Cómo mejorar la memoria y aumentar la capacidad intelectual
Tener una buena capacidad intelectual y mantener la agudeza mental es muy importante en todos los momentos de la vida, no solo durante la etapa de estudios o en la vida profesional. En todos los casos, una buena memoria depende de la salud y vitalidad del cerebro. Pero la materia gris envejece, igual que el resto del cuerpo.
La buena noticia es que también es posible ejercitar el cerebro para mantenerlo sano y aprovechar su potencial, incluso mejorarlo.
El cerebro humano tiene una capacidad asombrosa para adaptarse y cambiar, incluso en la vejez. Esta capacidad se conoce como neuroplasticidad. Gracias a ella, si se estimula de forma adecuada, el cerebro puede formar nuevas conexiones neuronales, alterar las conexiones existentes y adaptarse a lo cambiante.
Gracias a la neuroplasticidad del cerebro es posible aumentar la capacidad cognitiva, mejorar la capacidad de aprendizaje y mejorar la memoria.
Consejos para mejorar la capacidad intelectual
Con unos sencillos hábitos para aplicar en tu vida diaria se pueden trabajar y mejorar la capacidad intelectual y la memoria. Estos son algunos de ellos:
1. Hacer ejercicio
Cuando hacemos ejercicio físico también se ejercita el cerebro. De hecho, tratar bien a nuestro cuerpo nos ayuda a procesar y recordar la información.
El ejercicio físico aumenta la oxigenación cerebral y reduce el riesgo de sufrir trastornos que provocan pérdida de memoria, como la diabetes o las enfermedades cardiovasculares. Además, el ejercicio también aumenta los efectos químicos cerebrales útiles para proteger las neuronas.
2. No robarle al sueño
Cuando hay falta de sueño, el cerebro no puede funcionar a pleno rendimiento. Capacidades como la creatividad, las habilidades para la resolución de problemas, el pensamiento crítico y otras habilidades intelectuales se ven seriamente comprometidas.
Además, el sueño es fundamental para el aprendizaje y la memoria. Las investigaciones demuestran que el sueño es necesario para la consolidación de la memoria, que ocurre en las etapas profundas del sueño.
3. Si dormiste bien, ¡despierta mejor!
Además de dormir bien, la clave está también en la forma en la que te despiertas. Sería ideal si pudieras despertar con un aumento de luz gradual, preferiblemente luz natural que entre por tu ventana y te haga saber que ya comenzó un nuevo día.
La forma en la que penetra la luz a través de los párpados prepara a nuestro cerebro para que responda mejor ante el cortisol, la hormona del estrés. Los niveles de esta hormona al momento de despertar determinará cómo estará trabajando nuestro cerebro a lo largo del día.
Recuerda, además, que los sonidos fuertes de tu alarma pueden hacerte tener un despertar abrupto, lo que puede redundar en menor rendimiento durante tu día.
4. No robarle tiempo a la vida social y a la diversión
Diversos estudios demuestran que una vida llena de vida social y diversión tiene importantes beneficios cognitivos. De hecho, las personas somos seres altamente sociales, y no podemos prosperar de forma aislada. Es más, las relaciones sociales estimulan nuestro cerebro, es la interacción con otros el mejor tipo de ejercicio cerebral.
Las investigaciones muestran que el tener relaciones significativas y un fuerte sistema de apoyo son vitales no solo para la salud emocional, sino también para la salud del cerebro. En un estudio reciente de la Escuela de Salud Pública de Harvard, por ejemplo, los investigadores encontraron que las personas con las vidas sociales más activas tenían la tasa más lenta de deterioro de la memoria.
Divertirse también es buena para el cerebro. Si la risa es la mejor medicina para el cuerpo, también lo es para el cerebro.
A diferencia de las respuestas emocionales, que se limitan a las áreas específicas del cerebro, la risa involucra varias regiones en todo el cerebro. Además, reírse activa áreas del cerebro que son vitales para el aprendizaje y la creatividad. Como señala el psicólogo Daniel Goleman en su libro Inteligencia Emocional, “la risa … parece ayudar a que la gente piense de manera más amplia y asociarse con mayor libertad.”
5. Controlar el estrés
El estrés es uno de los peores enemigos del cerebro. Con el tiempo, si no se controla, el estrés crónico destruye las células del cerebro y daña el hipocampo, la región del cerebro involucrada en la formación de nuevos recuerdos y la recuperación de los antiguos. Las técnicas de relajación son muy útiles para ello.
Además del estrés, la depresión, la ansiedad y la preocupación crónica también son perjudiciales para el cerebro y la capacidad intelectual. De hecho, algunos de los síntomas de la depresión y la ansiedad incluyen dificultad para concentrarse, tomar decisiones y para recordar cosas.
6. Comer bien
El cerebro necesita combustible, igual que el resto del cuerpo. Pero no existe una alimentación específica para el cerebro, ya que la dieta recomendada para tener una buena salud física es la misma que para tener una buena salud intelectual.
Se recomienda una dieta basada en frutas, verduras, granos enteros, grasas “saludables” y proteínas magras. Este tipo de alimentación proporcionará una gran cantidad de beneficios para la salud y ayuda a mejorar la memoria.
Para la energía mental es conveniente elegir carbohidratos complejos. Los carbohidratos alimentan el cerebro, pero los carbohidratos simples (azúcar, pan blanco, cereales refinados) dan un impulso rápido seguido de una caída igualmente rápida. Hay pruebas que sugieren que las dietas ricas en hidratos de carbono simples pueden aumentar el riesgo de deterioro cognitivo en personas mayores.
Para tener energía saludable que dure hay que consumir carbohidratos complejos, como pan y arroz integral, avena, cereales ricos en fibra y legumbres. Por otra parte, es completamente desaconsejable abusar de las calorías, de las grasas saturadas y del alcohol para mantener una buena salud cerebral, igual que ocurre con la salud física.
7. Entrenar el cerebro
Cuando llegamos a la edad adulta, nuestro cerebro ha desarrollado millones de vías nerviosas que ayudan a procesar la información rápidamente, resolver problemas del día a día y ejecutar tareas habituales con un mínimo de esfuerzo mental. Pero si nos centramos en hacer siempre lo mismo no estamos dándole al cerebro el estímulo que necesita para seguir creciendo y desarrollándose.
La memoria y la capacidad intelectual, como la fuerza muscular, requieren ser usadas si no se quieren perder. Por lo tanto, hay que trabajarlas y proponer nuevos retos para mejorar la capacidad de procesar y recordar la información. Las mejores actividades cerebrales para hacer ejercicio mental son las que rompen la rutina y nos desafían para desarrollar nuevas vías cerebrales.