Más allá de la Tourette: los trastornos motores

El síndrome de la Tourette eclipsa a veces al resto de trastornos motores. Además, no todo trastorno motor que implique movimientos es un tic, pues también existen los movimientos estereotipados. En este artículo resolvemos las dudas sobre los trastornos motores, centrándonos en las diferencias entre ellos para diferenciarlos.
Más allá de la Tourette: los trastornos motores
Loreto Martín Moya

Escrito y verificado por la psicóloga Loreto Martín Moya.

Última actualización: 01 febrero, 2022

Los trastornos motores se encuentran clasificados dentro de los trastornos del neurodesarrollo. Como indica su nombre, estos trastornos aparecen en el inicio del desarrollo de forma precoz, a menudo antes de que el niño comience la primaria.

Un trastorno del neurodesarrollo produce deficiencias a nivel social, familiar o académico, convirtiendo la cotidianeidad de la persona en algo azaroso.  Dentro de los trastornos del neurodesarrollo encontramos, entre otros, los trastornos motores .

El trastorno motor más representativo es el síndrome de la Tourette, “famoso” por los tics. No obstante, no es el único trastorno motor que un niño puede sufrir dentro del espectro de los trastornos motores.

A continuación, se explicarán cuáles son esas otras afecciones escondidas bajo la sombra de la Tourette y se darán pautas útiles para realizar un diagnóstico diferencial adecuado.

Palabra Tourette

Trastorno del desarrollo de la coordinación

El trastorno del desarrollo de la coordinación es un trastorno motor que afecta aproximadamente al 6 % de los niños de entre 5 y 11 años. Esta afección se refiere a la alteración clínicamente relevante de la coordinación motora.

Esta falta de coordinación ha de tener un impacto en la vida de aquellos que se ven limitados —en el caso de un niño, afectar, por ejemplo, a su rendimiento académico—.

Lo interesante del trastorno del desarrollo de la coordinación y de, en general, los trastornos motores, es que esta falta de coordinación no viene precedida por ninguna enfermedad. Tampoco existe discapacidad intelectual en los niños con trastorno del desarrollo de la coordinación.

Podemos observar la presencia de este trastorno en ciertas conductas que los niños pueden llevar a cabo. Por ejemplo, es típico que los pequeños con este trastorno tengan problemas para sujetar objetos, caminen de una forma muy inestable, choquen con otros niños en la fila del comedor o se tropiecen con sus propias extremidades.

Los niños con trastorno del desarrollo de la coordinación tienen una ejecución de habilidades motoras coordinadas muy por debajo de la media de su edad. Es poco preciso a la hora de coger objetos y lento a la hora de utilizarlos o manipularlos. Además, afecta tanto a la motricidad fina como a la gruesa.

¿La edad es relevante?

Al hablar de desarrollo, las diferencias de edad son importantes. Además, en este trastorno también influye el CI del niño. En niños más pequeños, podemos ver que existe un retraso en la consecución de hitos en el desarrollo motor —con hitos nos referimos a gatear, caminar, sentarse solo, atarse los zapatos…—.

En el caso de los niños más mayores, se observa mucha dificultad en tareas motoras, como jugar a la pelota o escribir.

El problema a la hora de diagnosticar esta afección es que los hitos motores de cada niño pueden variar y unos adquirir algo que otros tardarán más en hacer suyo.

No obstante, es importante intervenir lo más rápidamente posible puesto que los déficits en la adquisición de habilidades motoras básicas pueden retrasar o aumentar la demanda de esfuerzo a la hora de manejar habilidades complejas.

Trastorno de movimientos estereotipados

El siguiente trastorno motor, el trastorno de movimientos estereotipados, se refiere a la repetición continuada de movimientos (gestos, posturas, mímicas…) sin finalidad aparente. Es un trastorno que suele aparecer en los niños institucionalizados y puede estar relacionado con discapacidad intelectual.

