Mis decisiones hablan de mí

Mis decisiones hablan de mí
Andrea Pérez

Escrito y verificado por la psicóloga Andrea Pérez.

Última actualización: 25 octubre, 2022

Hay muchas maneras de expresar a los demás cómo somos o qué sentimos en realidad. Podemos describirlo, explicar qué queremos o intentar esconder lo que sentimos; sin embargo, las decisiones que tomamos, aquello que hacemos y el cómo lo hacemos nos delatan y nos exponen al mundo tal y como somos.

A veces utilizamos las palabras a modo de disfraz e intentamos, en ocasiones sin demasiado resultado, que el atuendo disimule aquello que los demás no queremos que vean. Otras veces, no somos siquiera conscientes de que nuestros actos y nuestras palabras se contradicen.

Acortamos el tiempo tomando decisiones, unas triviales y otras de mayor importancia. A veces los caminos que tomamos concuerdan aquello que decimos y pensamos, mientras que en otras ocasiones el decir y el hacer viven separados por una gran distancia.

La confusión de un doble mensaje

Cuando hacemos y decimos algo que va en consonancia no hay confusión posible, el mensaje verbal lo reforzamos con un mensaje no verbal coherente. La comunicación es clara y la otra persona podrá entendernos sin mayor dificultad.

Las dudas y la confusión llegan cuando verbalmente damos un mensaje y de forma no verbal enviamos otro diferente. Es como decir que sí con la boca mientras hacemos movimientos de negación con la cabeza. Esta contradicción desconcierta a quien nos escucha y nos ve, le genera incertidumbre y sentimientos encontrados.

Un ejemplo de doble mensaje sería si tu pareja te dice en un tono hostil “haz lo que quieras, tú sabrás”. En este caso verbalmente te está diciendo que no le importa y aprueba tu decisión mientras que, de forma no verbal, transmite negación y desaprobación.

El valor de la disculpa

Cuando se da un doble mensaje, la persona que lo recibe se encuentra atrapada en un dilema. Debido a esa doble intención y su contradicción, haga lo que haga el receptor estará obrando en contra de lo que la otra persona dice o quiere.

Cuando lo verbal y lo no verbal se contradice

Cuando las palabras y los hechos se contradicen, son los actos los que tienen el poder de desvelar las verdaderas intenciones. Fijarse en lo que la otra persona hace y no en lo que dice es lo que mejor describe las motivaciones del otro. Aunque no sea esta una premisa segura, sí va a aumentar estadísticamente nuestra probabilidad de acertar.

“No te fíes de mis palabras, sino de mis hechos; con la palabra te puedo mentir, con los hechos no”

– Anónimo –

Las dos caras del conformismo

Este principio también puede aplicarse para conocernos mejor a nosotros mismos. Ante un dilema o duda respecto a qué hacer o qué es lo que realmente queremos, podemos fijarnos y analizar qué acciones hemos llevado a cabo hasta el momento presente. A los psicólogos, igual que a los médicos o a otro tipo de profesionales lo primero que se les pide para ser buenos es que observen.

Ser conscientes de nuestros actos

Al igual que para conocer las verdaderas intenciones del otro nos fijaremos en lo que hace, para poder conocer nuestras propias motivaciones nos fijaremos tanto en lo que pensamos como en lo que hacemos.

Ser conscientes de las decisiones que hemos tomado y de las acciones que hemos realizado nos acerca más al propio conocimiento personal. Conocer nuestras motivaciones reales nos ayudará a resolver dilemas y caminar en la dirección correcta en tiempos de crisis.

“La consciencia es la brújula del hombre”

-Vincent Van Gogh-

Conciencia liberadora

Además de mis palabras también soy mis decisiones

Si no reforzamos con actos el mensaje de nuestras palabras, estas quedan vacías. Decir que estás a favor de una causa, pinchar en “me gusta” en la publicación de una red social o aprobar una idea la mayoría de las veces no es suficiente.

Es necesario que el hacer y el decir vayan de la mano. Ser consecuentes con nuestras ideas y actuar en consonancia con ellas, así como no contradecirnos a la hora de expresarnos verbal y no verbalmente.

Es importante ser consciente de las decisiones que tomamos -o no tomamos- y hacernos responsables de ellas. Reflexionar sobre qué decimos y qué hacemos nos ayuda a situarnos, a cuestionar nuestro pensamiento y a actuar de forma más coherente e integrada con nuestros valores.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.