Pasión y obsesión ¿cuál es la diferencia?

Pasión y obsesión son dos realidades en las que nos encontramos motivados a hacer un gran esfuerzo. Sin embargo, mientras que la pasión te lleva a crecer y superarte, la obsesión ejerce una influencia negativa sobre tu vida.
Pasión y obsesión ¿cuál es la diferencia?
Gema Sánchez Cuevas

Revisado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 18 agosto, 2020

Pasión y obsesión son dos realidades muy próximas, pero también muy diferenciadas. Mientras que la primera corresponde a un gran caudal de energía emocional que lleva a superar los propios límites y a ir más allá de donde siempre se ha ido, la segunda paraliza la voluntad, o más bien la fija a límites muy reducidos.

También hay que decir que pasión y obsesión son realidades contiguas. Es decir, que en muchos casos se comienza con pasión por algo y cuando se cruza cierta frontera se entra en el terreno de la obsesión. Entonces, podría decirse que la obsesión es una suerte de exceso de pasión.

Es plausible afirmar que pasión y obsesión son dos caras de la misma moneda. Ambas realidades subjetivas están hechas de gran compromiso emocional y máxima atención y enfoque. Sin embargo, una representa la faceta constructiva y otra la destructiva.

Las pasiones son como los vientos, que son necesarios para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes”.

-Bernard Le Bouvier de Fontenelle-

Hombre pensando preocupado por la afantasia

Pasión y obsesión

En muchos casos, pasión y obsesión siguen una línea de continuidad dictada por factores externos. Lo habitual es que todo comience con alguna actividad que gusta y en la que de pronto se descubre un gozo muy especial. Es tan atractiva la labor que la persona comienza a apasionarse por ella.

La pasión hace que le dedique mucho tiempo a esa labor y que se esmere por hacerla cada vez con parámetros de mayor exigencia y perfección. Después vienen los logros y el reconocimiento por la actividad realizada y justo ahí pueden comenzar los problemas.

Resulta que la validación externa puede operar como un factor negativo. Lo que antes se hacía de forma espontánea y por el solo gusto se hacerlo, ahora se transforma en una actividad que busca obtener una respuesta específica de los demás. Ya no se disfruta el proceso, sino el resultado. Es entonces cuando puede comenzar a obsesionar.

Los laberintos de la obsesión

Cuando se incurre en la obsesión por una actividad, en razón a la respuesta que se obtiene de los resultados, el gozo se transforma en preocupación. Se depende de otros y esto inquieta y tensiona. De hecho, hay estudios en los que se muestra que se desarrolla una dependencia tal que incluso se puede incurrir en conductas poco éticas.

Como el resultado de las acciones y la respuesta validadora de los otros es algo que está fuera de control, a las pasiones obsesivas las acompaña la inquietud y, con frecuencia, la frustración. La dependencia de la validación ajena no es solo emocional, sino que se ha comprobado que también se torna física.

Hay evidencia de que ese exceso de preocupación por la aprobación ajena inunda al cuerpo de dopamina y con eso se sella una suerte de adicción. Esta, por supuesto, refuerza la dependencia y pone todo en otra lógica. Hay esfuerzo, incluso agotamiento, y, a la vez, resultados inciertos. Incluso se llega al punto de necesitar hacer trampa, todo para obtener el aplauso ajeno.

Mujer pensando en la diferencia entre pasión y obsesión

La dependencia de la aprobación externa

Sería mentira decir que una persona se puede despegar por completo de la opinión ajena y llegar a un punto en el que no le interese en absoluto la aprobación de los demás. Solo alguien extremadamente evolucionado espiritualmente logra eso. Los mortales comunes y corrientes sí dependemos en alguna medida de la aprobación.

¿A quién no lo pone feliz ganar un premio o reconocimiento por lo que ha hecho? Incluso en la vida diaria, toda persona siente algún grado de satisfacción cuando publica algo en las redes sociales y obtiene un “me gusta”, o recibe solicitudes de amistad, o incrementa su número de seguidores.

El secreto para no caer en las garras de la obsesión por la aprobación ajena está en darte cuenta a tiempo. Que cuando recibas ese “me gusta” por algo que dijiste sin mayores pretensiones, entiendas que lo importante es haber expresado algo que pensabas y que lo demás solo es un añadido que hoy está y quizás mañana no.

Se gana mucho cuando es posible disfrutar de lo que se hace o ser coherente con lo que uno piensa sin temor o ansiedad por el resultado. No es fácil desprenderte de la motivación que puede suponer la respuesta de los demás, pero hay que trabajar, siempre trabajar, para no caer en esa trampa. Que sea la pasión la que te guíe y no la obsesión.


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  • Piola, M. E. (2004). De la pasión por" uno mismo" a la obsesión por el otro. Comentarios sobre la ética de Emmanuel Lévinas. Utopía y Praxis Latinoamericana, 9(25), 121-128.

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