La crianza moderna produce niños con camisas de fuerza

La crianza moderna produce niños con camisas de fuerza
Sergio De Dios González

Revisado y aprobado por el psicólogo Sergio De Dios González.

Última actualización: 24 agosto, 2019

Carles Capdevila dijo, con bastante sentido común, que “nuestros hijos tienen que ser niños y equivocarse, pero también deben entender cómo funciona la vida de adultos”. Por contra, la realidad nos dice que a veces los encorsetamos tanto que convertimos a los pequeños en chicos con camisas de fuerza. Un uniforme cosido a medida por algunos estilos de crianza moderna los que el error es el diablo y la sobre-protección la norma.

Me explico. La crianza moderna, en demasiadas ocasiones, busca formar chicos tan felices y admirables, que no pueden sentirse decepcionados, no pueden ver lo que no les corresponde, no se les puede frustrar. Tienen que ser perfectos en todo o al menos aspirar a serlo, siendo más prisioneros de esta utopía que motivados por ella.

El error de la crianza moderna

Estos niños tan perfectos y felices sobre el papel, en realidad, no parecen ser tal. De hecho, algunos padres buscan estar tan encima de sus hijos para que no cometan errores y se frustren que les despojan de su derecho a equivocarse, y con su derecho a equivocarse les arrebatan la posibilidad de aprender.

Así se denota de un estudio llevado a cabo en 2011. En el mismo, a niños de preescolar se les ofrecían diversos juguetes. Más adelante el experimentador volvía entrar en la habitación en la que se encontraba el pequeño. Las condiciones del experimento las marcaban la forma en la que el investigador actuaba en la habitación. Una de las opciones pasaba por explicarle al niño el funcionamiento del juguete que había elegido. Finamente se marchaba, dejando solo al pequeño.

Niño detrás de unos barrotes

Esta investigación puso de manifiesto que los niños a los que se les enseñaba el funcionamiento de un juguete, después jugaban de forma más repetitiva y limitada con él, por lo que se aburrían más rápido.

Mientras, los chicos que no recibieron instrucciones se enfrentaron a la misión de averiguar el funcionamiento del juguete de manera autónoma. Este reto hacía que desarrollaran su creatividad, intentando jugar con el juguete de más formas y, por lo tanto, tardando más en aburrirse.

Por ello, la profesora de Psicología de la Universidad de California, Alison Gopnik, considera que la crianza infantil actual, dirigida en exceso, es un error. Los padres tienen que ayudar a los niños a desarrollarse con éxito, pero teniendo en cuenta que su intervención pasa por ayudar, por acompañar o facilitar el descubrimiento. No por enfrentarse por ellos a los retos que se les presentan y que pueden superar con la capacidad que tienen en ese momento.

Los padres de la crianza moderna

Alison Gopnik define a este tipo de padres, defensores de la crianza moderna, como carpinteros. Se debe a que su búsqueda constante es la de modelar, como si sus hijos fueran un trozo de madera que trabajar y moldear. De esta forma, este tipo de padres se preocupan mucho porque los niños adopten sus normas, sus valores y sus sueños. De hecho, son capaces de volcar sus frustraciones y deseos en los pequeños. Por ello, se caracterizan:

  • Por organizar hasta el mínimo detalle en la vida de los hijos. No queda cabo suelto y controlan totalmente la agenda del niño.
  • Cualquier sueño del niño que no coincida con el suyo propio, suele ser ninguneado y de poco valor. Siempre tienen la última palabra.
  • Los valores transmitidos a los chicos se marcan en forma de doctrinas, casi dogmas. No hay libertad de pensamiento, reflexión o crítica posible. Cualquier intento en este sentido es castigado o ignorado.
  • El padre ofrece todo tipo de juguetes educativos y actividades que considere útiles para el chico. Sin embargo, no suele pensar en el disfrute del hijo, sino en el estímulo de sus capacidades. Aun así, esta actitud está exenta de observación, no se tiene en cuenta la opinión del chico, solo la del padre.
  • Consideran que los niños tienen una deuda con los padres, por lo que creen que tienen derecho para manipular, incluso siendo los hijos ya adultos.
  • Tienden a proteger y aislar a los niños del mundo real, ya que los consideran posesiones de gran valor. No les ofrecen herramientas de desarrollo adecuadas al perfil de sus hijos y de sus propios gustos.

Hay otra forma de crianza

Por otro lado, Gopnik considera que existe otra forma de crianza mucho más positiva, la de los padres jardineros. Considera a los progenitores como adultos que riegan flores que crecen al sustento del amor y la atención.

“Vive de tal manera que, cuando tus hijos piensen en justicia, cariño e integridad, piensen en ti”

-H. Jackson Brown-

Es decir, para Alison Gopnik, los padres deben dejar que sus niños crezcan manteniendo a raya la tentación de controlarles e intervenir demasiado. Los niños han de explorar el mundo, equivocarse, tropezar, aprender a resolver conflictos, con tolerancia a la frustración y solucionando sus propios problemas.

Niño caminando solo y feliz por la crianza moderna

Para ella, las opiniones de los niños siempre han de ser tenidas en cuenta. El chico debe explorar y descubrir sus propias aficiones y habilidades. Para ello, hay que estimularlo, darle libertad de pensamiento y dejar que reflexione y tome sus propias decisiones en aquellos apartados en los que está habilitado para tomarlas; normalmente más de los que piensan los padres que defiende este tipo de crianza moderna.

No obstante, no todo es tan sencillo: por miedo a controlarles demasiado podemos terminar por alejarnos demasiado también. Simplemente hemos de estar ahí para protegerles y ayudarles, para solventar sus curiosidades y necesidades, para que no les falte de nada. Es un reto, pero es un reto precioso cuando vemos cómo crecen acompañados del orgullo de haber hecho solos lo que meses antes no podían ni soñar. Estemos ahí, sin sobre-protegerles, para acompañarles.

Y sí, se caerán una y mil veces cuando aprendan a andar, pero será mejor que se caigan entonces, cuando su cuerpo está preparado y es de goma, que más tarde. Nuestro papel en este sentido será ofrecerles nuestra mano y motivarles, para que se vuelvan a levantar.

“Solamente dos legados duraderos podemos aspirar a dejar a nuestros hijos: Uno, raíces; el otro, alas”

-Hodding Carter-


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