Una mentira, una realidad

Una mentira, una realidad
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 06 agosto, 2023

¿Quién no ha mentido alguna vez? Probablemente nadie o eso es lo que queremos hacer creer, aunque la mentira, nos acompañe en nuestro día a día. Decimos que el tráfico estaba imposible, si llegamos tarde. O señalamos que el trabajo está casi terminado cuando nos preguntan y sabemos que ya estamos sobre la fecha de entrega.

Son ese tipo de mentiras que podemos llamar “blancas”. No hacen daño a nadie realmente y tienen el propósito de evitar que nos reprochen. Pero, ¿qué pasa cuando la mentira se convierte en una forma de vida? ¿Cuando mentimos indiscriminadamente, sobre todo y a todos?

La historia de Tania Head

Tania Head se hizo famosa cuando sobrevivió a los atentados del 11 de septiembre en Nueva York. Era una mujer joven que había estudiado en Harvard y Stanfford. Su prometido, con el que iba a casarse en pocos días, murió durante la tragedia.

Tania trabajaba en el piso 74 del World Trade Center, justo donde el avión colisionó y decapitó a su secretaria, según contó. Ella, en cambio, salió prácticamente ilesa. Todo gracias a un desconocido, con la cara cubierta, que la salvó de las llamas.

Nubes en el rostro ocultando la cara de una persona

Poco después, Tania narró su experiencia una y otra vez en Twitter. Pronto, se convirtió en un emblema de la tragedia y fue nombrada presidenta de las víctimas del World Trade Center. Durante seis años ejerció esa labor, e incluso fue asesora de dos alcaldes de Nueva York.

Con el tiempo, unos reporteros del New York Times descubrieron algo que asombró al mundo. Tania Head no había estudiado en los Estados Unidos, ni tenía un prometido con el que iba a casarse, ni había estado en el World Trade Center el 11 S y, en realidad, no se llamaba Tania Head.

Alicia Esteve era su nombre verdadero. Y lo cierto es que jamás había recibido compensación económica alguna por su labor en pro de las víctimas del atentado. Todos se preguntaban “¿por qué mintió?” Después de ser descubierta, desapareció. Se asegura que está en Barcelona, su ciudad natal, y que sigue viéndose a sí misma como una víctima del terrorismo, aunque haya desaparecido de la vida pública. ¿Qué pudo llevar a Alicia a construir semejante mentira, si es claro que no tenía intereses económicos en su fraude?

Los mentirosos compulsivos

La mentira compulsiva, o involuntaria e indiscriminada, no se considera un trastorno como tal. Se trata más bien de un síntoma. Muchas veces es señal de un trastorno de personalidad más profundo, pero otras veces simplemente se trata de un rasgo pasajero.

El factor más importante a tomar en cuenta no es cuántas veces se miente, sino con qué propósito se incurre en la mentira. Una persona puede mentirle diariamente a su jefe para complacerlo y evitar dificultades; aún así, no puede ser considerado como “mitómano”.

En cambio, cuando el propósito de la mentira es crear una imagen ficticia de sí mismo, con el objeto de ganar la aceptación o la admiración de los demás, estamos hablando de mitomanía.

Hombre con nariz de pinocho

El problema del mitómano es que no está cómodo consigo mismo. Supone que los demás no lo aceptan tal y como es, o no van a aceptarlo si muestra su verdadera realidad. Por eso necesita adornar su propia historia con fantasías que, a su juicio, la hacen más atractiva.

En casos extremos, como el de Tania Head, el mitómano se vuelve víctima de su propio engaño. Llega a un punto en el que le resulta imposible distinguir lo real de lo ficticio en su vida.

En casos menos severos, los mitómanos viven presas de la ansiedad. Una mentira los lleva a otra y así van construyendo un andamiaje que les exige una súper concentración para no incurrir en contradicciones. El mitómano, en todos los casos, necesita ayuda profesional.

 


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