6 conductas de autocuidado en el trabajo
Ocho son las horas que, de promedio, dedicamos al trabajo día a día, mientras que son 50 los años que de manera aproximada estaremos trabajando a lo largo de nuestras vidas. Esto representa un porcentaje sustancial de la aventura que implica la vida y para hacer el camino lo más amable posible es importante tener en cuenta una serie de aspectos en el trabajo.
El autocuidado en el trabajo se traduce en promoción de la salud. En este sentido, conviene recordar la acertada definición que hizo la Organización Mundial de la Salud: «la salud es un estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones y enfermedades». Así, la salud también alude al hecho de que seamos capaces de llevar a cabo conductas que la promuevan.
«Se trata de desarrollar habilidades que permitan a la persona enfrentar de forma efectiva las exigencias y desafíos de la vida diaria, a través de comportamientos adaptables y positivos».
-Mabel Rocío Hernández-
Salud ocupacional
Ya en 1950 este organismo creó un comité exclusivo para la salud relacionada con el trabajo. Las habilidades de autocuidado se caracterizan por estar presentes en el día a día, en la cotidianeidad de la persona. Siguiendo esta línea de pensamiento, podemos inferir el hecho de que estas destrezas pueden aprenderse. Las habilidades de autocuidado aluden a dos hechos:
- Actos intencionados que realizamos a veces sin cuestionarlos. Por ejemplo: respirar profundamente cuando el estrés nos acecha.
- Actos deliberados en los que ha habido un proceso previo de profunda reflexión. Estos nacen de la experiencia, puesto que en el pasado aprendimos que ciertas conductas nos proporcionaban bienestar. Por ejemplo, acudir a psicoterapia.
Son las destrezas que hemos aprendido en el pasado y que podemos aprender en el ahora. Son voluntarias, es decir, deben ser conductas realizadas con sosiego y situadas en el ahora.
6 estrategias de autocuidado en el trabajo
El objetivo del autocuidado en el trabajo es múltiple: se enfoca tanto el restablecimiento, como en la prevención o el fortalecimiento de nuestra salud mental. Veamos cuáles son las estrategias que pueden ayudarte a ello.
1. Saber lidiar con el estrés y la tensión
El estrés es una de las grandes epidemias de la sociedad actual. En el trabajo, aspectos como un exceso de tareas o la ambigüedad en el rol desempeñado son fuentes de intenso estrés. En este sentido, podemos encontrar refugio en técnicas tan fáciles de implementar como el método de respiración 3×3:
- Mantente inhalando durante tres.
- Aguanta la respiración durante otros tres.
- Finalmente, exhala durante tres más.
Muchos consultantes preguntan qué son esos “tres”. Sin embargo, tres es un número que puedes traducir en lo que más se amolde a ti: tres segundos, tres toques con los dedos o tres pasos.
2. Tomar consciencia de las propias emociones y sentimientos
Conocer más sobre nuestro universo emocional es extraordinario. Un paso más allá sería entender el mensaje que nos está queriendo transmitir esa emoción que estamos experimentando. Es una cuestión de autoconsciencia emocional. Por ejemplo:
- La emoción de miedo habitualmente se asocia con estímulos peligrosos. Si existen peligros y los reconocemos, podremos desarrollar planes de afrontamiento más precisos.
- Si sentimos enfado, quizá es porque algo o alguien esté traspasando determinadas líneas rojas que hemos puesto para con nosotros. En este sentido, convendría comunicar a la otra parte que su conducta dista de ser acertada y que la modifique.
- La culpa en multitud de ocasiones se relaciona con la ausencia de coherencia. Si nos sentimos culpables, podemos pararnos a reflexionar cuál es el elemento disonante que la ha causado y obrar en consecuencia para disminuirla.
En este sentido, podemos utilizar emocionaros o listado de emociones, pues nos abrirán las puertas del mundo de los sentimientos al permitirnos poner nombre a aquello que sentimos.
3. Potenciar la empatía
La capacidad de los individuos empáticos para sintonizar con los pensamientos y los sentimientos de otras personas es una gran fortaleza. Se trata de una gran habilidad en la vida en general y el entorno laboral en particular, puesto que nos permite vincular cómo resuenan las vidas de los demás bajo el paraguas de la mente y el cuerpo.
Para ello, es interesante captar el trasfondo emocional del mensaje que nos están transmitiendo (por ejemplo, mediante la pregunta: ¿qué puede sentir ahora esta persona?); así como «ponerse en los zapatos» de quien tenemos en frente (¿cómo estará siendo su vida ahora?).
4. Poder comunicarnos de manera efectiva
La comunicación efectiva a menudo tiene mucho que ver con la asertividad. Ser asertivos alude a una capacidad que podemos desarrollar y que consiste en transmitir un mensaje (qué pienso), una emoción (qué siento) y una consecuencia (qué quiero), de manera que no resulte ofensiva para la otra persona.
Por ejemplo, ante una tarea laboral que nos han asignado y compete a otra persona, podemos decir: “si me lo pides, lo voy a hacer. Sin embargo, en el futuro te agradecería que se la encomiendes a este departamento (un mensaje), porque excede de mis funciones y me saturo (una emoción) y, por lo tanto, mi rendimiento será menor (una consecuencia)”.
5. Enriquecer nuestras relaciones interpersonales
El apoyo social es uno de los grandes promotores de la salud y protectores frente a la enfermedad. Saber que disponemos de apoyo ante eventos laborales que exceden nuestras capacidades de afrontamiento es extraordinariamente liberador.
Tener redes sociales amplias y nutridas en el entorno laboral es un gran tesoro que cuidar. Aquí es necesario tener en cuenta que este proceso, para que pueda darse y se mantenga en el tiempo, debe ser bidireccional, es decir: “hoy por mí y mañana por ti”.
6. Innovar y fomentar la creatividad
La innovación es la fuente de todo. Desde que nacemos y nos adaptamos a un medio que es variable y cambiante, estamos haciendo uso de la creatividad. Ser creativos implica crear algo nuevo donde antes no existía. Si lo entendemos así, cuando implementamos alguna nueva estrategia que fomente nuestra salud ocupacional estaremos innovando.
En este sentido, cabría preguntarse qué nuevas conductas podemos implementar, además de estas para potenciar y promover el autocuidado en el entorno laboral. Pueden ser tan sencillas como utilizar un protector para las luces de las pantallas o escuchar música en los ratos libres. También pueden resultar más complejas, como acudir a un profesional de la salud cuando las situaciones nos desbordan y distamos de saber cómo afrontarlas. Y tú, ¿cómo cuidas de tu salud mental en el trabajo?
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Espinoza Saldarriaga, G. (2021). Estrategias de autocuidado para disminuir el estrés laboral en docentes del Instituto Superior Pedagógico Hermano Victorino Elorz Goicoechea Sullana, 2020.
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Hernández, M. R. (2015). Autocuidado y promoción de la salud en el ámbito laboral. Revista salud bosque, 5(2), 79-88.