La barrera más grande del éxito es el miedo a la derrota

La barrera más grande del éxito es el miedo a la derrota
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 22 septiembre, 2019

El miedo a la derrota es uno de los mayores venenos que conoce la mente humana. El simple hecho de no hacer algo por el motivo de que tal vez no salga bien, es uno de los grandes errores que miles de personas cometen a diario.

Pero debemos recordar algo realmente importante. Todo aquello que no se intenta, especialmente si es algo que se anhela desde lo más profundo de la propia alma, es un fracaso estrepitoso. Dan igual los motivos, puesto que estás derrotado incluso antes de haber comenzado.

“El carácter inevitable de la derrota sólo desalienta a los cobardes.”

-Alejandro Dolina-

No confundir desaliento con derrota

A lo largo de la vida, cuando proponemos planes y objetivos complejos, sufriremos momentos de todo tipo. Es evidente que habrá fases duras, tristes, de mucho trabajo y una pesadez enorme. Sin embargo, jamás debemos confundir esos ratos de desaliento con una derrota.

Una derrota es el reconocimiento de que has fracasado totalmente. Ese momento en el que das de lado a tus planes y decides rendirte porque no ves solución posible a tu dilema. Es la ocasión en la que das la espalda a tus sueños y decides conformarte con lo que sea, aunque no te guste.

Mujer con los ojos cerrados

Sin embargo, toda persona que busque tener éxito en la vida, sean cuales fueren sus planes, jamás deben tener miedo a la derrota. Ese momento en el que se encoje hasta el alma pensando en el fracaso y somos incapaces de avanzar, es la ocasión perfecta para demostrar valentía.

Porque aquellos que buscan el éxito en su proyecto vital, deben ser valientes, atrevidos, constantes y activos. Jamás han de ceder al desaliento, incluso en sus momentos más bajos, y deben ser capaces de no aceptar la derrota.

Derrotas inevitables

No obstante, a veces podemos ser derrotados. Si nuestros objetivos son demasiado ambiciosos, no ponemos todo de nuestra parte para lograr una meta, o nos enfrentamos a poderes excesivamente elevados, tal vez nos encontremos frustrados y sin salida.

Sin embargo, aceptar una derrota no significa rendirse. Puedes perder una vez, pero has de aprender de cuanto has hecho mal, de aquello que pudo salir mejor, de todo cuanto has vivido en el proceso… y aplicarlo en tu próxima búsqueda de objetivos.

“El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado.”

-Ernest Hemingway-

Perder el miedo a la derrota

Aun así, pese a que Hemingway crea que un hombre no puede caer en el doloroso proceso de la derrota, o nosotros mismos pensemos que hemos perdido, el miedo nunca puede ser el leitmotiv de nuestras vidas.

Hombre caminando en equilibrio

Vivir con miedo a la derrota es uno de los grandes errores de la humanidad. Y eso hace sufrir, provoca infelicidad, nos desalienta y nos deja sin fuerzas para mirar al futuro con cara de optimismo y ganas de salir adelante buscando el éxito constantemente.

Si lo piensas bien, en nuestro mundo encontramos mucha gente con miedo a la derrota, y eso les hace estar estancados, luchando con denuedo y gran esfuerzo contra todo aquello que suponga cambio, visión de futuro o alegría.

  • El poderoso tiene un miedo terrible a perder su estatus. Con tal de conservar su situación de privilegio, hará cuanto pueda por no permitir a la competencia que sobresalga. Es incapaz de ver que el miedo a la derrota y el cambio le hace infeliz, provocando que esté más pendiente de lo que hacen los demás.
  • El que tiene un trabajo desdichado, lo conserva con uñas y dientes, porque al menos recibe algo a cambio de su esfuerzo. Sin embargo, está empleado en algo que no le gusta, no le completa, y le hace cada día una persona más triste. Ha aceptado su derrota.
  • El que tiene miedo a cualquier tipo de cambio, sea poderoso o no, está totalmente obnubilado por la tranquilidad y el inmovilismo. Acepta la derrota diaria de algo que podría ser mejor, pero jamás lo sabrá, porque nunca intentará evolucionar.

Al final, el mundo jamás deja de girar. Todo es constante cambio. En ese lugar es donde debemos buscar nuestro sitio, siempre evolucionando, tocando el éxito en nuestros objetivos, siendo implacables, sin miedo al cambio, sin temor a la derrota… siempre valientes.


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