El mundo necesita más compasión y menos lástima

El mundo necesita más compasión y menos lástima
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 16 julio, 2018

El mundo necesita más compasión. Sin embargo, la mayoría nos limitamos a sentir lástima, ese sentimiento pasivo a través del cual nos limitamos a experimentar tristeza por quien sufre carencias, por quien deja su país, por quien vive en el último escalón de nuestra sociedad. Sin embargo, el compasivo es el único que asume un sentimiento activo, el único que hace lo posible por mitigar sufrimientos ajenos.

Algo que resulta curioso en nuestro día a día es la gran incomodidad que suscita la palabra “compasión”. A nadie le agrada, por ejemplo, que le compadezcan, porque de algún modo se pone en evidencia cierta desventaja, cierta dimensión que no nos sitúa en el mismo nivel de oportunidades que al resto. Ahora bien, la trascendencia cambia si nos referimos a este término dentro de un marco budista.

“La lástima no cuesta nada, pero tampoco vale nada. Necesitamos más compasión”.

-Josh Billings-

En este último caso, la compasión es una herramienta excepcional que nos permite varios logros. La primera es ver el mundo desde una visión más humana, afectuosa y sensible. Aún más, se le añade el compromiso auténtico de querer aliviar ese dolor, de hacer lo posible por reparar esa desventaja.

Por otro lado, tenemos también esa dimensión tan necesaria que es sin duda la autocompasión. También nosotros mismos deberíamos ser proactivos con nuestras propias carencias y necesidades.

En resumen, no basta con experimentar lástima. Con ver a quien sufre y limitarnos a ponernos en sus zapatos unos instantes para comulgar con sus pesares, y después alejarnos para poner olvido a la distancia. Necesitamos acción, voluntad y compromiso, con los demás, pero también con la propia persona, con esa realidad interna que a veces descuidamos y que no atendemos.

persona cogiendo las manos de otra simbolizando que el mundo necesita más compasión

Más compromiso, más compasión

A menudo, dejamos de lado la gran implicación psicológica que tienen determinados términos. Así, la palabra “lástima” esconde en los recovecos de sus tres sílabas dimensiones tan curiosas como llamativas. De este modo, hay quien se aventura a decir por ejemplo que cuando experimentamos esta emoción aplicamos la empatía más básica: somos capaces de conectar con el sufrimiento ajeno, sabemos qué le duele, cómo sufre y cuál es el impacto de su situación personal.

Sin embargo, sentir lástima por alguien no es solo empatizar. Aplicamos también un sentimiento de superioridad. Hay una constancia evidente de algo que nos separa del otro: puede ser el estatus, la cultura, la economía e incluso la distancia física propia de nuestra especie cuando experimentamos lástima por un animal.

Por otro lado, tenemos la compasión, ese vocablo que por sí mismo ya nos da una pista sobre cómo actúa. Esta palabra procede del latín, ‘cum passio‘, y se podría traducir como ‘sufrir juntos‘ o ‘lidiar juntos con las emociones. Como vemos, aquí se disuelven las distancias para establecer una cercanía de igual a igual donde participar del dolor del otro pero con una finalidad muy clara: comprometernos con él para mejorar su situación. De este modo, podemos concluir con el hecho de que la compasión responde a la confluencia de tres componentes básicos:

  • El emocional: conectamos con el sufrimiento ajeno de forma activa al experimentar con él una motivación, un deseo expreso de generar bienestar.
  • El cognitivo: al percibir el dolor ajeno lo evaluamos, para después concluir con la necesidad de elaborar un plan de acción.
  • El conductual: la decisión de desplegar una serie de acciones para resolver la situación complicada de la otra parte.

La empatía no es lo mismo que la compasión. La mayoría de nosotros empatizamos con las emociones ajenas, sin embargo, esa conexión no siempre lleva a la movilización. La compasión implica además presentar un sentimiento movilizador, una acción que parte de las emociones pero que busca un objetivo definido: mejorar la situación del otro.

cabeza con corazón simbolizando que el mundo necesita más compasión

La compasión, un instinto que debemos recuperar

El mundo necesita más compasión, más personas que no se limiten a contemplar el dolor ajeno, sino que pongan medios (dentro de sus posibilidades) para generar un cambio en positivo. Ahora bien, tal y como hemos señalado al inicio, esta palabra sigue teniendo una implicación algo compleja e incómoda en nuestro vocabulario. No nos gusta que se compadezcan de nosotros. La mayoría del tiempo, somos incluso reacios a recibir ayuda ajena.

Sin embargo, tal y como nos explican diversos científicos en un estudio de la Universidad de Berkeley (California) deberíamos ser capaces de recuperar ese “instinto primario”. La compasión sería esa respuesta natural y automática que nos ha permitido sobrevivir como especie.

Se ha demostrado incluso que los niños de dos y tres años presentan conductas compasivas hacia otros niños sin necesidad de recibir ningún tipo de recompensa a cambio. Es una reacción, un tipo de respuesta que lamentablemente tiende a desaparecer con el tiempo en muchos casos debido a nuestros condicionamientos sociales.

Bebé con perro para representar que el mundo necesita más compasión

Como curiosidad y para finalizar, vale la pena destacar un dato que aportó el doctor Dachner Keltner, del estudio antes citado de la Universidad de Berkeley. La famosa frase de “solo los más aptos sobreviven” atribuida a Charles Darwin no sería en realidad del célebre autor del Origen de las Especies. Esa idea, esa frase, fue acuñada por Herbert Spencer y los darwinistas sociales, quienes deseaban justificar la superioridad de clase y raza.

Charles Darwin enfatizó algo muy diferente. De hecho tal y como él mismo explicó en sus escritos, las sociedades que aplicaban más compasión eran las que tendrían mayores probabilidades de evolucionar. En sus propias palabras: “los instintos sociales o maternos como la compasión son mejores que cualquier otro. Las comunidades que incluyen un mayor número de miembros compasivos prosperaran más, porque este rasgo favorece la supervivencia y el florecimiento de nuestra especie“.


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