Formará parte de mi vida quien me demuestre que me hace bien
“Deben formar parte de mi vida aquellas personas que me sumen, que me aporten y que tengan la intención de hacerme bien”. Este es uno de los mensajes que debemos transmitirnos cuando nos sintamos defraudados.
En nuestras relaciones no todo es de color de rosa y a veces los conflictos que mantenemos con los demás nos hacen daño y nos someten. Esto puede ser algo perfectamente normal siempre y cuando logremos resolverlo de manera adecuada.
Sin embargo, a veces la ausencia de reciprocidad, las malas acciones y la negatividad nos hace plantearnos que quizás hay que tomar decisiones y separar caminos.
El duro momento de la separación
Algunas separaciones son vitales para nuestro crecimiento. No obstante, decir adiós es muy duro, y lo es más cuando en esa despedida tenemos que despedir a una parte importante de nuestra esencia.
En este sentido, cuando soltamos y tomamos la decisión de poner un punto y final, debemos dar antes las gracias por aquello que hemos aprendido y desaprendido dando vueltas y vueltas a algo que no nos ha hecho bien. Así que otra forma de darle sentido a las separaciones es comprendiendo que todo, absolutamente todo, nos hace aprender y nos muestra algo que no vemos.
“La vida es potencialmente significativa hasta el último momento, hasta el último suspiro, gracias al hecho de que se puede extraer significado hasta del sufrimiento.”
-Viktor Frankl-
Cuando nos hiere el NO amor
Ser personas no amadas genera en nosotros dos graves heridas, la del abandono y la de la humillación. La segunda es más difícil de reconocer porque supone darle luz al sufrimiento y hacer nuestro aquello que consideramos un fracaso pero que en realidad nos hace personas.
Que no nos haga bien y no nos quiera alguien para quien coleccionábamos motivos y por quien éramos artífices de historias maravillosas supone una rasgadura en nuestros patrones afectivos.
Esto nos desubica y por un tiempo solo podemos escuchar el eco de un redoble de tambores que nos frustra y que no sabemos parar porque no logramos adivinar de dónde procede ni cómo comunicarnos con ellos.
Por mucho que nos queramos a nosotros mismos, por mucho que nos conozcamos y por muy determinantes que seamos con nuestras decisiones, tomar la decisión de decir adiós es algo tremendamente doloroso siempre.
“Siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la vida. Si insistes en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, pierdes la alegría y el sentido del resto. Cerrando círculos, o cerrando puertas, o cerrando capítulos, como quieras llamarlo.
Lo importante es poder cerrarlos, y dejar ir momentos de la vida que se van clausurando.
No podemos estar en el presente añorando el pasado. Ni siquiera preguntándonos por qué. Lo que sucedió, sucedió, y hay que soltarlo, hay que desprenderse. No podemos ser niños eternos, ni adolescentes tardíos, ni empleados de empresas inexistentes, ni tener vínculos con quien no quiere estar vinculado a nosotros.
¡Los hechos pasan y hay que dejarlos ir!”
-Paulo Coelho-
No volvemos a ser los mismos después de un adiós
En las despedidas siempre hay algo que se nos rompe por dentro, que rasga nuestras ilusiones, nuestras esperanzas y nuestros sentimientos. Esta parte ya nunca volverá a ser igual, ya nunca más se reconstruirá ni amanecerá con nosotros cada día.
Esto nos hace sentir nostalgia y una profunda pena, generando fantasías sobre lo que pudo ser y no fue, así como un tremendo miedo a la despedida que nos empuja a aferrarnos a imposibles.
Al fin y al cabo cerrar las puertas de nuestra vida a alguien constituye un duelo y en un proceso como tal se sufre. Pero este tipo de despedidas son necesarias para reencontrarnos y para resituar nuestra afectividad y nuestro ser emocional.
Las personas cambiamos y con nosotras lo hacen nuestras relaciones en el mundo. Esto ocurre aunque pongamos todo nuestro empeño en que no suceda. Sin embargo, decir adiós a aquellas relaciones que no nos hacen bien y que no tienen remedio es nuestro salvavidas.
Así que cuando nos demos cuenta de que algo no está yendo bien y que los buenos sentimientos brillan por su ausencia sin motivo, es importante que nos repitamos que tenemos la capacidad de elegir a quién queremos en nuestra vida y quién debe salir de ella.