Aerofobia, la aversión a viajar en avión
Un viaje dentro de dos semanas que me obliga a coger el avión y unos nervios que reflejan pánico a subir a él y realizar el trayecto. Ansiedad alta y un sufrimiento que se acrecienta conforme llega el momento de coger el vuelo: esta es una sensación muy común. Su nombre: aerofobia.
La aerofobia también conocida como ‘aviofobia’ o miedo al aire, puede verse potenciada por otros tipos de fobias como la claustrofobia o la acrofobia: miedo a los espacios cerrados y miedo a las alturas, respectivamente. Las personas que lo sufren pueden llegar a ver su vida limitada por los síntomas que produce.
“La vida es lo que hacemos con ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.”
-Fernando Pessoa-
En este sentido la aerofobia puede condicionar aspectos laborales, vacaciones en familia, aperturas y conocimientos de otros lugares diferentes al que se vive, etc. Cuando esto ocurre, superar el miedo a montar en avión es todo un reto y no buscar el modo de hacerlo puede trasformarse en un verdadero problema.
¿Por qué ocurre la aerofobia?
Los motivos por los que alguien experimenta aerofobia pueden ser muy diversos, desde una vivencia anterior traumática hasta el conocimiento de sucesos aéreos terribles. Puede pasar que se asocie un hecho negativo a un viaje en avión realizado intencionadamente, que a algún ser querido le haya ocurrido algo, etc.
En el caso concreto de accidentes aéreos, estamos acostumbrados a que los medios de comunicación nos cuenten lo que ha ocurrido y hagan hincapié en ello, pues son tantos los vuelos que se realizan cada día que cuando ocurre un desastre la noticia produce un mayor impacto. Esto hace que el avión de la impresión de ser un medio de transporte inseguro, cuando los datos mirados de manera objetiva dicen todo lo contrario.
Otras de las causas por las que aparece la aerofobia es el desconocimiento del mundo de la aeronáutica que hace suponer y pensar externos a la física de la verdadera realidad del avión: el temor a las turbulencias y la inseguridad que pueden provocar, el miedo a no poder escapar o a volar sobre el mar…
¿Qué se siente?
En estos casos, sucede lo que con cualquier otro tipo de fobias y los síntomas son similares: ansiedad elevada, sudoración excesiva, temblores, sufrimiento constante, falta de aire, dolor en el pecho, hiperventilación, náuseas o vómitos, etc.
“Cuando se viaja en avión solamente surgen dos emociones: el aburrimiento y el terror.”
-Orson Welles-
En casos muy extremos, los síntomas de la aerofobia bloquean a la persona y no le permiten subir al avión, pues de hacerlo puede ser uno de los peores momentos de su vida. Cualquier ruido desconocido en el momento de entrar en una avión causa alteración y falta de control absoluto, pues la persona que padece aerofobia siente que su vida está en manos del piloto.
¿Cómo suavizar el miedo?
El primer gran paso para disminuir el miedo a montar en avión es buscar y reconocer la causa del problema: ‘qué me provoca estos síntomas, cuál es la raíz’. Para ello se puede acudir a terapias grupales o terapias individuales que ayudarán sin duda.
Una vez hecho esto, la educación y el conocimiento de lo que supone volar son la clave. De esta manera, si te da miedo lo mejor es informarse acerca del mundo de la aeronáutica, con el fin de eliminar tópicos falsos sobre los aviones. A partir de ahí el terror, por ejemplo, a que el avión se caiga por los motores, desaparecerá.
Por otro lado, también se puede simular el viaje con programas de computación que recrean directamente las condiciones de una manera realista buscando la exposición a los elementos que ponen en marcha la fobia. Esto, junto a algunas técnicas de relajación y de respiración ayudan a que la aerofobia deje de ser desadaptativa.
Por último, puede sumarse a todo esto una serie de consejos básicos que pueden seguirse a la hora de montar en avión: viajar con alguien con quien poder distraerse, no comer ni beber demasiado antes del trayecto, buscar objetos como revistas que puedan distraer la atención de la ansiedad, etc.
“No vas a poder descubrir nuevos océanos
si no tienes el coraje de perder de vista la costa.”
-Anónimo-