El legado humano de un científico. Parte I
Albert Einstein fue, sin duda, un hombre de su tiempo. Como otros grandes nombres que pueblan la historia del conocimiento humano, Einstein contemporizó con su época. Este gran científico intervino en episodios decisivos para el devenir común de la humanidad. Además, fue un acérrimo defensor de la vida en los momentos más oscuros del convulso siglo XX.
La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa. – Albert Einstein
Einstein, un hombre de porte frágil y endeble, pero de una talla intelectual inconmensurable, ostenta el privilegio de ser una de las mentes científicas más prominentes de su siglo. También, se le considera como uno de los personajes más famosos de la pasada centuria.
El legado humano de un científico
Sus logros en el campo de la física teórica son ampliamente conocidos gracias a su empeño en acercar la ciencia al común de los mortales. Consiguió popularizar su Teoría General de la Relatividad en unos tiempos en los que el analfabetismo campaba a sus anchas entre vastos sectores de la población.
Además, su preocupación por despertar la curiosidad y el interés por los misterios más cotidianos de la vida, conmovió hasta los espíritus más tercos de su época. Su vocación científica, como había acontecido desde los mismos albores del conocimiento humano, no mermó sus inclinaciones filosóficas. Una virtud que el siglo XX consiguió sacar de escena y a la cual Einstein supo mantenerse fiel hasta el final.
Einstein y lo religioso
Profundamente religioso, la fe que Einstein profesaba estaba exenta de cualquier tinte sectario. Estaba comprometido con la ciencia en tanto sirviera para mejorar la calidad de vida humana y procurar respuestas a los grandes misterios de la existencia. La fe en el judaísmo que profería no le impidió pensar y desarrollar una teoría propia. Según Albert, el nivel de madurez de los individuos y las sociedades determinan la mayor o menor profundidad de sus vivencias religiosas.
Tipos de religiosidad según Albert
Por consiguiente, Einstein diferenciaba 3 tipos de religiosidad
- Al primero de ellos lo describía como el más simple y precario. Está basado en una concepción mitológica de la divinidad. Fundamentada en prejuicios sobre el ser humano y en la creencia en entes sobrenaturales
- El segundo tipo, lo alcanzan aquellos individuos que poseían un mayor grado de madurez y de compromiso con el prójimo. Einstein lo definía en términos sociales y morales. Así, este tipo de religiosidad se fundamentaba en una necesidad íntima de apoyo y amor. De hecho, sentaba las bases de la reciprocidad social. Sin embargo, carecía aún de los elementos que caracterizan la religiosidad más auténtica y profunda
- El tercer tipo se refiere al grado más alto de misticismo al que puede aspirar el ser humano: la profundidad de sentido que el misterio, la sorpresa y la auténtica curiosidad confieren al espíritu. Un misticismo que nada tiene que ver con una concepción ascética y distante del mundo. Por contra, reside en la capacidad del hombre de sorprenderse ante los misterios que contiene la vida cotidiana, de percibir al otro como un ser distinto a uno mismo, tan igual como a la vez diferente a sus semejantes
En definitiva, en esta capacidad de sorpresa radican los principios del respeto, del apoyo, del amor hacia los demás. Es la condición más necesaria para que el progreso y la paz tengan posibilidades de fructificar. Son las condiciones supremas del ser humano.
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