El miedo a lo desconocido, uno de los temores más comunes

A todos, en mayor o menor medida, nos da miedo lo desconocido. Sin embargo, este miedo puede paralizarnos e impedirnos avanzar en la vida. Aquí te contamos más sobre este miedo y algunas pautas para escapar de él.
El miedo a lo desconocido, uno de los temores más comunes
María Vélez

Escrito y verificado por la psicóloga María Vélez.

Última actualización: 01 agosto, 2022

El miedo es una de las emociones más básicas y útiles que podemos experimentar. A lo largo de la historia, nos ha permitido enfrentarnos a situaciones peligrosas y a escapar de ellas, facilitándonos la supervivencia. Así, las personas aprendemos información valiosa tras afrontar una situación amenazante. Recordamos cuál fue el peligro principal y cómo lo superamos. En cambio, hay miedos que están basados, concretamente, en la falta de esa información, como ocurre con el miedo a lo desconocido.

El miedo a lo desconocido es un sentimiento universal e intrínseco, según los especialistas se trata de un miedo fundamental. La incertidumbre es parte de la vida, pues generalmente no sabemos qué va a ocurrir o cómo. En este sentido, hay personas que afrontan mejor ese sentimiento, acercándose y planteándose las posibles resoluciones. Sin embargo, otras personas tienen más dificultades para pasar por esa situación y se bloquean emocionalmente.

La emoción más antigua y fuerte de la humanidad es el miedo, y la más antigua y fuerte clase de miedo es el miedo a lo desconocido“.

-Lovecraft-

Mujer triste dudando

El miedo a lo desconocido

Entre los especialistas de psicología también se le conoce como intolerancia a la incertidumbre. Así, se define como la tendencia a experimentar miedo ante una situación u objeto del que se carece información, pues se percibe como un peligro. Es decir, sentir miedo ante una situación o un estímulo del que no sabemos qué nos va a deparar, acompañado de la percepción de que no será algo agradable.

El origen de este miedo, teniendo en cuenta algunas diferencias individuales, es evolutivo. Nuestros antepasados se exponían a multitud de peligros y, aunque aprendían de muchos de ellos, el riesgo que corrían al adentrarse en zonas desconocidas podía ser muy grande. De hecho, el cerebro parece estar preparado para tener miedo a lo desconocido.

Al parecer, la incertidumbre se codifica en el cerebro en su propio sistema neuronal. Además, cuando nos encontramos ante algo nuevo, uno de los primeros filtros por los que pasa la información es el de si ese objeto o situación es amenazante o no. Para determinar si algo es amenazante, nuestras redes neuronales acceden a una especie de almacén buscando recuerdos de experiencias pasadas. Si no encuentra ninguna información previa, se clasifica como amenazante.

Consecuencias

Algunos estudios de investigación sobre el miedo a lo desconocido han encontrado que éste aumenta la actividad de la amígdala y el hipocampo, aumentan la negatividad relacionada con cometer errores y activa el Sistema Inhibitorio de la Conducta. Es decir, la incertidumbre nos provoca miedo, negatividad y nos paraliza, haciéndonos escapar de situaciones nuevas.

Tener este miedo fue y es adaptativo en la medida que nos hace actuar con precaución ante peligros potenciales. Sin embargo, la intensidad del miedo puede comprometer otras actividades. En su momento, por ejemplo, buscar alimentos o refugio. Ahora, buscar nuevas oportunidades o conocer a gente nueva.

Esta paralización que provoca el miedo a lo desconocido y sus consecuentes impedimentos parece hacer que las personas acepten más las consecuencias negativas en lugar de tolerar el miedo y enfrentarlo. Además, según un estudio, parece que este miedo está relacionado con otros trastornos psicológicos: ansiedad, fobia social, trastorno obsesivo-compulsivo, estrés postraumático, abuso de sustancias, depresión, etc.

Hombre reflexionando con los ojos cerrados

5 pautas para superarlo

El miedo intenso hacia lo desconocido puede ser el origen y la consecuencia de otros trastornos psicológicos, impidiendo llevar a cabo una vida con normalidad en las áreas personal, laboral y social. En ese caso, sería adecuado acudir a terapia psicológica con un profesional. En este sentido, la terapia cognitivo-conductual sería la mejor opción, ya que ayuda a identificar y modificar los pensamientos que provocan malestar.

Sin embargo, si el miedo es bajo se pueden seguir una serie de pautas para ir superando el miedo y comenzar a explorar terrenos desconocidos:

  • Aceptar e identificar el miedo. El primer paso es entender que el miedo es una emoción natural y que todos la sentimos. Forma parte de la vida y, generalmente, no están basados en pensamientos racionales. A su vez, hay que pensar si el miedo es generalizado o esconde un miedo más específico. Por ejemplo, miedo a morir.
  • Analizar si existe una causa concreta. El miedo muchas veces no viene dado por una mala experiencia. Sin embargo, es útil analizar si el miedo a lo desconocido es producto del aprendizaje o de la educación recibida.
  • Cuestionar los pensamientos. Tratar de desmontar los pensamientos que nos llevan a sentir miedo es una de las herramientas más potentes. Preguntas como: “¿Qué evidencias tengo que apoyen mi miedo?”, “¿Qué evidencias hay de que algo malo pasará?”, “¿Qué es lo peor que puede suceder?” o ponerse 3 ejemplos en los que afrontara la incertidumbre satisfactoriamente, son muy útiles para desmontar el miedo y reducir la ansiedad que genera.
  • Aceptar la posibilidad de fracaso. Ante una situación en la que no sabemos qué puede suceder, el control de las expectativas es una de las variables que gana más peso en la gestión emocional. Equivocarse no es nada malo ni en la mayoría de las ocasiones tiene consecuencias que no podamos rectificar. Por otro lado, los fallos adquieren sentido de verdad cuando aprendemos de ellos y lo nuevo puede llegar a ser excitante de verdad cuando nos concedemos la oportunidad de experimentar.

El miedo a lo desconocido es una emoción natural que puede evitarnos algunos disgustos. Sin embargo, también puede impedir que alcancemos determinadas metas o que la vida nos sorprenda por sí misma. Así, una gestión emocional inteligente será lo que nos haga sacarle partido a esta emoción en favor de nuestros propios intereses.


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  • http://dx.doi.org/10.1586/ERN.12.82

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