El origen del sentimiento constante de abandono

El origen del sentimiento constante de abandono
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Última actualización: 05 agosto, 2020

Algunas personas sufren un sentimiento constante de abandono que les produce un gran desasosiego, ya que sienten que los demás siempre les van a dejar. De hecho, son muy observadoras. Cualquier palabra o acción es analizada al milímetro para confirmar lo que tanto temen: “no quiere estar conmigo, le soy indiferente o no me quiere”.

En muchas ocasiones, pueden equivocarse. Sin embargo, cuando entramos en una relación con algún tipo de miedo a que la otra persona nos abandone, es posible que esto suceda. El motivo por el que ocurre es porque el temor es tan potente, que estas personas establecen vínculos de apego insanos. Este miedo les hace controlar, atosigar y desconfiar del otro. Al final, la relación se desgasta y acaba por terminar.

También sucede que las relaciones suelen cambiar con el tiempo. Los amigos que podamos tener ahora y con quienes hablamos a menudo, puede que en el futuro acaben por marcharse. Las vidas y las relaciones se transforman. Por desgracia, el sentimiento constante de abandono que tienen algunas personas les impedirá ser conscientes de ello. Su miedo a perder a los demás les hará creer que cualquier cambio en una relación es negativo.

El apego que se desarrolla en la infancia

Para comprender a todas esas personas que tienen un sentimiento constante de abandono, es necesario que fijemos nuestra atención en su infancia. A pesar de ser una etapa de la que apenas nos acordamos, en ella se desarrolló algo muy importante y que marca todas las relaciones que tenemos cuando somos adultos: el vínculo de apego.

“Para ser un adulto independiente y seguro debió haber sido un bebé dependiente, apegado, sostenido; en pocas palabras, amado”.

-Sue Gerhardt-

gota de agua simbolizando el sentimiento constante de abandono

El apego es el vínculo emocional que desarrollan todos los niños con sus cuidadores. Ellos son las figuras que cubren sus necesidades y les aportan seguridad. Según varias investigaciones, si en la edad adulta tenemos un sentimiento constante de abandono es porque el apego no se ha desarrollado de una manera sana. Por lo tanto, es posible que en la infancia existieran algunas carencias. A continuación veremos algunas de las más frecuentes.

Factores que provocan el sentimiento constante de abandono

  • Falta de afecto. Si los cuidadores no abrazan, no acarician, no brindan afecto físico, el niño crecerá con falta de cariño. Lo mismo sucederá si nunca le dicen nada agradable. Hay múltiples tipos de muestras de afecto que no son solo físicas y que son necesarias.
  • Cuidadores ausentes. Muchas de las personas con un sentimiento constante de abandono tienen la sensación de que sus padres les prestaron poca atención. Puede que estuvieran muy centrados en su relación, quizás estaban ausentes o demasiado ocupados. La cuestión es que experimentaron un sentimiento de ausencia muy profundo.
  • Modelo de relación dañina. La interacción entre los padres es fundamental a la hora de construir la seguridad de que no nos van a abandonar. La presencia de infidelidad, por ejemplo, suele ser muy dañina para la seguridad del niño. En estos casos, es habitual que interprete que todas las personas son “infieles” y que siempre les dejarán.

El sentimiento constante de abandono es un peso muy cargante; sin embargo, en la infancia fue un mecanismo de defensa para sobrevivir. En lugar de desarrollar un apego seguro, se optó por el desarrollo de un vínculo  inseguro-ambivalente el cual estará presente en las relaciones de la edad adulta. De este modo, la persona desconfiará y estará alerta ante cualquier posible engaño, pero al mismo tiempo dependerá de la otra persona para que cubra su necesidad de afecto.

La repetición de los mismos patrones

Si te has sentido identificado con la descripción del sentimiento constante de abandono, lo más probable es que te hayas sumergido en relaciones en las que tu pareja te haya sido infiel, haya estado demasiado apegada a sus padres o no te prestase atención porque no dejaba de trabajar nunca. De manera inconsciente, puede que estés repitiendo el patrón de  abandono sufrido en la infancia. La única diferencia es que se produce en otros contextos y con otras personas.

La primera vez que descubrimos el impacto que tuvo nuestra relación con nuestros padres sobre nuestra vida adulta, puede que nos enfademos y les echemos la culpa de todo lo que nos ocurre. Sin embargo, es necesario recordar que ellos hicieron todo lo que pudieron en su momento. Además, ahora que has crecido, tú eres el único responsable de todo lo que haces y de las decisiones que tomas. Culpar no te va a ayudar, pero trabajar en ti mismo sí.

Hombre solo en el mar

La mejor manera para sanar ese tipo de apego insano que aprendiste en tu infancia es hacer un trabajo de autoestima. Esto te permitirá aprender a cubrir tus carencias para dejar de intentar que lo hagan los demás. Empezar a cultivar seguridad te ayudará a confiar tanto en en ti mismo como en las demás personas y de este modo, podrás tener relaciones sanas.

Ten en cuenta que no puedes controlar ni borrar lo que te sucedió cuando eras pequeño. Pero ahora, puedes decidir si quieres resolverlo. Para ello, lo más importante es tomar las riendas de tus propios sentimientos. El camino hacia las relaciones sanas no es sencillo, pero merece la pena.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.