Claves para educar personas responsables
Saber qué se debe hacer y qué no se debe hacer en cada momento, es algo que todos hemos aprendido a lo largo de la vida. El ser humano vive en continuo aprendizaje, pero es en la infancia donde se instalan las bases de la educación y la personalidad. Ahí donde se planta la semilla sobre la que cada uno nos alzaremos el día de mañana. Una base sólida de seguridad, autoconfianza y sentido de la responsabilidad, moldearán esas ramas que nos permitirán, seguramente, alcanzar la felicidad.
Tener control sobre la propia vida, sobre nuestras acciones sabiendo dónde están los límites y valorando nuestra capacidad para conseguir cosas, son sin duda los valores que todo padre y madre desean inculcar en sus hijos. Pero ¿Cómo hacerlo?
En ocasiones caemos en el error de sobreproteger a los más pequeños, pensamos que el ayudarles constantemente, el estar tras cada uno de sus pasos o hacer las cosas por ellos, son un rasgo de cariño hacia nuestros hijos. Pero nuestra misión es educar personas para el día de mañana, personas independientes y maduras que sepan valerse por sí mismas Concienciarnos sobre ello y entender cómo conseguirlo, es esencial para hacer de nuestros hijos unos niños más felices.
1. LA EDUCACIÓN EMPIEZA DESDE EL NACIMIENTO
La responsabilidad es una de las virtudes más importantes del desarrollo humano, es el modo más idóneo de tener control sobre nuestra vida. No tiene sentido que empecemos a inculcar esta dimensión en los más pequeños a partir de los cinco o seis años. En absoluto. La responsabilidad debe desarrollarse ya desde los primeros meses y desde los primeros años. Qué pueden tocar y qué no. Los juguetes deben recogerse después de jugar. No pueden levantar la voz a los mayores. La ropa se guarda en el armario y la mochila debe dejarse preparada para el día siguiente. Pequeñas cosas que podemos mostrarles desde ese primer momento en que los niños, empiezan ya a interactuar con el medio que les rodea.
2. LA NECESIDAD DE ESTABLECER NORMAS CLARAS
Nuestro hogar y el colegio, son claros ejemplos de la sociedad. Y todos sabemos que en nuestra sociedad hay reglas, obligaciones y derechos. Establecer límites es una necesidad vital, ya que el niño aprenderá desde muy pequeño qué es lo que se espera de él en cada momento. Vivir en la incertidumbre no ofrece seguridad. Si un día lo castigamos por no haber recogido su habitación pero al día siguiente lo pasamos por alto, seguramente el niño no coja enserio nuestras normas, y no le importe demasiado las consecuencias por infligir las reglas, porque a veces es sancionado y otras no.
Las normas deben ser claras y estables en el tiempo. Una vez el niño las haya asumido se convertirá en un hábito, en algo que ya comprendido e integrado. La finalidad de las normas es que sean comprendidas y asumidas, es decir, aunque se impongan, deben ser siempre razonables. “Yo entiendo que al llegar a casa he de hacer los deberes para después, tener tiempo libre para jugar y ver la tele”. Es decir, todas las normas que les establezcamos a los niños deben ser comprendidas por ellos. La imposición nunca será bien recibida, pero si las reglas van acompañadas desde una buena comunicación, y se asumen desde una perspectiva democrática, siempre será más favorable.
3. EDUCACIÓN DEMOCRÁTICA.
Lo señalábamos anteriormente. La necesidad de establecer normas y límites es crucial. La necesidad de mantenerlas de modo coherente a lo largo del tiempo también. Ahora bien, una norma no es una sanción. Hacer la cama no es un castigo, ni levantarse a la hora para ir al colegio tampoco. Hay quien piensa que es necesario recompensar cada uno de los actos que los niños hacen bien, pero la finalidad última es que los niños entiendan que el ser responsables de sus propias cosas y de sus acciones, no tiene por qué necesitar una recompensa.
La recompensa debe ser interna, que ellos mismos comprendan que están haciendo las cosas bien. ¿Cómo lo conseguimos? Más que recompensas debemos utilizar valoraciones positivas. Comunicarles un: “Estoy orgullosa/o de ti”, es, por ejemplo, el mejor reconocimiento que podemos darles.
Cuando los niños hagan algo mal, o muestren un comportamiento poco responsable, tampoco es indicado utilizar un castigo muy punitivo. Seguiremos utilizando la educación democrática: hay que enseñarles cómo pueden mejorar, razonar con ellos antes que imponer una sanción, hacerles ver la necesidad de que su comportamiento debe mejorar. A medida que muestren responsabilidad, iremos concediéndoles más derechos, más oportunidades.
Ser responsable es una muestra de madurez, y esa, es sin duda la clave de nuestra aspiración como padres. Criar hijos responsables, independientes y maduros para que se integren perfectamente en sociedad, siendo felices en un mundo que comprenden y donde se pueden desenvolver a la perfección.