Higiene emocional: prevenir heridas emocionales para ganar en bienestar

La higiene emocional tiene la misma relevancia que la higiene física: son un conjunto de estrategias para prevenir el malestar, la infelicidad y las enfermedades mentales.
Higiene emocional: prevenir heridas emocionales para ganar en bienestar
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 01 febrero, 2022

Cuidamos de nuestra dieta, atendemos nuestra salud, practicamos deporte y sin embargo, la mayoría descuidamos un aspecto básico y prioritario: la higiene emocional. Atender nuestras lesiones psicológicas, esas que podemos sufrir en el día a día, así como saber prevenirlas, protegiéndonos de determinadas cosas, facilitará que podamos disfrutar de una auténtica calidad de vida.

Este término, higiene mental, fue “creado” por el Dalai Lama en el 2016 en una conferencia que dio en la India. Según el líder religioso, la falta de esta dimensión conduce al ser humano al malestar y a comportamientos desajustados. Así, más allá de limitarnos a aprender un estándar de higiene física e incluso financiera, es necesario que desarrollemos hábitos basados en la confianza, el amor y el respeto.

El Dalai enfatizó en la idea de asumir retos emocionales. De fomentar el entendimiento y nutrir realidades tan importantes como la empatía. Ahora bien, después de este discurso, psicólogos de todo el mundo se interesaron por este término desde una perspectiva más clínica.

Así, figuras como el psicólogo  Guy Winch, miembro de la Asociación Americana de Psicología (APA), han asentado una información y una documentación más completa al respecto. De hecho, en la actualidad se entiende la higiene emocional como parte de la propia higiene mental. Son medidas para la prevención de la enfermedad que todos deberíamos llevar a cabo.

“Cambia tu atención y cambiarás tus emociones. Cambia tu emoción y tu atención cambiará de lugar”.

-Frederick Dodson-

Sanar un corazón roto simbolizando la higiene emocional

Higiene emocional, los 4 pasos para llevarla a cabo

Uno de los retos actuales dentro de la psicología de la salud es la prevención. Nos hemos pasado muchos años aplicando una estrategia asistencial pero no preventiva. Es decir, una persona busca ayuda profesional cuando percibe que no puede manejar su día a día con la solvencia de antes.

Sin embargo, a día de hoy seguimos sin tener adecuados mecanismos para prevenir dimensiones tan importantes como la depresión, los trastornos de ansiedad, el estrés e incluso el suicidio. Por tanto, necesitamos llegar a la población de distintos modos para facilitar estrategias con que lidiar mejor con los problemas del día a día, con los desafíos, los malestares, etc.

El propio Martin Seligman también lo intentó en su día. Este célebre psicólogo, conocido sobre todo por sus estudios sobre la depresión y por introducir el término de la indefensión aprendida, decidió en un momento dado dar un giro a su carrera profesional. Decidió asentar las bases de la psicología positiva con el fin de ofrecer habilidades a la población para invertir en bienestar y felicidad.

La higiene emocional entraría por tanto dentro de esta misma perspectiva: ofrecer adecuadas medidas para entrenarnos en salud psicológica, en prevención, en el ejercicio responsable del bienestar emocional. Veamos 4 estrategias.

1. Atiende el dolor

Si biológicamente sentimos dolor es por una razón. Nuestro organismo nos alerta de una alteración, de un desequilibrio, una infección o un daño que atender. En muchas ocasiones, nuestro propio cuerpo nos manda señales, manifestando que nuestro sistema inmunitario se está viendo superado. En otros casos, necesitamos ayuda médica.

Con el dolor emocional ocurre lo mismo. No vale dejar para mañana la preocupación que tenemos hoy. De nada nos sirve ocultar, maquillar, negar, tomarnos un fármaco para aliviar ese sufrimiento. Los problemas emocionales requieren respuestas activas, necesitan medidas y estrategias valientes para reparar ese daño cotidiano.

Mujer despegando una tirita del suelo de la que salen mariposas

2. Detén el sangrado emocional

¿Qué entendemos por sangrado emocional? Basta un ejemplo para comprender el simbolismo de esta expresión. Imaginemos que tenemos una amistad o incluso una pareja que nos miente. Somos conscientes de su desafecto, de su falta de reciprocidad en el día a día. Sin embargo, nos negamos a aceptarlo porque nos da miedo desprendernos de esa figura significativa para nosotros.

Ahora bien, no dar el paso supone sangrar. Implica que la herida se hace más grande cada día y en cada momento. Sangramos pero intentamos taponar la lesión con “esto es temporal”, “seguro que cambia”. 

La higiene emocional requiere tomar medidas preventivas, y cuanto antes las llevemos a cabo, antes lograremos sanar las heridas. Por tanto, si somos conscientes de que hay un daño y estamos siendo heridos, lo mejor es reaccionar.

3. El músculo de la autoestima

El músculo de la autoestima es el órgano que todo lo bombea. Es el que nos da coraje y valor cuando lo que nos rodea desafina y nos quita la calma. Es ese impulso vital que nos recuerda lo que merecemos y que nos alerta de lo que necesitamos.

Asimismo, tal y como nos revelan en estudios como el publicado por la doctora Kristin D. Neff, en la revista Social and Personality Psychology Compass, la autoestima y el saber tratarnos con respeto, son claves para garantizar nuestro bienestar.

Un modo por tanto de ganar en higiene emocional es cuidar a diario este tendón psicológico que está detrás de una buena parte de equilibrio. Descuidarlo, nos aboca a menudo a estados problemáticos.

4. Cuidar tus pensamientos es ganar en salud

Nuestro pensamiento puede alzarse como el peor enemigo. Caer en esos ciclos desgastantes habitados por la obsesión, la negatividad, la angustia y el miedo, vetan por completo nuestra felicidad. Es más, a menudo nos conducen a la deriva de muchos trastornos psicológicos.

Por tanto, atender de la calidad del pensamiento es invertir en calidad de vida. Saber usar un enfoque más flexible, relajado, positivo pero realista en todo momento nos puede facilitar actuar con mayor acierto.

Asimismo, debemos tener claro que no es fácil cambiar el rumbo de esos pensamientos acostumbrados a seguir siempre una misma dirección. En gran parte de los casos, necesitaremos ayuda. Será prioritario contar con ese apoyo psicológico y especializado con el cual, retomar un rumbo más ajustado donde tengamos siempre el control.

La higiene emocional debería por tanto formar parte de todos nuestros escenarios cotidianos. Necesitamos de ella en nuestros trabajos, en nuestras relaciones personales y también la necesitan los niños en las escuelas. Es una forma de prevención, es esa limpieza cotidiana con la cual, evitar los gérmenes del sufrimiento y esas infecciones que traen la infelicidad.


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  • Winch, Guy (2014) Primeros auxilios emocionales: Consejos prácticos para tratar el fracaso, el rechazo, la culpa y otros problemas psicológicos cotidianos. Ediciones Paidós

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