobre lo que nos sucede? ¿Cuáles son las implicaciones reales del locus de control externo e interno? ¡En este artículo te lo contamos!
Cómo afecta el locus de control al bienestar psicológico
Laura Ruiz Mitjana

Escrito y verificado por la psicóloga Laura Ruiz Mitjana.

Última actualización: 25 octubre, 2022

¿Diriges tus pasos o lo hace el azar? La respuesta a esta pregunta tiene que ver con el locus de control, un concepto que hace referencia a los factores o causas a las que recurrimos para explicar lo que nos pasa en el día a día.

Si nuestro locus es externo, tendemos a atribuir la “culpa” (o la responsabilidad) de lo que nos sucede, a los demás o a las circunstancias. Si en cambio, es interno, significa que tendemos a creer que lo que nos pasa depende de nosotros y, que por lo tanto, está en nuestras manos cambiarlo. Pero, ¿qué consecuencias tiene tanto el locus de control interno como el externo en nuestro bienestar psicológico? Como veremos, ¡ningún extremo es bueno!

¿Qué es el locus de control?

¿A qué causas atribuyes las cosas que te suceden en tu día a día? ¿Quién o qué tiene el control en tu vida? ¿Tú, los demás, las circunstancias…? Con esto tiene que ver el locus de control, un mecanismo que hace referencia a lo que creemos que tiene el control de nuestra vida. Cuando, de forma genérica, atribuimos lo que nos pasa a nosotros mismos, significa que nuestro locus de control es interno.

En cambio, cuando lo atribuimos a la suerte, al medio, a los demás, a las circunstancias… entonces, nuestro locus de control es externo. La realidad es que, en general, nadie tiene un locus de control 100 % interno o externo, sino que lo vamos variando dependiendo de la situación. Pero sí podemos afirmar que cada persona tiende más a uno o a otro.

El concepto de locus de control fue definido en 1954 por el psicólogo Julian B. Rotter. Se trata de un mecanismo que se integra en nuestra personalidad y según un estudio llevado a cabo en 2020 por investigadores de la Universidad Victoria de Wellington, estaría correlacionado con ciertos patrones conductuales. Por ejemplo, y según el estudio, un locus de control externo se asocia a una mayor tendencia delictiva.

Hombre pensando
El locus de control externo nos convierte en agetes pasivos de lo que vivimos.

Un ejemplo para entender este fenómeno psicológico

Ante un problema en el trabajo (“hoy mis alumnos no me han atendido en clase”), una persona con locus de control interno diría que la “culpa” es suya, que no ha explicado con suficiente convicción, que no se ha preparado bien la clase… Es decir, atribuiría la causa de la situación a sí mismo (a algo interno).

En cambio, una persona con un locus de control externo diría que ese día los alumnos estaban más dormidos, que ya están a final de curso y están cansados, etc. Así, atribuiría la causa de la situación a factores externos y circunstanciales.

Para averiguar cuál es nuestro locus de control, debemos pensar en nuestra tendencia, en situaciones y ámbitos diversos (vida personal, laboral académica…), no en momentos puntuales.

Locus de control: cómo influye en nuestro bienestar psicológico

El locus de control, tanto interno como externo, impacta en nuestro bienestar psicológico, en las decisiones que tomamos, en cómo nos sentimos e incluso en nuestros pensamientos. El locus de control interno hace que seamos más conscientes de nuestras posibilidades de mejora, y lo que es más importante, hace que elaboremos y ejecutemos planes para conseguir estas mejoras.

En cambio, un marcado locus de control externo suele convertirnos en agentes pasivos o espectadores de lo que nos sucede. Nuestra esperanza tiene más que ver con la fe que con una actitud proactiva.

Así, generalizando mucho, podemos afirmar que, ante lo que sí podemos controlar, el locus de control interno nos lleva a la proactividad y el locus de control externo a la pasividad. Sin embargo, esto no siempre será así, porque habrá situaciones en las que sí debamos adoptar un locus externo para no sufrir (en situaciones que no dependen de nosotros), y en las que deberemos trabajar la aceptación.

“Hay dos opciones principales en la vida: aceptar las condiciones tal como existen, o aceptar la responsabilidad de cambiarlas”.

-Denis Waitley-

Indefensión aprendida y locus externo

Podemos vincular el tema de la pasividad y el locus de control externo con un concepto muy interesante en psicología: la indefensión aprendida. Y es que, en según qué situaciones, tener un locus de control externo nos puede llevar a la indefensión aprendida, cuando nos conduce a la pasividad. Sería pensar: “como ya no puedo hacer nada, como la situación no depende de mí, sino de las circunstancias, me abandono“.

Exceso de responsabilidad, exigencia y locus interno

Y, por otro lado, cuando somos muy autoexigentes y tendemos a pensar que “todo depende de nosotros”, que “todo está en nuestra mano”, corremos también el riesgo de responsabilizarnos demasiado de las cosas, de los demás… Y esto puede hacernos sufrir, haciendo que nos sintamos desbordados porque, evidentemente, no podemos con todo (al menos, no con todo a la vez), y mucho menos todo depende de nosotros.

¡Ni falta que hace! No lo necesitamos para ser felices. No necesitamos el control de todo, aunque a veces creamos que sí (sobre todo, las personas con un rígido locus interno). Finalmente, otra consecuencia de un alto locus de control interno (cuando es rígido y nos cuesta cambiarlo) es el hecho de autoatribuirnos todo lo que nos sucede (e incluso, lo que les sucede a los demás), lo que puede intensificar en algunas ocasiones la sensación de culpa. Culpables, por ejemplo, cuando no podemos cambiar algo que pensamos que sí depende de nosotros (cuando, en realidad, no es así).

Equilibrio y flexibilidad: las claves para tener un buen locus de control

Lo cierto es que no hay un locus de control que sea mejor que el otro, ya que, tanto si tenemos un locus de control interno como externo, podemos sufrir y también disfrutar o acertar en nuestras decisiones. Pero si somos rígidos en estos roles, es probable que suframos mucho por:

  • Las cosas que no podemos cambiar o controlar.
  • Los imprevistos.

Por ello, la clave está en intentar buscar el equilibrio y la flexibilidad, dos elementos que nos acercarán a una visión más realista de las cosas y a ser más compasivos con nosotros mismos. Es decir, se trata de intentar adaptar nuestro locus de control a la situación, y de intentar ser realistas con lo que nos pasa.

“Mantente comprometido con tus decisiones pero mantén la flexibilidad en tu enfoque”.

-Anthony Robbins-

Mujer pensando
El locus de control interno nos lleva a la proacticidad.

Un ejercicio para llegar al equilibrio en nuestro locus

Un pequeño truco para empezar a trabajar en un adecuado locus de control (aquel flexible que nos lleva a ser críticos y realistas con las situaciones): haz dos columnas en una hoja de papel; en la primera, anota las cosas que dependen de ti y que puedes cambiar y en la segunda, las que no.

Con la información de la primera columna, podrás empezar a definir las conductas que puedes llevar a cabo para cambiar lo que no te gusta. Y con la información de la segunda columna, deberás trabajar en la aceptación de aquello que no depende de ti. Enfócate en aceptarlo, aunque te moleste o te duela. Y valida también tus emociones. Con este sencillo ejercicio, estarás un poco más cerca de conocerte a ti mismo y de encontrar tu propio bienestar.

 


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  • Tyler, N., Heffernan, R. & Fortune, C. (2020). Reorienting Locus of Control in Individuals Who Have Offended Through Strengths-Based Interventions: Personal Agency and the Good Lives Model, Front. Psychol. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2020.553240

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