No es más fuerte quien más soporta, sino quien es capaz de “soltar”
Sabemos que no es fácil. Que a menudo nos repiten aquello de “pues déjalo todo y haz lo que de verdad deseas”… Ahora bien ¿cómo llegar a hacer semejante cosa? En ocasiones algo así sería poco más que un acto dramático en el que desprendernos de demasiadas cosas, e incluso de personas. Sin embargo, no es más fuerte quien más soporta, sino quien sabe “soltar”.
Como todo en esta vida, hay que saber mantener un sano equilibrio. Cada uno de nosotros tenemos una esencias básicas, unos pilares a los que no podemos renunciar: tu familia, tus hijos, ese trabajo que te ofrece casa y alimento…
No podemos romper con todo para darle al botón de reinicio si en un momento dado nos sentimos saturados. Ahora bien, dentro de esos pilares básicos sí habrá cosas que podamos cambiar, e incluso “soltar”.
¿Cuántos pesos arrastra tu cuerpo? ¿Cuántas preocupaciones almacena tu mente? En la vida solo valen las esencias, el amor a uno mismo y a los demás, los sentimientos que se ofrecen con respeto y altruismo. Lo demás, son cargas que nos vuelven prisioneros en un mundo que es demasiado breve para el sufrimiento cotidiano…
Hay que “dejar ir” el priorizar demasiado a los demás antes que a uno mismo. Hay que anteponer el valor de las emociones y los buenos momentos a las preocupaciones, a las presiones. Y si dentro de ese panorama personal, de ese microuniverso que nos define y nos envuelve, hay alguien que nos hace daño y que envenena nuestro presente, entonces, también deberemos romper el vínculo.
Por nuestra salud, por nuestro equilibrio personal… Reflexionemos hoy sobre el “concepto real de fortaleza”.
Cuando caemos prisioneros de la infelicidad
Si buscamos en el diccionario la definición de fortaleza descubriremos varias definiciones que deben hacernos pensar. Tenemos en primer lugar el concepto de “fuerza y vigor”. También encontramos la imagen del “recinto fortificado a modo de castillo o ciudadela”. Pero a su vez, leemos también la idea de que es una “virtud cardinal que consiste en vencer el temor y huir de la temeridad”, y es ahí donde hemos de detenernos.
A menudo, cuando nos encontramos con alguien y le preguntamos aquello de “cómo te va”, nos cuentan por ejemplo, que tienen un jefe que no les trata demasiado bien, que a penas tienen tiempo para los niños, que su pareja se ha vuelto algo exigente y egoísta, y que apenas pueden ni mirarse al espejo.
Nosotros, preocupados, no podemos decir más que un “cuídate”, leyendo en su rostro muchas más cosas de las que dicen sus palabras. Y en efecto, podemos verlos también como personas fuertes porque afrontan el día a día con entereza dándolo todo por los demás. No obstante, lo más posible es que llegue un momento en que acaben cayendo.
Y puede que la caída no sea física, pero sí emocional: la insatisfacción, la sensación de estar “clavados”, sin opción a desarrollar su crecimiento personal. Son personas que lo dan todo por los demás, que aman con sinceridad, pero que no reciben nada a cambio, que la vida se arrastra ante ellos sin darles el aliento de una felicidad sencilla…
Volviendo a la definición del diccionario sobre la fortaleza como virtud de vencer el temor y huir de la temeridad, podríamos añadir también que una persona no es fuerte solo por huir o vencer aquello que tememos. Ser fuerte es también darse prioridad a uno mismo y saberse dueño de su vida, dejando ir lo que en ocasiones nos hace daño, o nos impide avanzar con integridad y equilibrio.
Cómo ser fuerte en el día a día
Ser fuerte es despertarse cada mañana encontrando algo que nos de sentido, algo que ilusione cada mañana desde el mismo momento en que ponemos el pie en el suelo tras bajar de la cama. El mundo, aunque no lo creamos también está lleno de “personas sin vida”, seres que vagan a nuestro alrededor sin propósitos, sin esperanzas o proyectos. Tener una ilusión e ilusionarnos por nosotros mismos nos ofrece un proyecto vital, nos ofrece fuerza y entereza.
La fortaleza no está tampoco en quien tiene poder, en quien tiene capacidad para controlar o dominar a otros. Ser fuerte es también gozar de nuestra libertad, de evitar esos apegos tóxicos que hacen daño y que nos impiden crecer.
Ser fuerte es también saber decir que NO a quien se prioriza solo a si mismo, a quien solo ve su propio ombligo y su propio universo sin percibir el sufrimiento ajeno o el vacío emocional que provoca su actitud.
Serás fuerte si te atreves también soltar aquello que no te hace feliz, ya sean personas, cosas, escenarios o incluso pensamientos. Porque en ocasiones no solo lo que está fuera nos hace daño, en ocasiones, también nuestra propia actitud ante determinadas cosas puede ponernos muros y barreras.
Rompe con todo lo que cerque tu vida, con aquello que te quite el aliento y que hiera tu corazón. Eres el protagonista de esta vida fugaz donde solo somos breves inquilinos, así que ama con fuerza a quien lo merezca y cultiva esa fortaleza que da alas a tus sueños y raíces a tus valores
Cortesía imagen Lucy Campbell, Amanda Cass.