¿Existe el instinto maternal?

¿Está el deseo de ser madre mediado por un instinto biológico y universal?. ¿Dónde queda el papel de lo cultural en todo este asunto?. En este artículo te lo contamos.
¿Existe el instinto maternal?
Elena Sanz

Escrito y verificado por la psicóloga Elena Sanz.

Última actualización: 29 enero, 2020

Es muy frecuente escuchar en conversaciones coloquiales como hombres y mujeres hablan del instinto maternal. Muchas personas aseguran que existe un impulso innato en las mujeres que les genera el deseo de tener hijos. Desde que, de pequeñas, jugamos con muñecas, nos nombran el consabido instinto. Y a medida que nos acercamos a la treintena la sociedad da por sentado que ese anhelo natural ya vive en todas nosotras.

Debido a esta concepción social compartida son muchas las jóvenes (y no tan jóvenes) que experimentan una enorme presión social para convertirse en madres. Y muchas otras viven estancadas en la frustración y la culpa porque ese supuesto instinto natural no hace aparición en sus vidas. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto?.

El instinto maternal

Un instinto se define como un impulso natural, innato e inconsciente que se transmite genéticamente y provoca una respuesta determinada. Como ejemplos nos encontramos el instinto de alimentación que nos lleva, invariablemente a buscar comida y agua cuando sentimos hambre y sed. O, el instinto del paso, por el que un bebé recién nacido colocado en posición vertical y en contacto con el suelo comenzará a mover sus piernas como queriendo caminar.

¿Podemos afirmar que el deseo de ser madre es igualmente innato, universal y codificado en nuestro ADN?. La respuesta es no. No existen pruebas que avalen la existencia de un impulso instintivo por tener hijos en todas las mujeres. Es más, son muchas las que verdaderamente no desean tener descendencia, por lo que esto no puede constituir un instinto: los instintos no son opcionales.

Las conductas maternales, que son aquellas reacciones mediadas por la hormona oxitocina y dirigidas a garantizar la supervivencia del recién nacido aparecen únicamente cuando el bebé ha llegado al mundo, no antes. Por tanto, el instinto está más relacionado con cuidar de la nueva que con un deseo innato de crearla. 

Madre sujetando a su hijo

La maternidad es cultural

Una vez establecido que no existe una tendencia universal grabada en nuestra genética que nos impulse a convertirnos en madres, cabe preguntarse de dónde surge la idea de este extendido instinto maternal. Pues bien, la respuesta la encontramos en las construcciones sociales y culturales.

El concepto de familia como centro de la sociedad y de la maternidad como culmen de la vida de una mujer, es cultural. Indefectiblemente todos nos vemos influenciados por las creencias e imposiciones colectivas. Al vivir en sociedad crecemos rodeados de una serie de ideas y conceptos respecto a lo que es normal, lo que es deseable, hacia donde debemos dirigir nuestra vida.

Desde que nacen, a las mujeres se les alienta a desarrollar sus habilidades de cuidado, de consuelo y de protección. Se refuerzan las conductas típicamente “femeninas”. A las niñas se les enseña a ser serviciales, protectoras, maternales. Poco a poco se les transmite la idea de que este es el rol que han de desempeñar y que es el cuidado de los demás, especialmente de los hijos, lo que dará sentido a su existencia.

Para comprobar esta tendencia basta observar los catálogos de juguetes que desde años atrás se han dirigido a los niños y niñas. El sector femenino está repleto de muñecas y bebés a los que cuidar, arrullar y alimentar simbólicamente. Aunque afortunadamente este fenómeno está cambiando y cada día más personas optan por una educación libre e igualitaria, los efectos han calado en generaciones anteriores. 

Madre alimentando a su hijo

Ser madre es una decisión libre

En una sociedad tan condicionada, aquellas mujeres que no desean ejercer la maternidad encuentran innumerables obstáculos. Se las califica de egoístas, inconscientes y se les asegura que se arrepentirán si deciden no tener descendencia. No obstante, es necesario romper con patrones cognitivos antiguos y heredados y ampliar nuestras miras.

Cada ser humano ha de ser libre de elegir su camino y la maternidad es únicamente una opción personal. Ninguna mujer habría de sentirse obligada a ser madre, al igual que ninguna debería ser juzgada por decidir vivir su maternidad en plenitud. Finalmente, lo verdaderamente importante es ser conscientes de nuestros deseos y aspiraciones, estar en contacto con nuestro interior y ser coherentes con nuestros anhelos.

Que la presión social no nos lleve a sentir culpa, frustración u obligatoriedad. Decidir no ser madre cuando no deseas serlo, es un acto tan legítimo como maduro. Cada persona tiene derecho a hallar su realización personal por diferentes vías. 


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  • Molina Torterolo, S. (2014). El mito del instinto maternal y su relación con el control social de las mujeres.
  • Saletti Cuesta, L. (2008). Propuestas teóricas feministas en relación al concepto de maternidad.

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