Como detectar una relacion abusiva
Los expertos explican que para poder determinar si estás o no en una relación enfermiza, es preciso que analices tus sentimientos, ya sea en contacto o no con tu pareja. Es preciso que seas lo más objetivo posible, porque de lo contrario te estás engañando a ti mismo, y al otro también.
Si en los últimos tiempos te has sentido criticado, tenso, triste, angustiado, temeroso, rechazado, ignorado, inservible, poco importante, sin control de tu vida, aislado, culpable de lo que sucede, obligado a mostrarte contento a hacer feliz al otro, que dejas de lado tus gustos e intereses para agradar o evitar una pelea, es porque tu relación no va del todo bien.
Es cierto que puede ocurrir algo de todo esto en un momento determinado de tu relación, pero el problema radica cuando es la regla y no la excepción. Si te sientes de cualquiera de estas maneras dos o tres veces por semana o desde hace meses, es necesario que empieces a analizar a fondo tu relación y lo que ella te produce. Actuar lo antes posible puede llevarte a buenos resultados. Si te quedas de brazos cruzados, esperando que la respuesta baje del cielo, todo puede terminar muy mal.
No es que se desee sembrar el terror ni que tampoco tiene que haber un desenlace trágico, pero si es bueno que dejes de negar los problemas, para evitar el dolor que puede llegar a causarte una separación. Muchas personas cometen ese error, el “acostumbramiento” a una relación enfermiza, el aferrarse a un recuerdo a una buena actitud por parte del otro. Así, nunca se solucionará la situación, de lo contrario, empeorará.
Si tu pareja frecuentemente te ridiculiza frente a tus amigos o familiares, si te critica o se burla de ti por todo lo que haces, si te insulta o te dice palabras hirientes, si te manipula con amenazas, mentiras, con su silencio o con frases sin terminar, si nunca reconoce cuáles son tus cualidades, si usa expresiones corporales o faciales para asustarte, si se opone a que veas a tus seres queridos, si no te permite que hagas lo que te gusta, si utiliza demostraciones de afecto después de algo malo, estás frente a una situación de abuso y es vital que pongas un freno, si no quieres lamentarlo en el futuro.
Está comprobado que los abusos aumentan si no se hace nada al respecto. No quiere decir que tu pareja sea una mala persona, un asesino o un ogro, pero tal vez no se da cuenta de lo que dice o lo que causa en ti. Por más de que te haga miles de promesas de que lo va a cambiar y vuelve a lo mismo “porque me pusiste nervioso”, “porque no me haces caso”, “porque he bebido de más”, ten en cuenta que podrías llegar a ser el responsable si las cosas pasan de gris a negro. Con esto no se está “disminuyendo” la culpa del abusador, pero debes evitar que llegue a ser peor.
Cortar a tiempo una relación enfermiza es de los más difícil que nos puede pasar, porque hay una relación muy estrecha con la otra persona. Y si a eso le sumamos la manipulación, todavía es peor. El abusador o violento puede llegar hasta a disfrutar de su conducta, por ello es muy difícil de que lo cambie. Siempre tratará de justificar lo que hace, ya que está convencido de que es correcto o de que la otra persona “se lo buscó”.
El abuso emocional: un flagelo de la sociedad
Hay más casos de violencia doméstica de lo que se piensa o sale en los medios de comunicación. Y no siempre se trata de abuso físico como son los golpes. El abuso emocional es el más peligroso porque penetra más profundo que un cachetazo o un golpe de puño cerrado. Tal vez conoces personas que estén pasando por esa situación y no lo sabes, porque no es tan “demostrable” como que aparezcan con un moratón en su ojo. El abuso emocional daña enormemente a una persona y en muchos casos esa herida puede ser permanente. Por ello es que se dice que es más peligrosa que el golpe físico.
Las peleas y las discusiones no siempre son sinónimo de violencia. No existen parejas que nunca discutan y si eso ocurre, hay que preocuparse, porque es imposible estar de acuerdo el 100% de las veces. En relación a la violencia emocional, va más allá de un entredicho por los gastos, las finanzas o los hijos. Se trata de algo más profundo, que llega a lo más lejano del corazón y se instala allí.
Es que la persona que recibe esa violencia cambiará su actitud, su estilo de vida, sus costumbres, todo por agradar a su pareja. En la vereda de enfrente tenemos a alguien que atemoriza, anula, insulta, humilla, etc. Detectar el abuso emocional es difícil, pero hay algunas señales claras, como por ejemplo: baja autoestima, depresión, angustia constante sin motivo aparente, aislamiento de las personas cercanas, sentimientos de vergüenza, autodesprecio, temor, inseguridad, culpa, actitud pasiva o de complacencia extrema, negación del problema, no aceptar ayuda de un profesional, mentir, recurrir a alguna adicción, etc.
Recuerda que reconocer el abuso es el primer paso para detenerlo. No dejes que pase más tiempo, busca ayuda, no aceptes culpas del otro, no te hagas responsable de los errores ajenos, no te dejes manipular y no caigas en “chantajes emocionales”.