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Elizabeth Clapés, psicóloga: "Todos sentimos emociones desagradables, la diferencia está en qué hacemos con ellas"

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Para la experta en relaciones, cuando no aprendemos a gestionar de manera sana nuestras emociones, todo lo desagradable que sentimos termina hiriendo a las personas que más nos importan.
Elizabeth Clapés, psicóloga: "Todos sentimos emociones desagradables, la diferencia está en qué hacemos con ellas"
Última actualización: 15 octubre, 2025

¿Cuántas veces te has dejado llevar por un momento de ira o tristeza y haces algo de lo que te arrepientes después? Al no saber cómo gestionar las emociones desagradables, podemos tomar decisiones impulsivas que afectan nuestro bienestar y vínculos.

Según la psicóloga Elizabeth Clapés, experta en relaciones, este es un escenario común y peligroso. Todas las personas sentimos envidia, celos, rabia, miedo, frustración y otras emociones intensas; la diferencia está en cómo elegimos manejarlas. Mientras algunos logran gestionarlas de forma constructiva, otros son arrastrados por los impulsos del momento. Entonces, ¿cómo responder mejor a lo que sentimos? Te invitamos a averiguarlo.

El riesgo de que las emociones nos gobiernen

Cuando algo inesperado ocurre en nuestra vida y queda a su paso un torbellino de sentimientos encontrados, es fácil que la chispa explote y reaccionemos sin pensar. En esos momentos, nadie sabe con certeza cómo responder y decimos lo primero que se nos pasa por la cabeza o actuamos de forma que tal vez no es la más adecuada.

Como explica Clapés, el problema con estas reacciones impulsivas es que suelen generar más daños que conciliaciones. Al dejarnos “secuestrar” por las emociones, podemos hacer los conflictos más grandes de lo que eran, tomar decisiones que no tienen vuelta atrás o herir en el corazón a alguien que no tenía la intención de lastimarnos.

“Las emociones son una ola que pegan un subidón, llegan a la parte más alta y luego tienden a la bajada. Por eso, cuando estamos muy enfadados o tristes, y luego pasa, decimos: igual no era para tanto”, enfatiza la psicóloga. En cambio, si aprendemos a dejar que la ola baje, es más probable que la razón y la calma nos ayuden a responder con más sabiduría.

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La propuesta de Elizabeth Claplés: gestionar en lugar de reprimir

Muchos de nosotros tenemos la falsa idea de que la mejor manera de lidiar con los sentimientos intensos es callarlos o, por lo menos, disimularlos. Pero por simple que parezca, reprimir las emociones no hace que desaparezcan. Todo lo contrario, tarde o temprano terminan pesando por dentro y estallando sin control.

Según Clapés, el camino para gestionar mejor nuestras emociones desagradables no es negar que las sentimos, sino reconocerlas y darles su lugar. Para ello es necesario ponerles nombres y permitirnos vivir las emociones sin juzgarnos. Así, podemos tomarnos tiempo para comprender nuestro interior y, cuando estemos listos, expresarnos de forma clara y sana.

“Si nos permitimos el lujo de actuar tal cual nos salga en el momento, vamos a llenar nuestra vida de relaciones tóxicas, vamos a perder a personas que nos quieren y vamos a hacer daño a la gente de manera innecesaria”.

Elizabeth Clapés, psicóloga

Gestionar las emociones desagradables contribuye a la salud mental

Diversas investigaciones han resaltado que suprimir las emociones está relacionado con niveles más altos de depresión, ansiedad y angustia psicológica. Por su parte, expertos como Clapés señalan que enfrentar de forma consiente lo que sentimos nos brinda mayor estabilidad y claridad para superar los retos que se nos presenten.

Eso sí, aunque suene fácil de lograr en la teoría, la gestión emocional requiere de nuestro esfuerzo continuo. Porque es más sencillo reaccionar sin pensar en las consecuencias que aprender a reconocer lo que sentimos para expresarnos con calma. No obstante, solo así evitamos que las emociones nos gobiernen y podemos tener conversaciones desde el respeto.

Tal como concluye la psicóloga, no podemos evitar sentir rabia, tristeza, miedo o envidia, pero sí elegir qué hacer con ellas. Al convivir con nuestras emociones en lugar de silenciarlas, somos leales con nosotros mismos y evitamos que una discusión con la pareja o un malentendido con un amigo se convierta en una batalla sin sentido.


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