Cómo matamos la creatividad

Cómo matamos la creatividad
Sara Clemente

Escrito y verificado por Psicóloga y periodista Sara Clemente.

Última actualización: 06 agosto, 2023

Hablamos de la creatividad como la capacidad de generar ideas o conceptos novedosos. ¿Qué debemos hacer para continuar generando ideas frescas? Según psicólogos expertos, hay que seguir cualquier ruta, menos las que ya conocemos.

Hay actividades en las que necesitamos estar sumamente concentrados para ser capaces de repetir procesos, una y otra vez, sin equivocarnos. Sin embargo, la solución de problemas y la creación de nuevas rutas de acción requieren otro tipo de acercamiento. 

“Allí donde la creatividad surge, introduce una mirada diferente a lo existente, abriendo con ello la posibilidad de que surja lo nuevo”

Eduardo Yentzen

¿Pensar diferente? No, ¡pensar en otras cosas!

¿Se acuerdan cuando el doctor House de la serie homónima resolvía un caso complicadísimo mientras le gastaba bromas pesadas al resto de su equipo? Lo que hacía en esos momentos era distraer su atención de un problema complejo, no atenderlo de forma consciente, para dejar que su inconsciente trazara líneas no evidentes entre esa situación y otras actividades.

Uno de los mitos respecto a la creatividad es que hay que estar enfocado – día y noche – en aquello que queremos lograr. Es decir, hacer de nuestro objetivo lo que comemos y respiramos en cada jornada es lo más adecuado para acabar con nuestra actividad creativa.

Sin embargo, lo mejor sería enfocar toda nuestra atención en el estudio de ese problema durante un tiempo determinado y después dejar de pensar en él. En ese periodo de distraerse o pensar en temas diferentes, se “cocinarán” las respuestas necesarias y los enfoques novedosos.

Otra cosa que mata las ideas originales es utilizar siempre la misma estrategia para atacar un dilema.

  • Para un experimento en la universidad de Alabama se pedía a un grupo de estudiantes que dibujaran “animales extraterrestres”. Todos los dibujos realizados tenían relación con algún animal conocido. La clave estaba en pedirles “animales”. La actividad cerebral genera “atajos” para concretar actividades rutinarias, por lo que cuando se comienza a preparar una taza de café, la memoria trae a nuestro consciente todas las tazas de café que hemos preparado recientemente y el proceso se vuelve mecánico.
  • Al comenzar a dibujar, los estudiantes tenían en la memoria todos los animales que conocían porque fue lo que se les pidió realizar y utilizaron el conocimiento disponible para tratar de crear algo nuevo. Muy probablemente, si se les hubiera sugerido simplemente la palabra “criaturas”, u otro concepto, los resultados habrían sido diferentes.

No pelear contra el aburrimiento

Esta es otra herramienta imprescindible para favorecer la creatividad. Sí, leíste bien. Si uno pretende estar entretenido todo el tiempo, no le da espacio al cerebro para crear. Nuestra sociedad actual, tan saturada de información, llena de Facebook, Twitter y demás divertimentos, no nos deja imaginar nuestra forma personal de pasar el tiempo.

Un buen experimento es pasar unos momentos a solas, no ir al cine, ni prender la televisión; tampoco leer un libro. Tal vez ni tú ni yo seamos capaces de “no hacer nada” durante más de una hora, pero en ese tiempo nuestro cerebro comenzará a dejar fluir pensamientos e ideas interesantes que no habían podido aflorar debido al exceso de “diversión”, esto es, de elementos diseñados para desviar nuestra atención lejos de nosotros mismos.

La creatividad en los niños

Actualmente, una gran parte de los padres consideran que cuantas más actividades realice su hijo, más va a aprender y más preparado va a estar para la vida. Es un gran error. Sobreocupar a los niños no solamente puede generarles ansiedad, sino que mina su creatividad.

Dejar que se aburran, en ciertas ocasiones, puede ser hasta positivo, porque tratarán de acabar con ese aburrimiento inventándose algún juego o actividad. Y eso puede hacer que descubran algo que verdaderamente les divierte.

Entonces, estar aburrido no sólo no es malo, sino que es una excelente puerta hacia la invención de una forma nueva e interesante de no estarlo.


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