American Horror Story: Asylum, el descenso a los infiernos
La serie antológica de Ryan Murphy y Brad Falchuk, American Horror Story (AHS), acumula ya 8 temporadas a sus espaldas. La última, Apocalypse, generó cierta expectación por el elemento novedoso del crossover. Sin embargo, la sensación, en general, es la de haber visto una entrega prescindible, que ha tenido sus momentos buenos, pero no está a la altura de otras temporadas. Por eso, hoy me dispongo a rememorar la que, en mi opinión, es la mejor de todas: AHS: Asylum.
Dada la naturaleza antológica de la serie, nos encontramos temporadas brillantes y otras que nos aburren soberanamente. Bien es cierto que esto puede ser muy subjetivo y dependerá del gusto personal de cada uno. Pero si nos fijamos en cualquier ranking que circule por la red, seguramente, AHS: Asylum figure entre los primeros puestos.
Asylum logra mezclar tantas cosas en una sola serie que resulta fascinante. Hay tramas más potentes que otras, pero lo que importa es el resultado; y, en esto, Asylum sale muy bien parada. Es una temporada que, en definitiva, se amolda bien a todos los gustos, tenemos elementos sobrenaturales, asesinatos, misterio, extraterrestres… Conjuga las principales temáticas del género del terror en tan solo 13 episodios. Además, se trata de la temporada que guarda mayor relación con la psicología.
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American Horror Story: Asylum, la temporada más ambiciosa
Asylum es la temporada más ambiciosa porque, como hemos avanzado, abarca casi todas las ramas posibles del cine de terror. Debido a su complejidad y a la amplitud de su temática, cabría esperar una temporada inconexa. Pero, contra todo pronóstico, logró conectar las tramas sin llegar a colapsar.
Asylum es la segunda temporada de la serie, algo que también juega a su favor. Pues otras temporadas igualmente aplaudidas, como Roanoke, no han llegado a enamorar de la misma manera debido al agotamiento y a la progresiva pérdida de fans de la serie. Tras el éxito de la primera entrega, Murder House, se había generado cierta expectación por saber qué vendría después. Asylum se hizo con un merecido primer puesto que, tras 8 temporadas, parece que nadie le va a arrebatar.
Y ahí, en la cima, encontramos esta fascinante temporada que nos brindó algunas de las mejores interpretaciones de la serie. Lana Winters (Sarah Paulson) es uno de los personajes más queridos y recordados. Prácticamente todos los personajes femeninos brillaron con luz propia, sin desmerecer a Kit Walker (Evan Peters) y al increíble Dr. Thredson (Zachary Quinto).
Es una de las temporadas en las que mejor podemos apreciar la evolución de los personajes; una evolución coherente y no descabellada como ocurre en Hotel.
El sentido narrativo es complejo, eso no lo vamos a negar, resulta difícil conectar cada episodio y cada historia que se nos presenta. Hay infinidad de personajes invitados y líneas argumentales. Pero logra su cometido y nos sumerge en los horrores del ser humano.
Nos conduce al lugar donde reina la atrocidad, donde la humanidad se esfuma y el ambiente asfixia. En nuestra cabeza, no deja de sonar la maldita canción en francés, Dominique, que se repite como un bucle recordándonos dónde estamos: en el paraíso de la locura.
American Horror Story: Asylum, los horrores de la locura
En algún episodio, el caos es tal que ya no sabes si los personajes han perdido la cabeza, si han sido los guionistas o si eres tú el que se está volviendo loco. Asylum es delirante, es la locura en estado puro, se respira en el ambiente, emana de las paredes de Briarcliff (la institución mental en la que se desarrolla la acción) y, desde luego, se palpa también en su forma, en su desorden.
De este modo, en medio del laberinto que es Briarcliff, nos encontramos con una serie de personajes que, por desgracia, han ido a parar al peor de los lugares. La locura no siempre ha sido vista de la misma manera, esto ya lo advertía Michel Foucault en su Historia de la locura en la época clásica.
