Claves para educar niños felices

Claves para educar niños felices
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Valeria Sabater

Última actualización: 06 agosto, 2023

¿Hay algún modo de poder garantizar la felicidad de nuestros hijos? En absoluto, no existe una receta mágica que nos garantice el que los niños puedan convertirse el día de mañana en personas adultas completamente felices. Pero como progenitores y educadores, podemos establecer unas bases, unas directrices que habrán de servir como punto de partida, a partir de las cuales desarrollen sus competencias sociales o su seguridad emocional.

Hemos de tener claro también otro aspecto: hasta la adolescencia, los progenitores van a ser la máxima figura de referencia en los niños. La figura de la madre, del padre, también de los abuelos en muchos casos, se convierten en esos modelos de referencia de quienes aprender y de quienes sentirse seguros mediante las indispensables relaciones de apego.

1. Comunicación

No importa que el bebé no sepa aún hablar. La educación de los niños empieza desde el mismo instante de su nacimiento. El establecer rutinas, pautas, hábitos y hablarles en todo momento a través de un tono sereno pero firme, va a hacer que el niño vaya aprendiendo de nosotros.

Responde todas sus preguntas, atiende sus preocupaciones, pregúntale qué piensa, qué siente aunque tenga solo dos o tres años. Establece una interacción continua donde siempre seas igual. Las discrepancias, las contradicciones, causan cierta frustración en el niño.

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Si debemos dar órdenes, que sean firmes y claras. Y una a una. Las órdenes irán acompañadas siempre de una buena comunicación y argumentación. Explique qué finalidad tienen, ya que debemos hacer comprender al niño en todo momento qué esperamos de ellos con congruencia, y sobre todo, sin caer en contradicciones.

2. Inteligencia emocional

Podemos enseñarles a leer, a ir en bicicleta, a cruzar los semáforos en verde y a aprenderse las capitales de cada país. Pero debemos atender también su mundo interior. Hablar de sus propias emociones le va a ofrecer unas competencias esenciales para el día de mañana, no solo para entenderse a sí mismo, sino también para entender a los demás.

Es normal que los niños tengan rabietas, enfados, ataques de ira… indagar qué hay detrás de estos comportamientos les hará entender qué sienten y cómo canalizarlo. No deseamos niños enclaustrados en sus propias habitaciones pendientes únicamente de sus ordenadores y teléfonos móviles. Deseamos que los niños se relaciones, que interaccionen con el mundo y con ellos mismos. Hay que acostumbrarles a que hablen de sus problemas, que sepan buscar ayuda y esto solo se consigue mediante la confianza en el día a día.

3. Educación democrática

Los niños van a moverse en distintos contextos y deben aprender que en todo espacio existen límites y normas establecidas. Si se las dejamos claras y les decimos qué pueden hacer y qué no, integrarán el mensaje de que las cosas no serán de la manera que quieran y cuando lo deseen siempre.

Los niños con poca resistencia a la frustración suelen ser los más infelices porque nunca consiguen aquello que desean. Para evitar esto hay que establecer una educación democrática, con normas que se dialogan entre todos para que sean más comprensibles. Las normas y los derechos siempre se negocian. Los niños deben demostrarnos que son capaces de hacer cosas y que podemos confiar en ellos, es así como irán madurando poco a poco, cuando conozcan sus derechos y sus deberes.

4. Libertad, imaginación y respeto

Cada niño nacerá con un tipo de personalidad y un tipo de necesidades, intentar cambiarlas es un error. Puede que desees que tu hijo haga una carrera universitaria, que sea médico, por ejemplo, pero debemos saber atender sus inclinaciones. 

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Hay que aportarles libertad para elegir, respetar sus limitaciones y también valorar sus aciertos o éxitos. Cuando sanciones alguno de sus comportamientos no te fijes únicamente en lo que haya hecho mal, indícale cómo debe hacerlo bien. El respeto y una buena educación debe jugar con ambos aspectos: sancionar lo negativo pero dar oportunidades de mejora.

Fomenta siempre que puedas su imaginación, dale oportunidades de aprendizaje, sírvele de guía para enseñarle cosas nuevas en las que pueda inspirarse. Ofrécele libertad para encontrar su camino, haciéndole entender qué siempre, le darás su apoyo elija lo que elija. 


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.