Las rarezas de Sigmund Freud

Las rarezas de Sigmund Freud
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 23 abril, 2020

Sigmund Freud fue en realidad un hombre más odiado y despreciado, que admirado en su tiempo. Los demás neurólogos, psiquiatras y psicólogos lo veían como un investigador extraño que ponía en riesgo las teorías sostenidas hasta entonces. Sus descubrimientos sobre la sexualidad infantil, y particularmente el complejo de Edipo, lo pusieron en el centro del escándalo.

En la época de Freud primaba la moral victoriana. Las ciencias humanas aún estaban fuertemente impregnadas de prejuicios, mucho más que hoy. Por eso las teorías de Freud se consideraban sospechosas, cuando no absurdas.

El problema para sus contemporáneos era que este médico vienés tenía unas hipótesis fuertemente fundamentadas. Y, sobre todo, curaba en su consultorio lo que otros no podían curar. Pero no solo su pensamiento era poco usual…

Sigmund Freud estaba lleno de singularidades en su forma de ser y de comportarse. En este artículo, os señalamos algunas de las rarezas de Freud más conocidas por quienes le conocían y compartían su tiempo con él.

“Sólo la propia y personal experiencia hace al hombre sabio.”

-Freud-

Los miedos y fobias de Freud

Freud sentía un miedo inexplicable por el número 62 y todas las combinaciones posibles de estos dos números. Nunca se alojaba en una habitación de hotel con ese número o en hoteles que tuvieran más de 62 habitaciones. Si se encontraba con el número 62, lo rehuía cada vez que lo encontraba.

Además, las fobias del primer psicoanalista de la historia no paraban ahí. También sentía terror por los helechos y estaba obsesionado por los números 23 y 28.

Las costumbres de Freud

Las costumbres de Freud eran muy rígidas. Almorzaba todos los días a la 1 en punto. Le encantaba la ternera y detestaba el pollo. Una vez se levantaba de la mesa salía a dar un paseo de tres kilómetros por las mismas calles de siempre y durante el recorrido recogía setas. Parece que los cambios y la flexibilidad no eran lo suyo en muchas ocasiones.

Otra de sus costumbres y hábitos era fumar. Freud era un fumador compulsivo. Quizás, esa fue seguramente la causa por la que desarrolló un agresivo cáncer de garganta por el que fue sometido a numerosas intervenciones, colocándose una prótesis mandibular que no toleró demasiado bien, le afectó al habla y por lo que finalmente, murió.

Un dato relacionado con su muerte es que solicitó a su médico una muerte asistida cuando los dolores de su enfermedad se volvieron intolerables y le generaban un excesivo malestar. Así, su médico de confianza le inyectó morfina para morir.

Estatuas de Freud fumando una enfrente de la otra

Una rareza más del psicoanalista más famoso del mundo era que solo tenía tres trajes, tres mudas de ropa interior y tres pares de zapatos. No lo hacía por tacañería, simplemente le parecía un tema banal. Freud era un hombre poco coqueto que detestaba comprar ropa nueva por lo que su repertorio de ropa era muy limitado.

“He sido un hombre afortunado; en la vida nada me ha sido fácil.”

-Freud-

Freud analizó a su hija

En una de las obras del famoso psicoanalista denominada “Pegan a un niño”, expone cuatro casos de mujeres entre los cuales, uno de ellos se refiere a su hija Anna Freud, famosa posteriormente por sus trabajos sobre la infancia. En esta obra, podemos observar cómo Anna fue psicoanalizada por su padre.

El perro de Freud

Freud adoraba a los perros, tuvo una mascota de raza Chow Chow, a quien llamó Topsy o Jofi. El perro de Freud se convirtió en su asistente durante sus sesiones de análisis. Ejercía un efecto tranquilizante sobre los pacientes y aprendió a calcular el tiempo de la consulta. Cuando se incorporaba, Freud sabía que la sesión había terminado.

Según lo escrito por su hijo en uno de sus libros sobre su padre, a Freud le parecía que los perros tenían un sentido especial para juzgar con precisión el carácter de las personas. Además, una vez afirmó: “Prefiero la compañía de los animales a la humana, ellos son más sencillos”.

Las aficiones de Freud

Sigmund Freud aprendió el idioma español solamente para darse el placer de leer El Quijote de La Mancha en la lengua original. Era un ferviente admirador de Cervantes, además de un estudioso de las culturas y sus visiones sobre la realidad.

El famoso psicoanalista también era aficionado a jugar a las cartas y tenía una extensa colección de estatuillas antiguas. Siempre buscaba los anticuarios para adquirir alguna pieza que no tuviera. Así, una de sus aficiones principales era el coleccionismo, ya sea por gusto o como base de sus investigaciones, le gustaba recopilar objetos antigüos.

Éxitos y obras

La primera edición de “La interpretación de los sueños” fue de 600 ejemplares solamente, una cifra muy baja para lo que posteriormente se llegó a vender. La editorial tardó 13 años en venderlos.

Además, ganó un premio de Literatura en Alemania en 1930. Freud era partidario de cultivar la buena literatura y se esmeraba por escribir con belleza y creatividad, dato que podemos observar en sus diferentes obras.

“Nos moriremos todos, pero nuestras obras permanecerán.”

-Freud-

Libro abierto

Otras rarezas…

Freud rehuía de la vida social. Era poco afecto a las fiestas y a las reuniones . Sin embargo, se encontraba frecuentemente con un cercano círculo de amigos en el Café Landtmann. Allí se sentaba siempre en el mismo lugar.

Otro dato es que uno de los cráteres de la luna lleva el nombre de Freud en honor a este médico que revolucionó todas las teorías existentes sobre la mente humana.

 


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