La leyenda de los dos lobos

La leyenda de los dos lobos
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Yamila Papa

Última actualización: 11 abril, 2019

Gracias a esta bonita historia, protagonizada por dos lobos, podrás comprender por qué es necesario aprender a controlar la ira. No se trata de algo sencillo, de eso no hay dudas, sin embargo, podemos aprovechar ese sentimiento y hasta conseguir con él las metas que nos propongamos.

En el momento preciso en que nos enfadamos se desata un torbellino, una tormenta de emociones en nuestro interior. No podemos pensar, lo negativo está “a flor de piel” y podemos decir o hacer cosas de las que luego nos arrepentiremos. Por ello es necesario que aprendamos a dominar esa sensación de enfado que nos contrae el rostro, que hace que la frecuencia de los latidos del corazón aumente y que la respiración se entrecorte.

“Habla sin controlar tu ira y obtendrás el mejor discurso del que arrepentirte”.

-Ambrose Bierce-

Algunos afirman que la mejor manera para controlar la ira es contar hasta 10 (o  100, 1000, 100000, según el enojo que tengamos). Otros indicarán que la mejor receta para disminuir la ira incluye respirar profundamente con los ojos cerrados. Y una tercera alternativa es beber un vaso de agua fría. Cualquier método que nos sirva para dominar la ira será bienvenido.

La ira y la leyenda de los dos lobos

Dos lobos junto a un indio

Si tienes problemas para dominar tus ataques de ira y sientes que cada vez que te enojas eres como un “demonio de Tasmania” o el más violento de los huracanes, quizás te sea de gran ayuda leer la siguiente leyenda del pueblo Cherokee (nativos de América del Norte) sobre la pelea entre dos lobos feroces.

Un hombre dijo a su nieto: “siento como si tuviera en el corazón dos lobos que se están peleando. Uno de ellos es violento, está siempre enojado y queriéndose vengar. El otro está repleto de perdón, compasión y amor”.

El niño le preguntó: “¿Cuál de los dos será el que gane la pelea y se quede en tu corazón?”.

A lo que el abuelo le respondió: “El que yo alimente”.

Entonces, si estamos en una situación que nos llena de ira, no sigamos “echando leña al fuego”, como se dice popularmente, porque el incendio puede ser imposible de apagar. En el caso de que otra persona enfrente nuestro empiece a enojarse mucho, debemos tratar de terminar la discusión, o bien esperar a que esté calmada para continuar la conversación.

Comprender la ira

Si somos nosotros los lobos violentos, tal vez no nos demos cuenta de lo que ocurre a nuestro alrededor por nuestra ceguera. Por ello es importante prestar atención a las señales de nuestro cuerpo, primero para notar que nuestra temperatura está aumentando (y con ella la ira) y segundo, para poner paños fríos a la situación.

Manos cerradas por enfado

Por más de que la leyenda nos deje una bonita enseñanza, podría decirse que se trata de una “teoría”. En la práctica es casi imposible eliminar por completo la ira de nuestro interior. Algo injusto hará que nos enfademos, una discusión con nuestra pareja también. Si un trabajo no sale como queremos, la ira puede que se apodere de nosotros, cuando alguien muy cercano sufre, el lobo violento de nuestro interior puede salir de su escondite, etc. Todo ello es comprensible, porque de lo contrario (si siempre tuviéramos serenidad y comprensión) no seríamos seres humanos.

La sociedad ha logrado que escondamos las emociones negativas y hasta que nos avergoncemos de ellas. Por ello las reprimimos, y eso nos hace verdaderamente mal. Recuerda que todo lo malo que guardamos en el corazón, nos envenena.

Entonces, en lugar de aprender a eliminar la ira, es una buena idea comprender este sentimiento y encauzarlo de manera tal que no haga daño ni lastime, ya sea a nosotros mismos o a los demás.

Canalizar la ira

¿Te gustaría conocer una versión más profunda de la leyenda de los lobos? Gracias a ella podrás comprender un poco mejor qué es la ira y cómo convivir con ella.

El cacique Cherokee dijo: “En mi corazón viven dos lobos, uno es blanco y el otro es negro. El blanco es amoroso, bueno y gentil, solo combate cuando tiene que cuidar a los demás o a él mismo. El negro es violento y ante cualquier eventualidad desata su ira y enojo, pelea sin razón, está lleno de ira y odio, solo causa problemas”.

Cuando el nieto le preguntó quién será el que gane la batalla, el abuelo le respondió: “Ambos, porque si solo me dedico a alimentar al lobo blanco, el negro se esconderá y lo atacará cuando me descuide. Y si le presto atención solo al lobo malo, será más fuerte y usará su energía negativa cuando lo crea conveniente. Por ello, ambos lobos deben convivir en armonía y equilibrio”.

“¿Cómo es posible que los dos sean vencedores?” Quiso saber el niño. El anciano indicó: “Porque el lobo negro tiene cualidades que puedo llegar a necesitar: es astuto y tiene sus sentidos agudizados, así como ojos acostumbrados a las tinieblas. Si ambos lobos tienen comida, no tendrán que luchar entre sí. De esta manera, podré elegir a cuál recurrir según la ocasión”.


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