Cómo buscan amor las personas que piensan que no lo merecen
Como dice el título…Realmente ¿hay personas que no se consideran merecedoras de amor? En este artículo hablaremos de ello. Como bien sabemos hay muchas maneras de relacionarnos íntimamente con los demás. Tantas como colores existen. No obstante hay ciertos tipos llamados estilos afectivos que cumplen muchas veces un patrón. Un patrón totalmente estructurado y consistente.
Es decir, podríamos agrupar a determinadas personas dentro de un mismo estilo afectivo ya que cumplen características que les son comunes. El estilo afectivo es la manera en que yo me relaciono con el otro. Es la manera en que yo doy o recibo amor. Un intercambio que parece sencillo pero que poco a poco iremos desentramando.
“Se llega a conocer a la persona “amada” tan bien como a uno mismo. O, quizá, sería mejor decir tan poco”
-Erich Fromm-
¿Cómo son las personas que se consideran no merecedoras de amor?
Parece fácil y debería ser totalmente natural dar y recibir amor de una manera sana y beneficiosa para ambas partes. Pero esto a veces se complica, dando lugar a un ardua tarea. ¡Qué complicados somos los seres humanos!
Hoy vamos a hablar de un estilo afectivo concreto: el de las personas que consideran que no merecen ser queridas. Son personas que se ven como despreciables y, en consecuencia, decepcionantes. La valoración que hacen de su persona es tan pésima y está tan cargada de autodesprecio que les hace ser incapaces de ver algo bueno en ellos mismos.
Ellos “no son dignos de amor”. No se sienten merecedores de recibir afecto. Realmente se ven a sí mismos como monstruos que deberían vivir en soledad y en un profundo ostracismo.
Pero… ¿de dónde viene este maltrato tan hondo hacia uno mismo?
Muchas veces esa creencia tan sumamente arraigada como es “soy despreciable y nadie debería quererme” tiene su origen en las relaciones más significativas y de apego que ha tenido la persona. Estas relaciones han configurado una manera de relacionarse e intercambiar afecto complicada de cambiar: sobre ella no solo se han apoyado las emociones, sino también los pensamientos.
Este aspecto tiene cierta relación con el tema que comentamos en su día acerca del guión de vida. De alguna manera sobre esa creencia tan incapacitante han construido su vida y en base a ella toman sus decisiones.
Construir la vida de uno sobre el cimiento “yo no soy alguien querible” es una condena de por vida. Es la cárcel más penosa y solitaria en la que alguien pueda acabar. Si yo me considero no querible jamás buscaré afecto fuera porque no quiero decepcionar a nadie. Es más, lo rechazaré. Me alejaré sutilmente para que nadie pueda descubrir la que pienso que es mi verdadera naturaleza.
Las máscaras tapan al monstruo que no quiero mostrar
Cubriré mis relaciones con múltiples máscaras de mentira. Máscaras que me camuflen y que me permitan relacionarme con el resto de las personas desde una cierta distancia. Si yo no me considero querible, no querré mostrar mi esencia. Si yo no muestro mi esencia, tendré que apañármelas para mostrar una cara más atractiva y menos decepcionante para los demás.
Así es como dejo de ser auténtico. Me pierdo en este baile de máscaras y falsedad. Me tropiezo con mis propias máscaras. Los demás caen en mi trampa y pueden enamorarse de quien no soy. Pero estas máscaras son especiales y están hechas de un material que con el tiempo se vuelve putrefacto.
Si preveo que voy a ser descubierto: desaparezco. O incluso no dudaré en excusarme con explicaciones de lo más variopintas. Todo por no volver a sentirme alguien tan despreciable y tan indigno.
Todo vale en esta guerra contra mí mismo. Una guerra que paradójicamente lo que busca es no salir tan malparado como ya se está. Que no llueva más sobre mojado.
Si crees que no mereces amor, te costará recibirlo
Para estas personas cualquier medio es bueno para conseguir su objetivo. Su objetivo es que los demás no descubran quién es realmente. Si los demás descubren lo poco valioso “que es” (que él CREE que es) le confirmarán una vez más su creencia acerca de sí mismo y será un corte aún más profundo en su herida afectiva.
Por ello cuando alguien les da amor o cariño se les hace tan incómodo recibirlo. Ya que en su cabeza esa muestra de amor no es merecida (porque no les conocen realmente: sólo conocen la máscara que él muestra) y ello les hace sentir aún peor.
Por eso llega un punto en que prefieren a las personas que no está interesados en ellos que las que muestran curiosidad e inquietud por conocerles realmente.
Es imposible ser feliz y vivir en paz si no nos queremos a nosotros mismos
Tener este estilo de afecto ante la vida es realmente incapacitante y agotador. La persona es incapaz de dar amor y de permitirse recibirlo. No podrá tener una relación de intimidad sana y fructífera. Su pareja no entenderá lo que está pasando y sufrirá con tanta contradicción.
La psicoterapia es una herramienta muy útil y profunda a la hora de trabajar estos problemas. Puesto que lo que hay que explorar y entender es cómo se ha generado semejante creencia en su vida. De esta manera se podrá trabajar por la autenticidad de la persona.
Los demás pueden apreciar de tí lo que tú odias
Porque que tú te percibas como alguien “no querible”, no significa -por extensión- que todas las demás personas te vayan a percibir así. Seguramente tengan una mirada mucho más amable y permisiva de la que crees…
“Sabrás que te aman de verdad cuando puedas mostrarte como eres y sin miedo a que te lastimen.”
-Walter Riso-
No es un camino fácil ni rápido poder volver a recuperar un estilo afectivo sano y beneficioso pero al menos es el único camino que hemos de tomar si queremos vivir en paz con nosotros mismos y en consecuencia con los demás. Mejor bailar en un baile sin máscaras. Todo será más real y no nos tropezaremos con apariencias engañosas.