Lo que vemos en Asylum es realmente espeluznante, ¿puede una joven periodista ser tachada de enferma mental por ser lesbiana? ¿Puede estar recluida en una institución para criminales con problemas mentales una ninfómana?
Si excavamos un poco en el pasado, enseguida nos daremos cuenta de que muchas de las cosas que hoy tomamos como algo normal, en el pasado supusieron un enorme problema. Además, no debemos dejar a un lado el hecho de que Briarcliff está en manos de la Iglesia y, como consecuencia, muchas conductas, especialmente aquellas vinculadas a lo sexual, serán reprimidas.
Los castigos físicos y los electroshocks que curan la homosexualidad estaban a la orden del día. La mayoría de los pacientes que se encuentra en Briarcliff no solo padece alguna enfermedad (o lo que entonces era una enfermedad), sino que también hay criminales.
En un lugar olvidado y alejado del resto de los mortales, se recluye a personas que han cometido actos atroces y poseen algún indicio de enfermedad mental. ¿No os recuerda un poco a Shutter Island? Todo aquello que no es digno de estar en la sociedad es excluido y sometido al peor de los horrores.
La cuestión es que, aunque hay pacientes que son verdaderos criminales, también encontramos personas como Lana cuyo único delito es ser homosexual (y querer saber demasiado). Todo ello bien escondido y guardado bajo llave entre sotanas, un psiquiatra asesino y un médico nazi que solo ve a sus pacientes como seres despreciables sobre los que experimentar.
Sexo, blasfemia, sangre, muerte y corrupción configuran una serie que, en definitiva, no es apta para todos los públicos y tampoco para cualquier estómago.
Personajes despreciables de American Horror Story
Asylum nos sumerge en ese inframundo de la locura, de los antiguos manicomios en los que todo era posible, aunque aquí, llevado al extremo. Porque es American Horror Story y no nos gustan las medias tintas; o todo o nada, así se configura el horror en Briarcliff. Al someter a los personajes al encierro en un lugar tétrico y casi putrefacto, se llevan al extremo todas las situaciones, poniendo al límite a las personas y conduciéndonos al peor de los escenarios.
Y la moraleja de todo este infierno es que el loco siempre es excluido y, una vez ha sido catalogado como tal, difícilmente podrá desprenderse de esa etiqueta y, seguramente, nadie lo escuche. Por eso, este ambiente es el idóneo para llevar la atrocidad a su estado más descabellado, pues difícilmente va a salir a la luz.
Así, lo que nos encontramos es que no hay esperanza, apenas hay personajes que conozcan la bondad. Incluso la joven e inocente Mary Eunice, la única monja que sabe lo que es la compasión, resulta poseída por el diablo (todo muy normal).
La hermana Jude, por el contrario, se dedica a reprimir los comportamientos sexuales de los internos mientras ella viste ropa interior roja y fantasea sexualmente con Monseñor Timothy Howard. Monseñor, a su vez, hace la vista gorda ante los experimentos del médico a cambio de dinero; está dispuesto a todo con tal de convertirse en cardenal.
Todo lo censurable, lo tabú, aparece en los personajes de Asylum y, curiosamente, los menos despreciables resultan ser los pacientes. La condensación de la maldad absoluta la encarna un psiquiatra, el Dr. Thredson, que al principio parece que intenta ayudar a su paciente, Kit Walker, pero lo único que quiere de él es que sea condenado por los asesinatos que ha cometido el propio médico.
Nos presentaron Briarcliff como una institución en la que se esconden los peores criminales y enfermos mentales. De alguna manera, esto es verdad, solo que, al final, le han dado la vuelta y resulta que los peligrosos no son los pacientes, sino quienes regentan la institución. Y después de pensar fríamente todo lo que configura Asylum, no puedo hacer otra cosa que preguntarme si los locos somos los espectadores o, simplemente, hemos sucumbido a una especie de catarsis.
“Todos los monstruos son humanos”.
-Hermana Jude, AHS: Asylum-