¿Estás malcriando a tus hijos?
“El futuro de los niños es siempre hoy.
Mañana será tarde”
-Gabriela Mistral-
Cuando decidimos tener un hijo no pensamos realmente, en el trabajo y responsabilidad que conlleva.
Vamos a traer a una persona al mundo. Alguien que será aquello que nosotros eduquemos y criemos. Este es el verdadero trabajo, el que más esfuerzo requiere, pero el que más dichoso nos hace sentir.
¿Qué estamos haciendo mal? es una pregunta que nos debemos hacer siempre.
Rectificar es necesario en estos casos. No estamos hablando de algo pasajero. La educación que recibirán nuestros hijos, definirá lo que serán el día de mañana.
El refuerzo positivo y negativo
Seguramente, sea algo que bien recuerdas de tu infancia y que, sin querer, lo estás reproduciendo de la misma manera con tus hijos.
Cuando tan solo le prestas atención a tus hijos cuando hace las cosas mal, por ejemplo, cuando lloran, hablan mal, no son responsables… estás dejando de lado las acciones positivas que sí hace.
No reforzar lo positivo, provoca que cuando nuestro hijo haga algo bien no se sienta útil, satisfecho.
Él tiene que sentir que su buen comportamiento también tiene un premio. Pero, no estamos hablando de un premio material. Una sola palabra positiva de los padres, provocará que el niño se sienta feliz al ver el orgullo de sus padres.
Aunque no lo parezca, inconscientemente, podemos estar reforzando las acciones negativas. Ya no solo ignoramos las positivas, sino que incidimos en aquellas que tanto recriminamos.
Si solo le prestas atención a tu hijo cuando llama tu atención llorando, con una rabieta o dejándote en evidencia, le estarás enviando un mensaje equivocado. Él sabrá, perfectamente, qué hacer para llamar tu atención. La cuestión es ¿qué ocurre si un día no lo consigue?
Normas y límites
Las normas son necesarias, pues enseñan a nuestros hijos a cumplirlas, tal y como sucederá el día de mañana en la escuela o en un trabajo.
Hay padres que no están de acuerdo en esto de establecer normas, aunque son muy pocos. Lo que sí es más generalizado, es la tendencia a ser incoherentes en cuanto a ellas.
Las normas no solo son válidas para los niños. Si tú no las cumples, tus hijos no entenderán por qué deben respetar eso que tú estás incumpliendo.
¿Porque yo soy mayor? ¿Porque yo lo digo? No le estás enseñando debidamente a tu hijo con estos actos. Las normas son para todos igual, si no ellas no tendrán sentido alguno.
Bien es cierto, que los límites deben estar presentes. Los niños no nacen aprendidos y debemos enseñarles hasta dónde pueden llegar en determinadas situaciones.
Tampoco es necesario cortarles las alas, pues puedes provocar el efecto contrario. Pero, sí es cierto que deben aprender normas para evitar que sean unos maleducados o falten al respeto continuamente.
Los niños aprenden rápido, así que cuanto antes actuemos mejor. En cuestiones de educación es ahora o nunca.
Antes de lo que piensas se harán mayores y todo aquello que no les has enseñado se volverá en tu contra. Ante todo, sé firme, responsable y coherente. Tus hijos te lo agradecerán.
No son el centro del mundo
Claro que es importante prestarle atención a nuestros hijos, pero no confundamos eso con hacerles creer que son el centro de todo y de todos.
Muchas veces criticamos a aquellas personas que se creen el centro del universo, no provoques que tu hijo piense que todo gira en torno a él.
Considerarse el centro, provocará que tu hijo no sea generoso con los demás, ya no en el sentido materialista, sino en el sentido emocional.
Es necesario que sepa empatizar y que sepa que no siempre él será el centro de atención, los demás también van a ocupar ese lugar.
“No pasa nada por utilizar la palabra ‘no’ de vez en cuando”
(Emma Jenner )
No siempre debes estar ahí para sus berrinches, sus necesidades, sus temores… Tus hijos deben aprender a defenderse solos.
Que se consideren el centro de atención y te tengan a ti en todo momento para satisfacer sus necesidades provocará que no sepan lidiar con las adversidades que puedan surgir sin avisar.
Ceder ante los caprichos, no ser firme ni coherente con las normas y los límites provocará que la educación que creas le estás dando a tu hijo no dé sus frutos.
Por eso, pregúntate si lo estás haciendo bien, consulta un segundo punto de vista. No es por ti, sino por tus hijos. Ellos serán lo que tú hoy les enseñes.