¿Conoces la disonancia cognitiva?
¿Has experimentado la sensación de pensar una cosa y hacer otra, sin darte cuenta de que mantienes dos ideas incompatibles? ¿Te generan estas situaciones tensión o malestar? Esta sensación que experimentas tiene un nombre, se llama disonancia cognitiva.
En psicología, la disonancia cognitiva se conoce como la tensión o incomodidad que percibimos cuando mantenemos dos ideas contradictorias o incompatibles, o cuando nuestras creencias no están en armonía con lo que hacemos.
Este fenómeno psicológico se da con mucha frecuencia en nuestro comportamiento. A veces, nuestras ideas se contradicen con nuestras conductas. Se da cuando vemos, por ejemplo, que tratamos de convencernos de salir con unos amigos sin tener ganas. Después, fuera de casa, nos sentimos mal porque nos hemos obligado a hacer algo que no queríamos.
Ahora bien, más allá de lo llamativo que nos puedan parecer estas situaciones, hay un aspecto que debemos entender. La disonancia cognitiva puede ser, a pesar de todo, una oportunidad de crecimiento personal. Resolver esa incomodidad y esas contradicciones son un medio a la hora de invertir en salud mental.
“La causa primaria del desorden en nosotros mismos es la búsqueda de la realidad prometida por otros”.
-Krishnamurti-
La disonancia cognitiva y la psicología social
En 1957 se publicó una obra clave para la psicología social. Era “Theory of Cognitive Dissonance”, un trabajo excepcional realizado por el psicólogo Leo Festinger. En esta obra apareció por primera vez el término disonancia cognitiva, el cual venía a explicarnos cómo las personas intentamos mantener nuestra consistencia interna a pesar de las contradicciones entre actos y valores.
Algunos autores consideran a la disonancia cognitiva como el sustento psicológico de la conciencia moral.
A menudo, como ya hemos señalado con anterioridad, acabamos llevando a cabo acciones o comportamientos que no armonizan con nuestros sentimientos o actitudes. Esa tensión interna (esa disonancia) nos hace ser conscientes de la necesidad de resolver dicho conflicto para vivir con mayor integridad. Ahí donde deseos y actos, valores y comportamientos estén en equilibrio.
El experimento de Festinger y Carlsmith
Ahora bien, el propio Festinger ejecutó un interesante estudio junto a su colega Merrill Carlsmith, donde demostraron algo no menos interesante: hay personas que llegan a aceptar la disonancia cognitiva.
Para demostrarlo, pidieron a los sujetos, divididos en tres grupos, que ejecutaran una tarea que evaluaron como muy aburrida. Luego se le pidió que mintieran contándole al siguiente grupo que el ejercicio era muy divertido. Al grupo 1 se le dejó marchar sin decir nada, al grupo 2 se le pagó 1 dólar antes de mentir y al grupo 3 se le pagó 20 dólares.
Una semana más tarde, Festinger llamó a los sujetos del estudio para preguntarles qué les había parecido la tarea. El grupo 1 y 3 respondió que la tarea había sido aburrida, mientras que el grupo 2 respondió que le había parecido divertida. ¿Por qué los miembros del grupo que habían recibido solamente 1 dólar afirmaban que la tarea había sido divertida?
Los investigadores concluyeron que la gente experimenta una disonancia entre las cogniciones en conflicto. Al recibir solo 1 dólar, los estudiantes se vieron obligados cambiar su pensamiento, ya que no tenían otra justificación para mentir (1 dólar era insuficiente y producía disonancia cognitiva). Los que habían recibido 20 dólares, sin embargo, tenían una justificación externa para su comportamiento, y, por tanto, experimentaron menos disonancia.
¿Qué hacemos ante la disonancia cognitiva?
Cuando experimentamos tensión o incomodidad por la existencia de dos ideas incompatibles, trataremos de eliminarla o de evitar la situación e informaciones que puedan aumentarla. Es decir, intentaremos reducir la disonancia que experimentamos. Para reducirla podemos hacerlo de varias maneras, como cambiar la conducta, alterar el ambiente o evitar información acerca de lo que nos preocupa. Así, podemos encontrar que casi todos hemos caído en disonancias cognitivas.
Imagina a una persona con valores antibelicistas muy arraigados y fuertes que se ve envuelto en una guerra. En ese contexto, es posible que tenga que luchar e incluso matar. Es lógico que sienta una fuerte contradicción dentro de sí, por lo que sería probable que recurriese a cambios en su mentalidad para justificarlo, como el amor a la patria o evitar el mal mayor.
Podemos cambiar las creencias de muchas maneras, pero manteniendo nuestro objetivo final que sería dar más valor a la opción elegida, y restarlo a la alternativa no seleccionada. Y así sucede con el resto de los ejemplos.
Disonancia y autoengaño
Como podrás imaginarte, las diferencias entre disonancia cognitiva y mentira caminan muy cerca del límite que las separa. En ocasiones, los intentos de reducir el malestar a través de forzar un cambio de opinión (cuando la motivación extrínseca es muy fuerte) se convierten en autoengaños. Es decir, que nos contamos una mentira y nos la creemos, en lugar de resolver la disonancia.
Primero actúo, luego justifico mi actuación
Como vemos, la disonancia cognitiva explica nuestra tendencia a la autojustificación. La ansiedad o tensión que conlleva la posibilidad de que hemos tomado una decisión equivocada o de que hayamos hecho algo incorrecto, nos puede llevar a inventar nuevas razones o justificaciones para apoyar nuestra decisión o acto.
No soportamos al mismo tiempo dos pensamientos contradictorios o incompatibles y justificamos dicha contradicción, aunque sea con nuevas ideas absurdas.
Es importante señalar que la disonancia cognitiva solo se produce cuando los sujetos tienen libertad de elección al realizar la conducta. Si nos obligan a hacer algo en contra de nuestra voluntad, no se produce esta tensión (aunque convencernos de que nos obligaron también puede servir como autojustificación para reducir el malestar).
Descubrir a un mentiroso con la disonancia cognitiva
Detectar una disonancia en otra persona también es útil. La incomodidad y la culpabilidad siempre son palpables, por lo que se puede presionar en ese sentido para sacar a la luz eso que está molestándole por dentro.
Cuando el sujeto no es capaz de reducir la tensión interna que está sintiendo, esta escala y acaba por producir una crisis personal. Por ejemplo, alguien que haya sido infiel a su pareja podrá contarse mentiras a sí mismo, pero tendrá que ver a quien ha engañado todos los días. La imposibilidad de escapar de ello podría llegar a hacerle confesar para aliviar la culpabilidad de sus actos.
Pero, ¿es malo que reduzcamos la disonancia cognitiva?
En principio no, ya que es un mecanismo que utilizamos para nuestro bienestar. Nos ayuda a afrontar situaciones personales difíciles a entrenar nuestro pensamiento analítico y, sobre todo, es un factor de protección de nuestra visión del mundo.
Lo fundamental es ser conscientes de cuándo lo empleamos para no caer en el autoengaño. Por eso es muy importante, saber que estamos usando el mecanismo de la disonancia cognitiva, para no llegar al autoengaño, la crítica y la mentira.
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- Festinger, Leo (1990) Teoría de la disonancia cognitiva. Paidós (Madrid)
- Festinger, Leo (1992) Métodos de investigación en ciencias sociales. Paidós (Madrid)