3 técnicas conductuales para la educación de los pequeños: refuerzo, castigo y extinción

3 técnicas conductuales para la educación de los pequeños: refuerzo, castigo y extinción
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Escrito por Laura Reguera

Última actualización: 08 julio, 2019

Rabietas, lloros, gritos, mordiscos, tortazos… Cuando se trata de la educación de los niños en ocasiones no sabemos muy bien cómo parar este tipo de conductas que hacen y que no son adecuadas. Así, las técnicas conductuales nos pueden ayudar a controlar estas y otras conductas.

También nos van a ayudar a que se fomenten aquellas que consideremos idóneas. Como podéis imaginar, va a requerir esfuerzo constante por nuestra parte, pero una vez que se pone en marcha se obtienen resultados muy interesantes… ¡Sigue leyendo y adquiere trucos útiles para la educación de los pequeños!

“La educación no es la preparación para la vida, la educación es la vida misma”

-John Dewey-

La primera de las técnicas conductuales: el refuerzo

Las técnicas conductuales que vamos a ver se dividen en tres: refuerzo, castigo y extinción. Estas pueden hacer que las conductas de los niños aumenten, se mantengan, disminuyan o desaparezcan. Un reforzador va a ser aquello que tenga probabilidad de provocar que el pequeño siga haciendo una determinada conducta o que la haga más a menudo.

“El mejor remedio para hacer buenos a los niños es hacerlos felices”

-Oscar Wilde-

Ahora bien, el refuerzo puede ser positivo o negativo. El primero sería un estímulo que se presenta inmediatamente después de la conducta que queremos que se mantenga o se potencie. Por ejemplo: si le decimos a un niño que qué bien lo ha hecho después de recoger sus juguetes, tendremos más papeletas de que lo vuelva a hacer el próximo día.

Por otro lado, existe también el refuerzo negativo. Este supondría la retirada de algo aversivo para el pequeño una vez que ha hecho lo que queremos que haga. De forma práctica, para un niño pequeño el que su madre esté enfadada con él puede ser desagradable, pero si a la mamá se le pasa el cabreo cuando le pide perdón fomentará que pida disculpas más veces cuando note que su progenitora está disgustada.

madre jugando con sus hijos

La segunda de las técnicas conductuales: el castigo

Al igual que el refuerzo nos va a ayudar a potenciar aquellas conductas que consideramos deseables, podemos utilizar otras para reducirlas en nuestra disciplina parental. Son el castigo y la extinción. Al igual que con el refuerzo, estas técnicas conductuales se deben presentar inmediatamente después de aquellas acciones que queremos modificar.

El castigo también puede ser positivo o negativo. El castigo positivo va a suponer presentar algo desagradable para el niño después de que haga lo que creamos inadecuado. Cuando alguien de la familia regaña al niño después de que haya llevado a cabo alguna trastada está llevando a cabo esta técnica.

El castigo negativo, por su parte, sería retirar algo que le guste al niño después de esa conducta que queremos que deje de hacer. Un ejemplo de esta técnica sería retirar al pequeño de la actividad de juego durante dos minutos después de pegar a otro niño o de generar un conflicto.

niño castigado

La última de las técnicas conductuales: la extinción

Supongo que algunos padres habréis visto que las regañinas no os han sido efectivas para disminuir una determinada conducta. De hecho, sucede al revés: la fomenta. Tranquilos, esto puede ocurrir en ocasiones. ¿Por qué? Porque esa reprimenda va a actuar como un reforzador positivo para el niño.

Pero… ¿Cómo? Resulta que esa charla más o menos airada puede que no actúe como un estímulo aversivo para el niño, sino como uno apetecible. Os explico: puede que el pequeño lo que perciba ahí es atención social en lugar del malestar de los padres con respecto a él. 

“Los niños son educados por lo que hace el adulto y no por lo que dice”

-Carl Gustav Jung-

Resulta que la atención social es uno de los mayores reforzadores positivos que hay, tanto para niños como para adultos. Así, el niño ve que, cuantas más trastadas hace, más atención recibe de sus padres. En esta ocasión, lo que tendremos que hacer será poner en marcha la extinción.

La extinción consiste en suprimir el reforzamiento de una conducta que ha sido reforzada previamente. Es decir, que si el pequeño hace una travesura, lo que tendremos que hacer será actuar como si nada (le retiraremos la atención, un refuerzo positivo). Esto supone que sigamos haciendo lo que estábamos haciendo sin decirle nada. De esta forma, el niño cesará de llevar a cabo esa conducta molesta. Interesante, ¿verdad? ¡Te invito a ponerlo en práctica!

Imágenes cortesía de Zivile & Arunas, Alexander Dummer y Hunter Johnson.


Este texto se ofrece únicamente con propósitos informativos y no reemplaza la consulta con un profesional. Ante dudas, consulta a tu especialista.