Todo lo que debes saber sobre el autismo regresivo

Hay niños que, entre los 15 y 30 meses de edad, empiezan a perder habilidades sociales y competencias comunicativas. Es una característica asociada al autismo que te describimos a continuación.
Todo lo que debes saber sobre el autismo regresivo
Valeria Sabater

Escrito y verificado por la psicóloga Valeria Sabater.

Última actualización: 20 septiembre, 2023

El autismo regresivo suele aparecer alrededor de los dos años de edad. Lo primero que perciben los progenitores en sus hijos es un retroceso madurativo. Las habilidades lingüísticas no solo dejan de desarrollarse, sino que presentan una involución. Los pequeños se muestran más retraídos, rehúyen el contacto visual y ya no reaccionan cuando se les llama por su nombre.

Durante un tiempo, se especuló con que este cuadro clínico podría tratarse de una tipología distinta del trastorno de espectro autista (TEA). Sin embargo, la ciencia no encuentra evidencias de ello. En realidad, es una forma de manifestación tardía de esta condición neurobiológica. El impacto para la familia puede ser muy duro. Te proponemos profundizar en el tema.

«Nuestro deber en el autismo no es curar, sino aliviar el sufrimiento y maximizar el potencial de cada persona».

~ John Elder Robinson (Mírame a los ojos, 2007) ~

Autismo regresivo: definición y características

Hay padres y madres que observan con desconcierto cómo sus pequeños empiezan a perder competencias. La visita al pediatra suele revelar un diagnóstico que, con frecuencia, cuesta entender y aceptar. El autismo regresivo es un patrón más del propio desarrollo y manifestación del trastorno del espectro autista (TEA). Ese en el cual la afección tendría en realidad una aparición un poco más lenta.

Es evidente que, desde un punto médico, no deja de ser llamativo que un niño —en apariencia normotípico— muestre, de pronto, un retroceso cognitivo y socioemocional. Pero los neurólogos advierten de un detalle: a lo largo de esos 15 o 30 primeros meses de vida, el bebé ya presentaba síntomas neurodivergentes. Indaguemos un poco más.



¿Cuáles son los síntomas?

Una publicación de la revista Sudanese Journal of Paediatric describe esta característica. Se sabe que cerca de un tercio de los niños pequeños con TEA pierden algunas habilidades en edad preescolar. Por lo general, lo que se suele ver en el autismo tardío es una involución que conduce a un estancamiento en el desarrollo de habilidades. Miremos más síntomas:

  • Evitan el contacto visual, así como la cercanía física.
  • Demuestran un menor interés en la conducta del juego.
  • Aparición de los primeros síntomas entre los 15 y 30 meses.
  • Evidencian una clara involución de la comunicación no verbal.
  • Pierden poco a poco las competencias comunicativas adquiridas.
  • Manifiestan ecolalia, es decir, repiten palabras o frases que escuchan.
  • Las habilidades sociales se debilitan y se reduce la interacción con el entorno.
  • El retroceso en el habla, el juego o la sociabilidad son áreas que no recuperan.
  • Perder estas habilidades es súbito o gradual. Hay diferencias interindividuales.
  • Poco a poco surge una «meseta». Ya no se pierden competencias, pero apenas se adquieren otras nuevas.

¿Qué diferencias existen entre el autismo tardío o regresivo y el «normal»?

Hay un dato importante que puntualizan en Autism Research. La forma en que se manifiesta el TEA en la infancia es muy variable. Es más, a veces, los propios padres tampoco advierten las señales de esta condición de forma temprana. A pesar de ello, podemos diferenciar el autismo tardío del «normal» a partir de las siguientes características:

  • Momento de inicio: en el autismo normal, las familias suelen detectar síntomas asociados al TEA a lo largo de los tres primeros años de vida. En el regresivo los niños tienen un desarrollo normotípico hasta más o menos los 30 meses. A partir de ahí, aparece un retroceso en su madurez.
  • Competencias cognitivas y sociales: los pequeños con autismo normal demuestran un desarrollo atípico en la adquisición de habilidades cognitivas y sociales. En el regresivo, por su parte, se observa una pérdida notable de habilidades que ya estaban presentes, como la comunicación verbal, las interacciones sociales y las motoras.
El autismo tardío podría relacionarse con una alteración en una proteína amiloide. Esto disminuiría la capacidad de producir energía en las células, un aumento del estrés oxidativo y daño a las mitocondrias.

