Rasgos que definen a los malos perdedores

Los malos perdedores suelen tener una opinión muy pobre de sí mismos. Cometer un error, equivocarse o quedar en segundo lugar significa para ellos un peligro: el de mostrarse débiles o falibles y quedar así al desnudo.
Rasgos que definen a los malos perdedores
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 14 enero, 2021

Cuando hablamos de malos perdedores no estamos haciendo referencia a quienes compiten en juegos o deportes, aunque también quepan dentro de este grupo. Sin embargo, no saber perder es algo que tiene consecuencias más relevantes en otros campos, como las relaciones sociales o laborales.

De hecho, uno de los rasgos de los malos perdedores es su dificultad para “jugar” en familia, en pareja, en sociedad. También en esos campos hay unas “reglas de juego” que a veces no nos complacen o que implican dificultades cuando se infringen. Si no se entiende esto, puede haber muchos problemas.

En los malos perdedores hay problemas de ego. Lo usual es que aparentemente tengan un “yo” gigante, como compensación para otro “yo” inseguro que está en el fondo y del que muchas veces ni siquiera se percatan. Eso los lleva a exhibir rasgos difíciles de asimilar, como los siguientes.

Los perdedores, como los autodidactas, tienen siempre conocimientos más vastos que los ganadores”.

-Umberto Eco-

Hombre con complejo de superioridad

Necesitan que los admiren

Los malos perdedores sienten una necesidad profunda de ser admirados por otros. Está claro que a todos nos gusta ser admirados, pero para quienes tienen un ego  que oscila entre lo superlativo y lo ínfimo, esta necesidad es mucho más acentuada.

Quizás sería más claro decir que no toleran perder porque sienten como si esto los disminuyera a los ojos de los demás. Para una persona con una autoestima bien asentada el error, la pérdida o la equivocación son tropiezos de los que a veces también se aprende. Para los malos perdedores, una herida de la que cuesta reponerse.

Exageran sus logros, uno de los rasgos de los malos perdedores

Asociado con lo anterior, quienes no saben perder suelen estirar su ego ante los demás, inflarse como pavos reales. No lo hacen porque tengan maldad o quieran hacer daño, sino porque necesitan compensar su sentimiento inconsciente de incompetencia o inferioridad.

Por eso, les gusta hablar de lo que hacen como si cada acto fuera una hazaña. En sus historias, ellos siempre son los protagonistas y quienes determinan el curso de los acontecimientos. Aparentemente, saben más, pueden más y son más, en general.

Tienen fantasías neuróticas de éxito

Los malos perdedores suelen fantasear con lo que son capaces de hacer y lograr. Quieren ser la voz cantante y sonante en diferentes circunstancias y se sienten molestos o frustrados cuando no lo consiguen. De una u otra forma, piensan que son ellos quienes deben tomar el mando.

Lo malo es que muchas veces no están capacitados o no son aptos para liderar a otros o para tomar decisiones frente a alguna situación. No son médicos, pero diagnostican o recetan, incluso si ni siquiera han leído sobre el tema. No son bomberos, pero dictan cátedra del buen bombero. También quieren ser decisivos para su pareja o su familia. No trabajan para merecerlo, sino que asumen que debe ser así de forma natural.

Suelen estar muy condicionados por la envidia

La envidia es un tema recurrente en la vida de los malos perdedores. Son muy dados a envidiar a otros, aunque jamás van a reconocerlo. Cuestionan, critican, demeritan, se comparan, etc., pero, a su juicio, no lo hacen porque esté presente el monstruo de los ojos verdes, sino porque ellos mismos tienen mejor criterio y quieren hacer visible la verdad para los demás.

Así mismo, este tipo de personas están convencidas de que los demás les envidian. Por lo tanto, si se les formula algún cuestionamiento o no se les reconoce algo que ellos consideran meritorio, dirán que todo se debe a la envidia. Descartan de plano la idea de que los otros tengan la razón. Para ellos es doloroso, e incluso lesivo, aceptar un error.

Chico envidiando a un compañero de trabajo

Tienen falsa autoestima

Todo lo anterior está relacionado con el rasgo esencial de los malos perdedores: la falsa autoestima. Esto quiere decir que de manera consciente están convencidos de su superioridad en algunos o todos los campos. Por eso, en apariencia son seguros y con un gran amor propio.

Sin embargo, de forma inconsciente tienen una opinión pobre de sí mismos. Es eso lo que los lleva a autoexaltarse tanto y a no saber perder. Les cuesta tolerar un “no”, bien sea de otra persona o de la vida misma. A veces llegan a cruzar los límites de lo legal, lo convencional o lo razonable solo para “no perder”.

Quienes son malos perdedores, ante todo, se engañan a sí mismos. El problema no está en los otros, ni en las situaciones, sino en su dificultad para aceptar su propia vulnerabilidad y falibilidad.


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  • Sasturain, J. (2011).
  • Manual de perdedores
  • . Sudamericana.

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