El lenguaje imperativo: mucho más común de lo que pensamos

Si bien el lenguaje imperativo es común de jefes hacia empleados, existen muchísimos más ejemplos en el día a día que nos demuestran que es el principal lenguaje que utilizamos para comunicarnos.
El lenguaje imperativo: mucho más común de lo que pensamos
Marcelo R. Ceberio

Revisado y aprobado por el psicólogo Marcelo R. Ceberio.

Escrito por Marcelo R. Ceberio

Última actualización: 06 octubre, 2022

Si analizáramos los diálogos, descubriríamos que no solo el lenguaje indicativo es el más implementado en el día a día, sino que también descubriríamos que las formas imperativas son más frecuentes de lo que pensamos. Este conjunto de formas constituye el lenguaje imperativo, el que impone, el discurso que ordena y manda, el lenguaje dictador de los jefes hacia sus empleados, y el lenguaje de padres a hijos en momentos determinados… En suma, el lenguaje de las relaciones asimétricas.

El lenguaje en sí mismo, sin ser imperativo, ya ejerce una fuerte influencia en nuestra percepción. Por ello mismo, no es muy difícil imaginar su impacto cuando está posicionado en el ya mencionado ordena y manda.

Jefa enfadada con sus empleados

¿Es común el lenguaje imperativo?

Watzlawick señala, casi entre líneas, cómo Spencer Brown en su libro Las Leyes de la Forma define el concepto de lenguaje imperativo, que difiere a las definiciones tradicionales. Aunque, más que definir, lo que hace es afirmar que el lenguaje descriptivo resulta impositivo: la forma primaria de la comunicación […] no es la descripción sino la imposición.

Ejemplos sencillos de imposición se pueden encontrar en cuestiones como una receta, que viene a ser una serie de instrucciones culinarias que pautan la concreción de una comida; otro ejemplo podrían ser las pautas propuestas en una partitura permiten realizar una melodía. Ahora bien, estos no son los únicos ejemplos del lenguaje de la imposición.

Cuando una persona describe un objeto, pueden llamarnos la atención ciertos aspectos de este que posiblemente no habíamos tenido en cuenta. También es factible que algunos otros aspectos -que no fueron observados por nuestro interlocutor- hayan sido percibidos por nosotros. Lo interesante del fenómeno comunicacional es que cuando se transmite información, se impone o pauta la percepción del interlocutor.

Si digo: mira la forma de elefante que tiene esa nube…, pauto la percepción del otro y lo llevo a que observe lo que yo observo.

Con todo esto, podemos ver que si el lenguaje verbal por sí mismo puede llevar a pautar distinciones, ni qué hablar de las órdenes explícitas (lenguaje imperativo) que las imponen alevosamente.

“Estoy convencido que el lenguaje imperativo adquirirá un papel central en el ámbito de la estructura de las técnicas modernas. Es decir que los imperativos pueden, literalmente, construir realidades y que, igual que acontecimientos causales, pueden tener este efecto no solo sobre las vidas humanas, sino también sobre cuanto se refiere a la evolución cósmica o biológica”.

-Paul Watzlawick-

El lenguaje imperativo en la terapia

El test de Rorschach nos brinda otro ejemplo interesante de lenguaje imperativo. Este está compuesto por manchas de tinta, algunas de colores, otras policromáticas, y su consigna ordena: le mostraré una serie de láminas, comuníqueme qué ve en cada una de ellas.

Esta orden insta a la persona a observar en la mancha figuras que le resultan familiares, es decir, la lleva a encontrar forma en lo amorfo. Tal es la inducción del lenguaje imperativo en la cognición y, por ende, en la emoción de las personas.

El lenguaje imperativo también es utilizado en la labor hipnoterapéutica, mediante la emulación del lenguaje del paciente. A través de esta estrategia, no solo se copian los tonos de voz, expresiones y muletillas verbales, sino también todo lo que corresponde al lenguaje analógico: gestos, actitudes, posturas etc., logrando así acceder al universo de creencias del paciente obteniendo los efectos de cambio buscados.

El psiquiatra Milton Erickson, su gran exponente, se caracterizó por el nivel de sutileza y precisión en los términos imperativos, y con gran pericia mandaba tareas a realizar y prescribía toda una secuencia de acciones para que la prescripción fuera exitosa.

Las puntuaciones crean realidades

Por medio del lenguaje verbal imponemos nuestros significados, (a pesar de que no los ejecutemos como una orden) y esto a su vez construye realidades que nos permiten efectuar puntuaciones en la interacción. Y según la puntuación, crearemos diferentes realidades.

La puntuación de la secuencia de hechos es uno de los axiomas de la pragmática de la comunicación humana que muestra cómo el lenguaje verbal impone distinciones. Este axioma explica cómo cada vez que observamos un hecho tendemos a describirlo de una manera particular, puntuando cada una de las secuencias de interacción, describiendo integrantes, pautas y todo un juego relacional.