En el DSM-5 se ponen como ejemplos de movimientos estereotipados las siguientes acciones: sacudir o agitar las manos, balancear el cuerpo, dar cabezazos, morderse, golpear el propio cuerpo…

Al ser una conducta motora repetitiva bastante disruptiva, esta suele tener un impacto en el bienestar del niño, afectando a sus actividades sociales y académicas.

Es importante entender que el trastorno de movimientos estereotipados no es, por ejemplo, tricotilomanía, que es un trastorno obsesivo-compulsivo con unos mecanismos totalmente diferentes a los de los trastornos motores.

Este trastorno puede estar asociado a una condición médica o genética conocida, como puede ser el síndrome de Lesch-Nyhan o la exposición intrauterina al alcohol. También aparece en ambientes con estimulación insuficiente o en niños con déficits sensoriales graves (ceguera o sordera).

La autoagresión en los movimientos estereotipados

Este trastorno conlleva tanta dificultad para aquel que lo sufre porque a veces, esas estereotipias conllevan una autolesión. El niño no agita las manos, pero araña su brazo con vehemencia.

Esto puede estar relacionado con el nivel de discapacidad intelectual, que cuando es mayor puede conducir a movimientos estereotipados autolesivos.

El porcentaje de comportamientos autolesivos englobados en el trastorno de movimientos estereotipados es de 4-16% en niños y adolescentes con discapacidad intelectual que viven en comunidad; y del 10-15% de niños con discapacidad intelectual que viven institucionalizados.

Las estereotipias pueden cambiar a lo largo del tiempo. Los comportamientos autolesivos pueden no haber aparecido y hacerlo mucho después de que apareciera la primera estereotipia, y viceversa.

Trastornos de tics

Los trastornos de tics están compuestos por cuatro categorías diagnósticas:

  • El síndrome de la Tourette.
  • El trastorno de tics persistente.
  • El trastorno de tics transitorio.
  • El trastornos de tics no especificados.

En el DSM-5 se encuentra la siguiente definición de tic:

Un tic es una vocalización o movimiento súbito, rápido, recurrente y no rítmico.

El diagnóstico de un trastorno de tics se basa en la presencia de diferentes tipos de tics, en su duración y la edad en la que estos empezaron.

Para diagnosticar el síndrome o el trastorno de la Tourette, tienen que existir tics motores múltiples y uno o más tics vocales; no tienen por qué haber aparecido en el mismo momento. Estos tics aparecen intermitentemente en frecuencia, pero su presencia persiste más de un año desde que aparece el primer tic.

En el caso del trastorno de tics persistentes, los tics pueden ser de naturaleza vocal o de naturaleza motora. Se diferencian de la Tourette porque estos no pueden aparecer a la vez. Solo hay un tipo de tic. Además, estos también han de haber estado presentes durante mínimo un año.

Por otro lado, en el trastorno de tics transitorio pueden existir ambos tipos de tic, pero haber estado presente durante menos de un año. Aunque las diferencias parecen nimias son muy relevantes para el diagnóstico diferencial y el planteamiento de un trabajo terapéutico.

Niño tosiendo por tic

¿Los movimientos estereotipados no son tics?

Los movimientos estereotipados o estereotipias no equivalen a los tics. Son términos que engloban dimensiones diferentes.

Los movimientos estereotipados aparecen normalmente antes de los 3 años, mientras que los tics tienen una media de edad de comienzo de 5-7 años. Las estereotipias siguen un patrón fijo, son movimientos muy parecidos siempre, mientras que los tics tienen una presentación más variable.

Por otro lado, las partes del cuerpo a las que afectan son diferentes. Las estereotipias suelen estar relacionadas con las extremidades —brazos y piernas— o el torso o cuerpo entero, mientras que los tics comprometen a los ojos, la cara, la cabeza y los hombros.

Además, tipológicamente tampoco son iguales, puesto que las estereotipias son rítimicas y dilatadas en el tiempo, mientras que los tics son rápidos, aleatorios y breves.


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