Por qué me enfado con mi pareja por todo y qué hacer

Constante irritación, discusiones sobre pequeños detalles, exasperación... ¿Pasa en tu relación? Este escenario tan común tiene algunas explicaciones que merece la pena conocer.
Por qué me enfado con mi pareja por todo y qué hacer
Sara González Juárez

Escrito y verificado por la psicóloga Sara González Juárez.

Última actualización: 09 marzo, 2024

Experimentar enfado con tu pareja «por todo» no es algo que solo te pase a ti. Muchas personas llegan a este punto cuando su relación atraviesa una crisis o se acerca a su final. No obstante, en ocasiones, es posible solucionar las raíces de esa sensación de hastío y frustración, salvando una relación que vale la pena.

Es importante llegar hasta el fondo del asunto, ya sea para convencerse de pasar página o para darle otra oportunidad a ese vínculo. En esta lectura te damos las claves sobre este tema.

¿Por qué me molesto con mi pareja a cada rato?

Un estado emocional de susceptibilidad constante, errores que se repiten una y otra vez, defectos que antes no parecían tan relevantes y ahora despiertan ira, frustración, hipervigilancia, rabia y tristeza. ¿Qué puede haber detrás de esta espiral? Vamos a dar algunas respuestas.

1. Problemas sin resolver

Algunos roces se pueden dejar pasar por su naturaleza circunstancial, como una mala actitud en un día concreto. Pero a veces se tiende a dejar atrás situaciones más graves por el miedo a enfrentar el conflicto. Esto, que funciona a corto plazo gracias a que las emociones se templan por sí mismas, no es tan útil a la larga.

La huella que dejan eventos significativos, como una agresión o una mentira, afecta la imagen que se tiene de la otra persona. Así, sus pequeños defectos toman importancia y causan conflictos, ya que el resentimiento permanece.

2. El enfado con tu pareja es efecto del desengaño

Es común que en las primeras etapas de una relación todo parezca perfecto e inamovible. Así resulta sencillo idealizar a la pareja, pero esto debería desaparecer a medida que se le conoce mejor y se solventan problemas.

Sin embargo, si este enaltecimiento de las virtudes del otro persiste, es normal que las expectativas sobre su comportamiento permanezcan lejos de la realidad.

De este modo, cuando tomes consciencia de sus defectos, llega el desengaño y teñirá el concepto que tienes sobre su valor, de forma que cualquier pequeño desaguisado parezca dramático. Es posible que ello derive en el complejo de Brunilda.

3. Ambos son dominantes

Por desgracia, una personalidad demasiado dominante solo encaja con una sumisa, y ni siquiera así se puede garantizar una relación sana. Cuando dos personas que tienden a imponer su punto de vista se encuentran, la satisfacción con la relación disminuye.

Esto ocurre incluso si ambos son muy compatibles, pues el problema es que ninguno de los dos busca puntos en común para resolver los conflictos.

4. Inconvenientes ajenos a la relación

El desahogo es un proceso útil para muchos cuando tienen ira acumulada. No obstante, no se debe confundir este alivio con la agresión redirigida, que es lo que comúnmente se conoce como «pagarlo con los demás».

Si crees que tu pareja lo hace todo mal y discuten a menudo, tal vez se deba a que tienes un estado de ánimo susceptible a causa de otros problemas en tu vida.

5. La relación no funciona

No se debe descartar que tu enfado constante esté justificado y por eso sientes que tu pareja te agota psicológicamente. A veces, las relaciones dejan de funcionar y las señales son claras: la incompatibilidad se manifiesta en cada interacción.

Puede haber muchas razones y es bueno encontrarlas y analizarlas, pero es probable que tu frustración dé pie a que rompas con esa persona y pases página.

6. Mala comunicación

En ocasiones, las dificultades que surgen se quedan enquistadas por no tener una comunicación efectiva. Si no son capaces de expresarse y escucharse con claridad y apertura, es fácil que algo que empezó como un malentendido acabe como una discusión de horas.

7. Se «adivina el pensamiento»

Llegado un punto en una relación con alguien, su comportamiento resulta fácil de predecir. Pero nadie es consistente y coherente al 100 %, por lo que no conviene que des cosas por sentado. Por ejemplo, si te desconcierta que tu novio/a te conteste mal de repente, no asumas que hiciste algo indedibido y pregunta.



¿Cómo arreglar un enfado con mi pareja?

Aunque esta situación parece abocada a la ruptura, es posible que un análisis en profundidad y una buena comunicación logre que la relación tome un nuevo rumbo más positivo. Veamos algunos consejos para saber qué hacer ante el constante enojo con tu pareja.

1. Analiza las causas de tu constante molestia

Ya has dado el primer paso: notar que cualquier cosa que haga la otra persona te molesta. A partir de aquí, el camino a seguir es analizar qué emociones concretas se despiertan. Tampoco debes dejar de lado tus pensamientos y las circunstancias externas en las que se producen estos enfados.

2. Pon las cartas sobre la mesa

No evites los conflictos. Cuando salga a la luz un rencor del pasado, busca un momento propicio para hablarlo y solucionarlo. De esta manera, las emociones que podrían causar tu susceptibilidad se resolverán.

3. Aplica una comunicación asertiva y empática

Relacionado con lo anterior está el trabajar en las habilidades de comunicación. Para arreglar algo que nos enfada, es crucial ponerse en el lugar del otro y dejar que se exprese, pero también ser capaz de manifestar las propias emociones sin hacer daño.

Establecer límites, llegar a acuerdos o terminar la relación son decisiones que deben tomarse tras una conversación sincera y bienintencionada.

4. Practica la relajación

Las reacciones dentro de este marco emocional de susceptibilidad suelen ser rápidas y explosivas. Así solo se camina hacia la agresión o la evitación, por lo que te resultará útil practicar ejercicios de relajación y respiración que ralenticen tu accionar. La respiración diafragmática es una de las técnicas más empleadas y útiles a este respecto.

Salir de la situación que te enoja, contar hasta 10 antes de contestar o tomarte un tiempo antes de abordar una conversación, también son métodos útiles y fáciles de aplicar.

5. Enfócate en las soluciones

Una vez has mejorado tu forma de expresarte y consigues gestionar las emociones, es el momento de buscar soluciones. Incluso si minimizas las discusiones, una relación no puede ser sana si arrastra problemas. Por eso, cuando llegue el momento de enfrentarlos, concentra tus esfuerzos en resolver lo que les hace daño.



Quizás ese no es tu lugar

Las razones de enfado con tu pareja a veces van más allá. Es importante que, además de enfocarte en mejorar tus habilidades de comunicación y tu gestión emocional, valides lo que sientes. En las relaciones tóxicas aparecen con frecuencia el gaslighting y la invalidación emocional: «Te lo estás imaginando», «estás exagerando». ¿Te suenan estas afirmaciones?

Si crees que estás en una relación de abuso, la solución no ocurre solo por tu crecimiento personal. Acude a un profesional de la psicología, pues este te ayudará a enfocar mejor la situación y a adquirir las herramientas necesarias para resolverlas. Y, ante todo, recuerda que una vida en pareja debe hacerte feliz y que los conflictos no la definen.


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