En el plano de la sintaxis, las reglas de la puntuación también crean nuevas realidades. Una gama importante de signos nos proporciona los elementos necesarios para que, en la estructura de la oración, se determinen las fluctuaciones de distintos significados, más allá de la semántica de cada palabra en particular.

Las distintas interjecciones, puntos, comas, interrogaciones, signos de admiración, etc., de la sintaxis de una frase pueden pautar las construcciones de realidades distintas, conformando una semántica alternativa a la estructura de la oración original.

Veamos un ejemplo elocuente de cómo una frase cambia de significado de acuerdo a la puntuación que se efectúe a partir de una frase neutra:

  • Como cambiaste mi vida
  • Cómo cambiaste,… mi vida
  • ¿Cómo cambiaste mi vida?
  • ¡Cómo cambiaste, mi vida!
  • ¿Cómo cambiaste mi vida?
  • ¿Cómo cambiaste…? mi vida.
  • ¡Cómo cambiaste, mi vida!
  • ¿Cómo? Cambiaste mi vida.
  • ¿Cómo?; ¿Cambiaste mi vida?

Sobre esta frase se podrían exponer múltiples combinaciones, anexándole las cadencias adecuadas que suponen cada signo de puntuación. Aunque estos signos sintácticos no abarcan las infinitas variantes paraverbales que suponen, para otorgarle a la frase la correcta intencionalidad de significado.

Nótese la palabra cambiaste, que de acuerdo a la puntuación, involucra alternativamente al emisor o al receptor. Indudablemente, el trazado de distinciones en la percepción produce efectos en las tres (áreas sintáctica, semántica y pragmática) de la comunicación humana y hacen un todo complejo y recursivo.

Un círculo en el que cada uno de los eslabones de la cadena se autoinfluencia e influencia al próximo y que puede entenderse desde cualquier punto de su trama: el padre está enojado con el hijo que adora, porque tiene bajo rendimiento en la escuela.

El hijo baja su rendimiento en la escuela porque su padre que es muy exigente. Como siempre está enojado con él, entonces se desmotiva, y esto es porque su padre es muy importante para él. De acuerdo a dónde puntuemos el hecho, se construirá una realidad diferente.

Niño estudiando agobiado

El lenguaje construye realidades

Por lo tanto, si una realidad se inventa, por medio de las atribuciones de significado (instrumentadas por el lenguaje), que nos permiten observar y percibir trazando distinciones, describiendo, adjetivando, categorizando, realizando abstracciones y elaborando hipótesis, el acto comunicativo es altamente complejo y subjetivo -puesto que se percibe desde el propio modelo de conocimiento- y entonces, el lenguaje verbal es el que crea la realidad.

Nuestra estructura cognitiva (almacén de significados) carga con representaciones del sistema de creencias, escala de valores, pautas familiares y socioculturales, modelos de conocimiento específicos, etc., que imprimen al lenguaje verbal de marcos semánticos de acuerdo a nuestra perspectiva de la vida, a nuestra visión del mundo. El lenguaje verbal es la vía de dicha construcción.

Este proceso se desarrolla en los diálogos humanos. De manera casi simple, la comunicación puede tomar giros insospechados volviendo conflictivas a las relaciones, aumentando o reduciendo la complejidad y transformándola en complicación, construyendo -por vía del lenguaje verbal- realidades diferentes (acuerdos, desacuerdos, rivalidades, escaladas simétricas, complementariedades sanas o rígidas, etc.).

Sin embargo, es factible que si se establece una puntuación distinta en la secuencia de hechos, es decir, si se altera cualquiera de los tramos de la cadena, puede generarse una nueva realidad.

En el último ejemplo, si el padre cambia su actitud y recibe a su hijo con un abrazo por los esfuerzos que realiza en la escuela, seguramente algo diferente experimentará el hijo y él mismo. Por tanto, tendrá una reacción distinta a la original y este pequeño acto podrá generar una secuencia tal vez opuesta a la construida hasta el momento.

El mundo se construye a través del lenguaje. Todo el complejo de signos que componen la lengua, sumados a la cantidad infinita de signos paraverbales que caminan en paralelo, hacen que construyamos cotidianamente nuestro vivir y realidad a cada momento.

En cambio, si pensamos que debemos descubrir la realidad externa a los ojos, suponiendo que existe una realidad real que debemos develar, el lenguaje se reduce tan solo a una mera representación del mundo. Y esa es una definición muy pobre del lenguaje.

Sin duda, aunque la forma sea descriptiva, el lenguaje encierra es imperativo epistemológico que lleva a imponer constructos, con sus significaciones consecuentes.


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  • Ceberio, Marcelo R. (2006). La buena comunicación. Las posibilidades de la interacción humana. Barcelona: Paidós. Watzlawick, Paul; Beavin, Janet H.; Jackson, Don D. (1971) (2002) Teoría de la comunicación humana, Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires.

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