Cuando queremos estar solos
La mayoría de nosotros conoce a la soledad desde el cristal “negativo”. El estar solos, sin embargo, trae sus beneficios. Muchos se sienten mejor sin compañía o rodeados de personas, por lo que se está empezando a investigar sobre si la soledad es saludable.
Se cree que todas las actividades cuando se hacen en grupo, en pareja o en familia son más divertidas, desde ir al cine a cenar, pasando por festejar las Navidades o tomarse un café. También hacer ejercicio, pasear por el parque o ir de compras. Pero, ¿cuál es el problema de realizarlas solos? Es que se considera que ello implica la amargura, la depresión, la tristeza y el abandono.
¿Por qué en todos los casos la soledad está asociada a los malos sentimientos? Cada vez son más los casos de personas que disfrutan realmente de los momentos en que no están con nadie e incluso dejan de lado las costumbres o tradiciones familiares y sociales para ser fieles a lo que les hace bien. ¿Crees que pasar fin de año solo en tu casa es una locura? ¿o planear unas vacaciones sin la compañía más que de nuestro equipaje es una idea absurda? Pues para cientos, es una experiencia que no se puede comparar con nada.
Analizando un poco la reacción de cada uno ante esa idea de “soledad”, debemos decir que se basa en que el ser humano fue hecho para vivir en una sociedad, rodeado de personas. De allí es que decimos y creemos fervientemente que la soledad es algo negativo sin importar por donde se la mire. ¿Qué hay de aquellos que prefieren estar solos sin sentirse deprimidos o tristes? No se trata de ermitaños o seres antisociales, sino de gente que quiere disfrutar de su espacio y contacto con su “yo” interior.
En la vereda contraria, están los que por temor a la soledad toman decisiones poco acertadas, como por ejemplo, estar en pareja con el primer candidato/a que se aparece en su camino o bien formar parte de un grupo donde no tiene nada en común pero permanece en él fingiendo ser quién no es, sólo para, justamente, no sentirse “solo”.
Es preciso, según explica la psicóloga Cecilia Rodríguez Díaz, “saber bien la definición de soledad y a su vez, contemplar este tema como una vivencia completamente personal y subjetiva”. Existe un gran abanico de posibilidades para percibir o atravesar la soledad. Es que muchas veces, uno puede estar rodeado de gente y sentirse muy solo o bien no tener a nadie al lado y creerse acompañado.
La soledad está relacionada a una carencia de vínculos cercanos, de redes, de relaciones, de lazos. Justamente, lo que vivimos en la actualidad. Es muy difícil hoy en día mantener el contacto estrecho con los demás, por más de que vivamos en una era de tecnología, mensajes de texto, redes sociales y videollamadas.
¿Es posible desear estar solo?
Antes de responder a esa pregunta, es preciso consultar acerca del tipo de soledad al que nos estamos refiriendo. Los expertos dicen que hay diferentes, todo depende de la esencia y de cómo esa persona se siente al respecto, también si es inducida u “obligada”. Cada persona sabrá por qué prefiere estar sola y qué es lo que experimenta en ese momento, así como también lo que sucede en su interior cuando se ve rodeado de otros.
Algunos patrones que se mantienen en la mayoría de los casos de los que eligen la soledad: timidez, temor, dificultad para relacionarse, miedo al rechazo, a la equivocación o a salir heridos. Entonces, evitan salir con otros, tener grupos de amigos, conversar. Esto va desencadenando la soledad. Contrariamente a ello, se encuentran los que realmente prefieren estar solos porque se sienten mejor de esa manera, consideran que son auto suficientes, que no necesitan a nadie más, que la soledad los hace menos vulnerables, etc.
Entre otro de los tipos de soledad, podemos citar los casos de aquellos que aparentar querer o gustar de ella, que no les importa si pasan semanas sin hablar o ver a sus seres queridos, que buscan aislarse del resto, que nunca se juntan por un cumpleaños, que prefiere los trabajos solitarios, etc.
Y por último, la “soledad circunstancial”, es decir, la que puede aparecer por diferentes razones, como por ejemplo el divorcio o la muerte. Esto no es algo que se busca, sino que “cae del cielo”, por lo tanto, requiere de vivir un duelo y comprender las pérdidas.
¿Cuando es saludable la soledad?
Sin dudas, lo más difícil de comprender debido a nuestra concepción como seres sociables y sociales, la necesidad de vivir en comunidad, de tener una familia, de “pertenecer”. Resulta más que complicado entender o pensar que la soledad puede ser sinónimo también de plenitud o de felicidad, o dicho de otra manera, de salud.
La soledad puede convertirse en una experiencia armoniosa y muy enriquecedora, pero sin traspasar los límites. No se trata de irse a vivir solos al medio de la montaña ni de dejar de hablar con nuestros padres de un día para el otro. Se basa en dedicar ciertos momentos del día o de la semana para estar lisa y llanamente “con nosotros mismos”.
La relación con nuestro yo interior es muy importante y sólo se logra con la soledad. ¿Para qué nos sirve? Pues, por ejemplo, para reconocer lo que nos pasa antes de que sea insoportable, para defendernos de lo que ocurre a nuestro alrededor, para escuchar lo que el cuerpo nos dice, etc.