Activación conductual y depresión: un círculo vicioso
Vivimos bajo el bombardeo de información negativa. La cantidad de personas con depresión no deja de aumentar. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado y calificado la depresión como una epidemia y según prestigiosos expertos, probablemente sea el trastorno mental más prevalente.
De acuerdo con la OMS, la población mundial con depresión en 2017 se situó en los 300 millones de personas. Esto representa un 4,4 % de todos los seres humanos que vivimos en el planeta tierra. Las cifras son escalofriantes y no dejan de crecer año tras año. En los últimos 15 años ha aumentado un 18,4 %. Además, es un trastorno que no entiende de edad, ni de sexo, ni de clase social o raza y puede llegar a ser mortal.
¿Qué es la depresión?
Depresión no es lo mismo que tristeza, por mucho que en el lenguaje coloquial lleguemos a equipararlas. Es mucho más. Para la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), son necesarios al menos 5 síntomas de un total de 9 y que estos se den por un periodo no inferior a las dos semanas. El diagnóstico de depresión se realiza cuando:
- La disminución acusada del interés o de la capacidad para sentir placer en todas o en casi todas las actividades.
- La pérdida o el aumento importante del apetito y consecuencia, del peso.
- No dormir o dormir mucho (insomnio e hipersomnia, respectivamente).
- Comportamientos agitados o enlentecidos.
- La fatiga permanente o la sensación de perder la energía.
- Sentirse inútil o culpable en exceso, o de manera inapropiada.
- La disminución de la capacidad para pensar o para concentrarse.
- Los pensamientos recurrentes de muerte.
Además, uno de los grandes problemas de la depresión es su recurrencia. En psicología, se denomina recurrencia a la aparición de un episodio depresivo en una persona ya recuperada, tras más de dos meses sin síntomas; y en la depresión, la tasa de recurrencia es muy alta. Esta cronicidad de la enfermedad se asocia con frecuencia a los trastornos de personalidad, ansiedad intensa, adicciones o rasgos psicóticos.
“Entre un 50-85 % de los consultantes que se han recuperado presenta una recaída, estimándose una media del 75 % de recaídas (hasta un 30 % en el primer año)”.
-Belloch-
Lo opuesto a la tiranía de la depresión: la activación conductual
Hacer lo contrario a lo que la depresión dicta es un esfuerzo más que titánico. Pero también es tremendamente eficaz si cuenta con la adecuada supervisión de profesionales expertos. Se ha demostrado que el tratamiento de la depresión desde el enfoque de la activación conductual (AC) mejora los síntomas depresivos en sus tres frentes de batalla:
- Activar a la persona que se encuentra sin energía.
- Desafiar los pensamientos automáticos que no dejan avanzar a la persona (“soy un inútil”, “no debería estar aquí”, “no tiene sentido levantarse hoy”…).
- Modificar las creencias que los alimentan.
Numerosos estudios han probado que los cambios que produce la AC perduran en el tiempo por periodos de hasta dos años. Además, el enfoque de tratamiento desde la AC asume que la persona no tiene depresión, sino que está inmersa en una situación depresiva. Esto permite al consultante asumir el control de sus acciones, así como de las consecuencias que comportan.
¿Cómo es la terapia de activación conductual?
La AC es una terapia estructurada en 15 sesiones individuales. Los pasos que sigue son 3:
- Establecer una buena sintonía entre el consultante y el terapeuta. La alianza terapéutica es un ingrediente clave en todo proceso terapéutico.
- Analizar detalladamente las actividades diarias y observar cómo se relacionan con el estado de ánimo.
- Buscar y aplicar nuevas estrategias de afrontamiento y, antes de finalizar la terapia, hacer un repaso de las sesiones anteriores para abordar la prevención de las recaídas.
Lo importante para la AC no es tanto el realizar actividades gratas o placenteras, sino actividades valiosas que no impliquen comportamientos de evitación y que tengan un impacto real en la mejora de la sintomatología depresiva.
Por ejemplo, ir al cine puede ser una conducta de evitación porque en su lugar la persona debería estar trabajando, ya que solo si trabaja podrá acceder a lo que es valioso para ella: tener un salario que le permita ser independiente, lo que, a su vez, puede ser el elemento que realmente le saque de la situación depresiva.
La AC está basada en el análisis de cuál es la función que tienen las conductas que realiza la persona en una situación depresiva determinada. En psicología, a esto se le denomina análisis funcional de la conducta. Este método de terapia busca la aceptación y la puesta en marcha de planes de acción que insten para que el consultante se mantenga activo con independencia del estado de ánimo.
La AC ha demostrado su efectividad y versatilidad en múltiples estudios, y se ha revelado como la alternativa más efectiva y barata para ser aplicada en la sanidad pública. Es eficaz en multitud de poblaciones (adolescentes, distintas etnias, medios rurales…) e incluso cuando se aplica en formato online y desde smartphones.
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Barraca, J., & Pérez Álvarez, M. (2015). Activación Conductual para el tratamiento de la depresión. Editorial Síntesis.