La sociotropía, cuando volcarte en exceso en los demás termina mal

Este tipo de personalidad vuelca todos sus esfuerzos en los demás con el fin de obtener aprobación, ser aceptado y querido. Se trata de un rasgo patológico que deriva muchas veces en trastornos depresivos.
La sociotropía, cuando volcarte en exceso en los demás termina mal
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 27 julio, 2021

La sociotropía define un tipo de personalidad con una gran necesidad de invertir tiempo y esfuerzos en sus relaciones interpersonales. Lo hacen por un desesperado intento de ser aceptados, evitar la soledad y sentirse validados en cada una de sus acciones. Lo más problemático de este rasgo de carácter es que suele evidenciar tarde o temprano más de un problema psicológico.

Ansiedad, depresión, relaciones codependientes, apego poco saludable, baja autoestima… El caleidoscopio de matices patológicos que traza este perfil es tan conocido como desgastante. A pesar de que nos recuerde mucho al síndrome de Wendy, cabe señalar que este patrón de personalidad fue definido en su día por el psicoterapeuta Aaron T. Beck. 

El interés por los hombres y las mujeres sociotrópicos cuenta ya con varias décadas de investigación. Sus presencias, siempre vulnerables, inseguras y eternamente necesitadas de consideración ajena, son recurrentes en las consultas psicológicas por navegar de manera frecuente en el universo de la depresión.

Dos características comunes de la personalidad sociotrópica son la timidez y la falta de asertividad

Amigas hablando

¿Qué es la sociotropía?

La sociotropía se caracteriza por una inversión excesiva, desmesurada y patológica en las relaciones interpersonales. Son personas satélite orbitando alrededor de otras de manera devota con el fin de obtener validación, sentirse integradas, aceptadas y reconocidas. Esto provoca en ocasiones situaciones tan absurdas como incómodas.

La personalidad sociotrópica puede dar una atención y un afecto desmedido a quien apenas conoce. Es, por contextualizarlo de algún modo, ese compañero nuevo de trabajo que de pronto se desvive por todos, que los colma de favores y palabras amables hasta el punto de resultar incómodo.

Es fácil identificar este rasgo de personalidad porque caen en el exceso y su conducta roza a menudo el servilismo y la desesperación por recibir aprobación. El cariño y el interés desmedido por los demás, la atención constante o incluso priorizar a personas que aún no conocen en profundidad trazan un perfil muy problemático a nivel psicológico.

Aaron T. Beck y Escala de Sociotropía-Autonomía (SAS)

Una de las personalidades que más se interesó por definir, comprender e identificar la sociotropía fue Aaron T. Beck. Ahora bien, algo que nos señalan estudios como el realizado en la Universidad de Shippensburg es que el célebre psicoterapeuta estableció que la sociotropía tiene un opuesto conductual y cognitivo: la autonomía. 

  • La sociotropía es justo lo contrario de la autonomía personal. Así, mientras la primera se focaliza por completo en atender las relaciones interpersonales, las personas con autonomía buscan y trabajan su propia independencia, sin preocuparse en exceso en los demás.

¿Qué mide la escala de Beck sobre la sociotropía/autonomía?

La escala de Aaron T. Beck busca identificar a la personalidad sociotrópica y a la personalidad autónoma. Para ello, y para crear la Escala de Sociotropía-Autonomía (SAS) diseñó una batería de 378 preguntas que aplicó a diversos pacientes psiquiátricos y personas de fuera de este entorno. Esto le permitió generar seis factores para detectar cada patrón de personalidad:

  • La sociotropía se define por temor a la desaprobación ajena / preocupación constante por formar parte de alguien o un grupo determinado / miedo a la soledad o a la separación de los demás / complacencia.
  • La autonomía se distingue por un desempeño autónomo e individual / necesidad de no estar bajo el control de nadie / preferencia por la soledad.
Chica pensando que sufre la sociotropía

Las personas sociotrópicas y la depresión

Si hay un aspecto por el que genera interés la sociotropía como rasgo de personalidad es por su tendencia a derivar en trastornos depresivos. La bibliografía científica sobre este tema es extensa.

Así, una investigación  de la Universidad de Santiago de Compostela destaca cómo el pensamiento rumiante y ese enfoque emocional más inmaduro trazan las bases tanto de la depresión mayor como de la ansiedad generalizada. Por lo general, las causas de que se edifiquen estas condiciones psicológicas reside en los siguientes aspectos:

  • Una autoestima baja.
  • Una personalidad tímida en la que se combina por un lado la necesidad constante de ser validados, amados, atendidos y aceptados con la necesidad también de mantener espacios propios. Esa contradicción les genera sufrimiento.
  • Son hombres y mujeres poco asertivos.
  • Tienen una tendencia continuada al pensamiento rumiante, a darle vueltas a las cosas, cuestionar cada cosa que dicen y que hacen, arrepintiéndose de lo hecho, juzgándose y criticándose.
  • Una mala gestión emocional.
  • Su deseo por ser aceptados socialmente les aboca hacia conductas de las que más tarde se sienten mal, fracturando aún más su autoconcepto.
  • Excesivo miedo a la soledad.

La importancia de la autoaceptación

Cuando Aaron T. Beck estudió esta personalidad se encontró básicamente con personas que luchaban con su timidez y su necesidad de obtener atención, aprobación y afecto. Esa paradoja en la que se integra la desesperación por formar parte de los demás con la inseguridad personal y el propio retraimiento, producía en ellos un gran conflicto interno.

El enfoque para ayudar a las personas con sociotropía es desarrollar en ellos unas bases de carácter más autónomas, asertivas y seguras de sí mismo con las que edificar una buena autoestima. Lo complicado es que, muchas veces, estas figuras llegan al límite, con trastornos depresivos mayores y un historial afectivo lleno de fracasos.

Es esencial actuar lo antes posible. No podemos demandar que otros nos ofrezcan lo que no nos damos a nosotros mismos. Antes de reclamar validación externa, empecemos por ser nuestros únicos y mejores proveedores de autoamor y autoaceptación.


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