La pintura del miedo es la marca del guerrero

Nuestro cerebro, es naturalmente sabio: ante una situación de peligro, instintivamente tendremos miedo. Pero el miedo a perder a alguien, ¿por qué sucede? ¿A qué peligros tememos?
La pintura del miedo es la marca del guerrero
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Equipo Editorial

Última actualización: 14 abril, 2016

El miedo es una emoción humana a la que nos enfrentamos día a día. Como dice Eduardo Galeano: si respiras tendrás contaminación, si hablas puedes perder el trabajo, si sales a la calle te puede pasar algo, si reflexionas tendrás angustia, si amas puedes sufrir. Pero para levantarse hay que saber caerse, para ganar hay que saber perder. Y esa es la vida, no más.

No podemos permitir que nuestra existencia no sea plena por una emoción que podemos controlar, porque la gestión de ese miedo es lo que nos hará madurar y ser capaces de vivir la vida que deseamos. Las personas más sensibles son las que más angustia sienten ante determinadas situaciones y son las que necesitan un trabajo más profundo de autoreflexión.

“No tengas miedo del destino, no tengas miedo a la distancia. Mi corazón está en tu alma, porque yo siempre estoy muy cerca de tu amor.”

-Celeste Carballo-

El origen del miedo a perder

Esta emoción es una consecuencia de nuestro instinto natural. Ante una situación del peligro tenemos miedo y el miedo a perder se relaciona ancestralmente con algo malo, si se perdía la cosecha no había alimento, si perdíamos nuestro prestigio nos podían excluir del grupo.

Pero actualmente, la situación es muy distinta y los miedos a los que nos enfrentamos son muy diferentes, si tememos perder a nuestra pareja puede que se deba a nuestro miedo a la soledad, si nos da miedo perder nuestro trabajo podría deberse a la idea de no tener ingresos. Es decir, con el paso del tiempo, el miedo a perder sigue existiendo, pero se ha transformado.

Mujer de espaldas con corsé

Si el miedo a perder se gestiona adecuadamente, con optimismo y de forma racional, es posible que logremos ver la posible pérdida como una ganancia. Por ejemplo, si perdemos nuestro trabajo, es probable que tengamos la oportunidad de encontrar un trabajo mejor o trabajar en lo que realmente nos apasiona.

Si la persona a la que amamos nos deja y la perdemos, podremos conocer a otras personas o disfrutaremos de nuestra soledad durante un tiempo, lo que nos permitirá conocernos mejor a nosotros mismos. En definitiva, se trata de ver la pérdida no como algo negativo, sino como una oportunidad, una vía para poder cambiar y evolucionar como personas, incluso una vía para alcanzar nuestros sueños y hacerlos realidad.

El miedo a perder al ser amado

Uno de los miedos más habituales es el de perder a la persona que amamos, pero no podemos olvidar que el amor no es posesión. Una relación de pareja en la que queremos controlar a la otra persona, que sea nuestro o nuestra, que viva solo para nosotros, que no haga nada sin nosotros, no es una relación sana. El amor es respetar la libertad y la individualidad de la otra persona y dejarle ser quien es. Por ese motivo, es necesario gestionar adecuadamente el miedo a perder al ser amado.

Amar es un riesgo siempre, pueden ocurrir mil cosas en una relación de pareja, puede que exista una pasión inicial que desaparezca al poco tiempo, puede que después de muchos años el amor desparezca o se transforme en otro sentimiento. En cualquier caso, el miedo a perder a la persona que amamos no debe paralizarnos sino enseñarnos a expresar lo que tememos, a confiar y a dejar ir si es necesario.

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El miedo a perder al ser amado o a perder algo en general, requiere una reflexión para ser superado, es importante pensar por qué tenemos esta emoción, qué es realmente lo que tememos. ¿Tememos perder al ser amado o tememos a la soledad?, ¿tememos perder nuestro trabajo o tememos el “qué dirán”? Si conocemos la causa última de ese miedo, ya habremos dado un paso para comenzar a vencerlo.

El temor a la pérdida debe ser superado paso a paso, comenzando con cosas pequeñas que no entrañen un gran riesgo y que nos hagan ver que en la mayor parte de las ocasiones esta emoción no tiene ningún fundamento, porque lo más probable es que la mayor parte de las cosas que nos dan miedo nunca sucedan.

Si en algún momento uno de tus miedos se hace realidad, ese será el instante en el que tendrás que pensar en una solución y no antes. Esa pérdida debe ser una oportunidad para aprender a seguir adelante, nunca para paralizarnos y alimentar al miedo.

“La soledad no me debilita, me fortalece, me llena de algo extraño que me nutre, que me habla de noche, me cuenta cuentos, historias que son verdad, que son verdades.”

-Chavela Vargas-


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