¿Es una tipología distinta del autismo?

Si tienes un niño que evidencia esta característica, es muy posible que te plantees la siguiente cuestión. ¿Es el autismo regresivo una tipología diferente de TEA? La respuesta es no. El trastorno de espectro autista presenta una amplia variabilidad en cómo se manifiesta y afecta a las personas. Es la misma condición neurológica, pero se desarrolla y expresa de distintas formas.

Un artículo de Neuroscience and Biobehavioral Reviews aclara un aspecto. Al día de hoy, la investigación no ha proporcionado respuestas precisas sobre el hecho de que la regresión sea un subtipo distinto de TEA. Por otro lado, cabe señalar que fue el doctor Theodor Heller quien la describió por primera vez en 1908.

No obstante, lo que se etiquetó en ese momento como demencia infantil, al ver cómo los niños perdían competencias, se etiqueta hoy de distinta manera. Es una manifestación más del propio autismo. Es más, muchos de estos pequeños, en apariencia normotípicos, ya mostraban síntomas antes de la propia regresión.

¿Cuál puede ser la causa de esa regresión?

En la actualidad, las causas que están detrás de ese trastorno neurológico del desarrollo no están claras. Sabemos que las personas con TEA presentan un exceso de conexiones entre neuronas, originando un volumen más elevado tanto en la corteza cerebral como en la sustancia blanca. También suele existir alteraciones en el metabolismo e incluso causas genéticas aún desconocidas.

Ahora bien, si nos preguntamos por qué algunos niños evidencian un autismo regresivo, el origen es especulativo. Frontiers in Psychiatry publicó un trabajo en el que informó que los niños con autismo tardío tienen unos niveles más altos de la proteína precursora de amiloide α secretada en plasma.

Aunque este descubrimiento podría ser el día de mañana un biomarcador para la identificación temprana de la regresión del TEA, se necesita de una mayor investigación para llegar a conclusiones claras.

¿Se puede prevenir o tratar?

La experiencia de ver a un niño normotípico olvidar habilidades y competencias es muy duro para el entorno familiar. Tener un hijo que, de un día para otro, deja de conectar contigo, pierde interés en el juego y deja de responder cuando lo llamas, se vive de manera complicada. Muchos padres que pasan por esta vivencia se hacen dos preguntas.

La primera es: «¿Por qué mi hijo/a?». Esta cuestión carece de respuesta, porque, como ya detallamos, las causas no están claras todavía. La segunda pregunta que suelen plantear es: «¿Se puede intervenir y hacer algo?». El TEA, tanto de desarrollo normal como regresivo, hasta ahora, no se pueden detener ni revertir. A pesar de ello, la ciencia busca nuevos mecanismos para lograrlo.

La revista BMC Medicine expone un estudio pionero que tiene como meta tratar el autismo tardío. Se están realizando pruebas con prednisolona, un tipo de corticoide. La razón de este enfoque terapéutico se justifica por sospechar de unas alteraciones autoinmunes en su fisiopatología. De momento, está en fase experimental y se proyecta llevar a cabo un ensayo aleatorio.



El autismo, un trastorno con una amplia variabilidad

Hay personas que descubren estar dentro del espectro autista en la edad adulta. Algunos niños se detectan a los cinco años y otros, por su parte, levantan claras sospechas por parte de sus padres desde el primer año de vida. Asimismo, están los que se incluyen en la tipología regresiva aquí descrita: pequeños que, tras un desarrollo normal, empiezan a perder habilidades.

El autismo no es una condición neurológica que se exprese de igual modo en cada individuo. Su aparición, evolución y características varían mucho entre cada persona. Ello nos obliga a seguir investigando, a invertir en ciencia para comprender mejor las causas subyacentes. Por otro lado, más allá del aspecto clínico, está la esfera social.

Si hay algo que necesitan los niños y adultos con TEA es comprensión, respeto y favorecer su inclusión. La neurodiversidad forma parte de nuestra realidad social cotidiana, darle espacio y entenderla, nos convierte en una sociedad más digna.


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