6 claves para tranquilizar a tu hijo durante una inyección
Lo cierto es que a nadie le gusta que le pinchen. Es algo que va en contra del instinto, dejar que algo nos dañe y nos atraviese la piel de forma voluntaria. Por eso, es lógico que sea difícil tranquilizar a un hijo ante una inyección, pues perder este miedo requiere de un aprendizaje.
Aquellas personas que han vacunado son conscientes de que este pinchazo supone, en muchos casos, salvar la vida. Pero, ¿cómo hacer que los niños entiendan esto?
Que los más pequeños sientan miedo a las inyecciones es normal, pero eso no quiere decir que deban aprender en solitario. De hecho, la intervención de los tutores es clave para disminuir este temor. Vamos a comprobarlo.
Niños y agujas
Como se decía, los infantes no entienden que clavarse una aguja les vaya a salvar de múltiples enfermedades. Cierto es que algunos lo llevan mejor que otros, pero los progenitores siempre van a querer aliviar la angustia de sus hijos.
Muchas veces, la intervención de los tutores tiene un papel decisivo en las estrategias de afrontamiento a las inyecciones que desarrollará el hijo, así como también en futuras fobias relacionadas con ello. Existen algunos hechos probados mediante estudios a este respecto:
- Para niños de 4-5 años, las declaraciones de afrontamiento por parte de los padres antes del pinchazo se asociaron con una mayor angustia por parte del pequeño.
- Sin embargo, si estos comentarios se hacían después del pinchazo (“¿ves como no ha sido nada?”, “¡qué valiente has sido!”), sí que reducían la angustia.
- Las técnicas de distracción visual o de intervención de profesionales (como los payasos) fueron útiles para el manejo del dolor y el estrés relacionados con inyecciones.
- Cuando el tratamiento con agujas es largo, como en una quimioterapia, otras técnicas también son útiles para ayudar a los niños, como las de respiración, ejercicios de imaginación o enriquecimiento ambiental con medios audiovisuales.
Cómo tranquilizar a tu hijo durante una inyección
Ya ha quedado respondido: tu intervención es clave para tranquilizar a tu hijo cuando van a ponerle una inyección. Pero, ¿cómo hacerlo bien? ¿Qué técnica es la más adecuada? Aquí te damos algunas claves que te resultarán útiles llegado el momento.
1. Proporcionar calma antes del pinchazo
Si tu hijo lo pasa mal durante las inyecciones, aumentar su tensión justo antes del pinchazo no hará más que empeorar la situación presente y, con gran probabilidad, las siguientes. Por eso, antes de la vacuna, transmite calma a tu hijo y no dejes que escale su ansiedad. Participa con él en estrategias de afrontamiento como la respiración profunda o la visualización.
2. No le consueles antes del procedimiento
Puede resultar paradójico, pero utilizar comentarios para tratar de disminuir su angustia justo antes del pinchazo puede ser contraproducente. Esto resultará en una suerte de confirmación para el niño de que el pinchazo va a ser algo malo, ya que le están consolando y animando antes de que se produzca.
3. No actúes justo después de la inyección
El niño debe estar consigo mismo durante el procedimiento. De esta forma, tiene tiempo de procesar la experiencia con sus propios tiempos y encontrar respuesta de sus padres cuando la necesite.
Por tanto, no trates de distraerle en el segundo siguiente a la inyección. Dale un minuto para que procese sus sentimientos y ofrécele apoyo cuando comience a calmarse.
4. Acude a profesionales
Cada niño es un mundo. Además, cada tratamiento es diferente. Cabe esperar más miedo y angustia en niños que sufren las agujas en una hospitalización, como en quimioterapias, o deben pincharse todos los días, como en una diabetes.
Por eso, acudir a un profesional para gestionar estos sentimientos con salud es una buena idea. En los propios hospitales infantiles suelen tener a personas especializadas en distraer y hacer llevadera esta experiencia a los más pequeños.
5. Nunca invalides los sentimientos de tu hijo
Tranquilizar a tu hijo durante una inyección nunca ha de pasar por hacerle pensar que su miedo es ridículo. Todos hemos estado en esa situación y hemos necesitado apoyo.
Aunque su angustia esté dirigida a algo inofensivo (y, de hecho, beneficioso para su salud), el pequeño sigue siendo una persona que se enfrenta a un miedo y lo supera. Por eso, asegúrate de que entienda lo valiente que es, no lo ridícula que es la inyección.
6. Trabaja tus propias emociones y miedos
Muchas veces, en el rol de cuidador que tienen los tutores se olvida la proyección de los propios miedos y el procesamiento emocional que hacen.
Antes de ayudar a tu hijo, entrénate y documéntate sobre las mejores técnicas para ello. Esto te llevará, posiblemente, a enfrentarte a tus propios miedos, angustias y dinámicas insanas. El crecimiento personal no se detiene cuando se cuida de otro.
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