El dolor que nos hace vulnerables
A ninguna persona le agrada sentirse indispuesta o experimentar dolor. Por lo que, en mayor o menor grado, todos tememos enfermar. Sin embargo, existen diversas formas de enfrentar esta posibilidad. Algunos nunca acuden al médico, convencidos de que “con no prestar atención al malestar basta” o que “se pasará solo”. Mientras, otros individuos se posicionan en el lado contrario. Hablamos de quienes padecen hipocondría.
Estas personas magnifican las señales de su cuerpo hasta creer firmemente que padecen un mal que, realmente, no existe. Desarrollan así una necesidad de reaseguración constante de que se encuentran sanas. Y experimentan una importante disminución de su calidad de vida por estar excesivamente preocupadas por su enfermedad.
¿Qué es la hipocondría?
La hipocondría se caracteriza por una preocupación desmedida por sufrir una enfermedad, o la convicción de padecerla. Esta creencia surge a partir de la interpretación que la persona realiza de sus síntomas físicos. Y persiste a pesar de que las pruebas médicas descarten cualquier patología. Para realizar un diagnóstico es necesario que la situación se mantenga por más de seis meses. Y, además, que interfiera de forma significativa en la vida social o laboral del sujeto.
La hipocondría comienza con un signo físico como tos, los latidos del corazón o cualquier sensación corporal poco clara. El individuo entonces realiza una interpretación catastrófica y alarmista de sus síntomas y pasa a considerarlos señal de enfermedad . A partir de este momento se vuelve un experto en el mal que cree padecer. Investiga y aprende al respecto y este se convierte, prácticamente, en su único tema de conversación.
Mientras algunos hipocondríacos evitan acudir al médico por el temor a confirmar su autodiagnóstico, otros comienzan un auténtico peregrinaje por las consultas de distintos profesionales. Cuando, tras realizar los exámenes pertinentes, les confirman que se encuentran bien, experimentan un cierto alivio. No obstante, este no dura mucho tiempo y la preocupación reaparece.
¿Cuál es su origen?
La hipocondría se basa en una interpretación errónea y alarmista de ciertos síntomas físicos sin importancia. Pero esta tendencia está fuertemente influida por una especial sensibilidad o miedo a la enfermedad y el dolor. Así se produce una constante búsqueda de signos de alerta y se les otorga mayor importancia de la que poseen.
Se ha descubierto que, en quienes padecen esta enfermedad se encuentra un arraigado miedo a la muerte, el sufrimiento y la debilidad. Además, se observa un patrón familiar en el padecimiento de la hipocondría. Se trata de familias muy inclinadas a hablar, de forma constante, sobre síntomas y enfermedades que se sufren. Así como a asociar cualquier signo corporal con una gran angustia y ansiedad. Un patrón de interpretación compartido y aprendido por los miembros del núcleo familiar. Es, precisamente, esta angustia la que agrava los síntomas que siente la persona y los vuelve más insoportables y preocupantes.
Un dolor que nos hace vulnerables
Quienes padecen hipocondría experimentan un gran sufrimiento por su absoluta convicción de estar enfermos. Pero, además, a esta angustia han de sumar la incomprensión que reciben de su entorno. Las pruebas médicas no los tranquilizan, únicamente los hacen sentir solos ante una enfermedad que parece incurable. Adicionalmente es común que las personas de su entorno los acusen de exagerados, dramáticos o cuentistas.
Su vida puede verse profundamente afectada, apareciendo absentismo laboral o aislamiento social a causa de la preocupación por la salud. Sin embargo, es difícil iniciar un tratamiento por la reticencia del propio paciente. Al que no le resulta sencillo aceptar que se trata de algo psicológico. En primer lugar porque él experimenta síntomas físicos reales. Y en segundo lugar por la connotación negativa que se asocia a esa afirmación.
Decir que todo es psicológico no equivale a negar su dolor y sufrimiento. Simplemente indica que este está creado por un problema de interpretación, y no por una patología orgánica. Por ello el tratamiento estará encaminado a ayudar a la persona a afrontar el miedo a la enfermedad. Para lo cual se le invitará a exponerse a sus síntomas y aprender a interpretarlos de una forma más ajustada. Así podrá liberarse del desgaste emocional, económico y social que genera la enfermedad y dejará de ser vulnerable ante el dolor.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Martínez, M. P., & Belloch, A. (2004). Efectos de un tratamiento cognitivo-conductual para la hipocondría en los sesgos atencionales. International Journal of Clinical and Health Psychology, 4(2), 299-311.
- Pastorelli, R. V., Bañón-González, S. M., Trigo-Campoy, A., Martín-Carballeda, J., & González-Vallejo, J. V. (2011). Trastorno hipocondríaco. Revista psiquiatría. com, 15, 1-26.