No me deshago de mis pensamientos desagradables, ¿qué puedo hacer?

Cuando aparecen los pensamientos desagradables, ¿qué haces? En este artículo te ayudaremos a descubrir que las soluciones lógicas quizá funcionen, pero por un breve periodo de tiempo...
No me deshago de mis pensamientos desagradables, ¿qué puedo hacer?
Leticia Aguilar Iborra

Escrito y verificado por la psicóloga Leticia Aguilar Iborra.

Última actualización: 15 enero, 2021

Los pensamientos desagradables pueden adoptar múltiples formas: palabras, imágenes, recuerdos o, incluso, sonidos. Este tipo de pensamientos pueden contener, por ejemplo, trazos del pasado (por ejemplo, en forma de recuerdos) o temores sobre lo que puede ocurrir en el futuro.

Hablamos de contenidos que se suelen calificar como negativos. En grandes ocasiones, nos centramos en eliminar los pensamientos desagradables, pues estos pueden ser realmente angustiantes. Sin embargo, intentar dejar de pensar a veces es como intentar dejar de pensar en un elefante rosa: inevitablemente, el elefante rosa aparece.

¿Qué son los pensamientos?

La mente es una gran narradora -describe, etiqueta, evalúa, categoriza, predice, solucionadora de problemas, etc.-, pero además una gran máquina del tiempo, puede viajar al pasado, a los recuerdos más escondidos y así dar un salto hacia un futuro aún no vivido. A veces, es perversa, pues esta máquina está en marcha sin ningún botón con la que podamos apagarla. Así, viaja constantemente hacia experiencias ya vividas o pendientes de vivir.

Los pensamientos surgen en esta gran máquina y pueden adoptar múltiples formas en función de las experiencias anteriores que hayamos tenido Es decir, pueden tomar la forma de palabras, de sonidos, de imágenes, de recuerdos, como si una película estuviera sucediendo, siendo los protagonistas de la historia que sucede en este dispositivo sin la posibilidad de apagarlo, estando en constante funcionamiento.

Mujer pensando en la profecía autocumplida

La relación de los pensamientos con la experiencia

Si nos remontamos hace millones de años en la historia del ser humano, podríamos decir que la experiencia fue una gran aliada a la hora de relacionar eventos de manera arbitraria, construyendo significados simbólicos. Desde ese momento, los seres humanos hemos estado dominados según qué funciones de nuestra conducta pueden ser beneficiosas o perjudiciales, según la experiencia nos dice.

Emo Philips refleja esto en una de sus frases clave: “solía pensar que el cerebro era el órgano más importante de nuestro cuerpo, hasta que me di cuenta de quién me dijo eso”. La mente por tanto puede hablar sobre cualquier cosa, esté relacionada directa o indirectamente con nuestra experiencia.

No me deshago de mis pensamientos desagradables, ¿qué hago?

La mente lógica, analítica, solucionadora de problemas seguramente haya intentado controlar estos pensamientos desagradables una vez aparecen. En la comunidad en donde nos desenvolvemos, solemos aplicar la misma solución lógica de los problemas de la vida fuera de nuestra piel a nuestro mundo interno.

Por ejemplo, algo habitual al pasear por la calle, nuestra mente lógica, analítica y solucionadora de problemas nos dirá que, ante un semáforo en rojo, nos paremos. Pues de lo contrario, las consecuencias serían fatales para nosotros mismos. Sin embargo, ¿Qué sucede cuando intentamos aplicar esta misma lógica a nuestros eventos internos y a nuestros pensamientos desagradables?

He aquí el elefante en el salón: Intentamos no pensar en nuestros pensamientos desagradables a través del uso de la distracción, quizá en pensar en otra cosa. Probablemente, el método que utilicemos sea emplear todos nuestros esfuerzos en hacer un análisis sobre los pros y los contras de ese pensamiento. Algunas veces incluso justificarlo de por qué está ahí con nosotros. Con este tipo de métodos parece que lo tenemos todo bajo control, sin embargo, ¿Cuánto dura?

Sumergirse en las arenas movedizas

Los pensamientos desagradables pueden funcionar como un banco de arenas movedizas. Una vez se entra en el terreno de las arenas movedizas, el pánico por salir de ellas hará que los movimientos por salir de ahí sean erráticos y a la vez lógicos.

El problema es que cuantos más movimientos se hagan dentro de las arenas movedizas, mayor es la probabilidad de hundirse más rápido en ellas. Quizá, lo lógico en estos casos se convierta en una trampa y la opción que nos queda es poner en contacto todo nuestro cuerpo con estas arenas movedizas y parar la lucha por salir.

Entonces, ¿qué opciones tengo?

Es normal que la relación con estos pensamientos desagradables resulte en la lucha o en la huida, intentando escapar de las garras del malestar subyacente a este tipo de pensamientos. Sin embargo, como se ha comentado en líneas anteriores, la solución quizá se convierta en parte del problema.

Mantener estos esfuerzos por no querer tener estos pensamientos desagradables implica sacrificar tiempo y energía en otras acciones que sean importantes.

Desde la terapia de aceptación y compromiso (ACT) se enseña a implementar otras formas de relación con la mente y con los contenidos que aparecen, así como con los pensamientos desagradables. Una de las técnicas utilizadas es la defusión cognitiva. Este tipo de técnica permite que nos demos cuenta en los momentos en los que caemos en la trampa y en los trucos que utiliza la mente.

Imagen simbolizando la entropía psicológica

¿Cómo darse cuenta?

Pueden plantearse los siguientes ejercicios, sin excluir la necesidad en algunos casos de la asistencia a terapia. En todo caso, estas recomendaciones pueden ser de ayuda para “darse cuenta” de lo que sucede en ese dispositivo que tenemos entre oreja a oreja. En ningún caso, solucionará ese “dejar de pensar”:

  • ¿Cuánto ha durado el pensamiento, una vez ha estado en tu mente? ¿Cómo tratas de relacionarte con él? ¿Qué haces cuando aparece?
  • Puedes escribir el pensamiento y añadir al terminar dos palabras al final: “o no”.
  • Otra de las opciones puede ser grabar el pensamiento en una aplicación móvil y añadirle diferentes tonos y melodías, distorsiones de voz, etc.
  • Etc.

En definitiva, dependiendo del contexto en el que nos hallemos inmersos y de las habilidades que dispongamos para resolver los problemas de una manera u otra, los pensamientos desagradables pueden tomar diferentes formas.

Las estrategias comentadas no resultan una panacea a las que adherirse para parar ese tipo de pensamientos. Es más, buscar “fórmula mágicas” para dejar de pensar, a pesar de parecer una buena solución, puede ser también parte del problema.


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  • Hayes, S.C. (2004). Acceptance and commitment therapy, relational frame theory, and the third wave of behavioral and cognitive therapies. Behavior therapy, 35, 639-665.
  • Kelly G. Wilson, M. Carmen Luciano Soriano. Terapia de aceptación y compromiso (ACT). Madrid. Pirámide.
  • Ruiz, M.A., Díaz, M. I., Villalobos, A. (2012). Manual de Técnicas de Intervención Cognitivo Conductuales. Desclée De Brouwer, S.A

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