La importancia de la empatía para hablar con niños
Pongámonos en situación. Supongamos que tenemos un niño con serias dificultades para organizarse antes de ir al cole. Le pedimos que se dé prisa, pero se aturulla. Aquí, como padres, podemos sentir frustración porque el pequeño no puede hacer algo que para nosotros es muy sencillo. Así, aunque seamos conscientes de la importancia de la empatía para hablar con niños, no es menos cierto que hay situaciones que nos ponen a prueba.
Si bien la reacción puede ser de frustración porque el chico no se organiza para hacer algo que los progenitores ven como una acción muy simple, ¿están siendo estos adultos conscientes del reto que está afrontando el pequeño?
Entonces, ¿qué hacer? Como adultos, frustrarnos y actuar en caliente puede provocar enfados, discusiones y, lo que es peor, traspasar la frustración al propio niño. Pero, ¿hay solución?
La hay. Sería conveniente cambiar la dinámica, contener los gestos de frustración e incorporar la empatía a la comunicación. Si nos ponemos en su ligar, sin dejar de ser adultos, les podremos ayudar.
La empatía
El profesor de la School of Education y ex director del Center for Research on Leraning de la Universidad de Kansas Donald Deshler considera que la empatía es una forma de conectar con el niño, diciéndoles con nuestro feedback que conocemos las emociones que están experimentando.
Deshler cree que es importante que los niños sean capaces de procesar el mensaje que les enviamos cuando empatizamos con ellos: no están solos, queremos entender sus sentimientos y apoyarles en todo momento.
Por eso, tanto Deshler como otros profesionales estiman que podemos encontrar cuatro componentes básicos en la empatía para hablar con niños. Estos serían:
- Consideración del punto de vista de la otra persona tratando de mirar a través de los ojos del niño.
- No emisión de juicios y conclusiones precipitadas.
- Entendimiento de los sentimientos ajenos. En este caso, seremos comprensivos con el sentir del niño, sin exageraciones, con sinceridad.
- Comunicación comprensible con el niño desde un punto de vista adaptado a sus necesidades. No hemos de intentar solucionar sus problemas, pero sí hacerle saber que los entendemos y le podemos echar una mano.
Las emociones
Aunque son términos familiares, no confundamos la empatía con las emociones. En este caso, no estamos compadeciendo a la otra persona. Le hacemos saber que le entendemos y que somos conscientes de los retos que afronta y cómo estos condicionan su estado emocional.
Por eso es importante ponerse en lugar del pequeño, con su mente menos desarrollada que la nuestra. Así sabremos por qué el chico actúa como lo hace. Y es que es muy necesario conectar con el niño a nivel emocional, entenderlo y aceptarlo. Solo así podremos comprender con exactitud sus sentimientos y sus comportamientos.
Por eso, para establecer una comunicación que le ayude, dejaremos que el pequeño reconozca las emociones en nosotros. Así, niño y adulto compartiremos sentimientos y entenderemos el punto de vista del otro, de forma que podamos ayudar al pequeño de una forma más eficaz.
La empatía para hablar con niños
¿Cómo podemos hablar con los niños siendo empáticos? Vamos a poner un ejemplo sencillo:
- Supongamos que el niño ha suspendido una asignatura en el colegio. Es habitual decir algo así como: “si te hubieras esforzado más, seguramente habrías aprobado”.
- Bien, pues no es interesante usar estos términos desde un punto de vista empático, ya que no reconocemos sus sentimientos. Tampoco estamos teniendo en cuenta los obstáculos que han podido provocar que el niño suspenda esa asignatura. Así pues, es difícil que nuestras palabras sean la cerilla que prenda la mecha del cambio.
- ¿Cómo sería conveniente actuar? Por ejemplo, construyendo la frase de esta forma: “sé que esta asignatura no te gusta mucho, pero, ¿es posible que pudieses haber estudiado más? Sea como fuere, ¿en qué te puedo ayudar para que no te resulte tan difícil?”
De esta forma, el niño no solo se siente comprendido, también encuentra en ti una ayuda o un recurso para hacer aquello que le animas a hacer. Si se siente perdido, va a saber a quién acudir. Por otro lado, si alcanzáis un acuerdo, va a ser más fácil que lo cumpla porque el pequeño ahora siente que formáis un equipo.
Por todo ello, en resumen, la empatía es el cultivo de la cercanía, el mejor punto de partida para que reciban el mensaje de que pueden contar con nosotros. Por otro lado, es una habilidad que requiere práctica y una buena dosis de autorregulación, pero sin duda los resultados de emplearla merecen la pena.
“La educación emocionalmente inteligente enseña al niño a tolerar la frustración y a comprender y aceptar que los demás también tienen necesidades y derechos”.
-Elsa Punset-
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- Deshler, D., Lenz K. (2003).
- Teaching Content to All : Evidence-Based Inclusive Practices in Middle and Secondary Schools
- . Boston: Allyn & Bacon, Incorporated.