El humor es una gran herramienta si sabemos sacarle partido
Muchas veces nos centramos en cómo reducir las emociones negativas, librando en favor de esta bandera auténticas batallas, y no siempre con las estrategias más adecuadas. Tratamos de aprender a relajarnos. Queremos conocer trucos sobre cómo controlar nuestros enfados. Cuando estamos tristes, nos gustaría dejar de sentirnos así… Sin embargo, ¿cuándo nos preocupamos de potenciar las emociones positivas? ¿Por qué no cambiamos el ir en contra de… por ir a favor de… ?
De hecho, mejorar nuestra relación con las emociones positivas va a ayudar a que las negativas no nos quieran tanto. Una manera de conseguir este efecto es potenciando el uso equilibrado del humor en nuestro día a día. Pero parece más fácil decirlo que hacerlo, ¿verdad? Te invito a continuar leyendo para conocer algunos ejercicios que nos ayuden en esta tarea… ¡A reírse!
“Todo tiene su medida, igual que toda situación tiene su proceder. La risa tiene su lugar, igual que el llanto; la sonrisa tiene su momento, igual que tiene el suyo la severidad”
-Al Yâhiz-
¿Por qué es interesante usar el humor?
Todos tenemos algunos días mejores y otros peores. Es lo normal, ¿no? De hecho, ante determinadas situaciones es necesario que aparezcan las emociones negativas. Si pasa algo que es injusto para nosotros, por ejemplo, nos vamos a enfadar; del enfado obtendremos la información y la energía para defendernos y tratar de solucionar el problema.
Si no apareciera esta ira, sería más complicado que pudiésemos dar una respuesta rápida y contundente. Lo mismo pasa con el resto de emociones: cumplen una serie de funciones, tanto las positivas como las negativas. El quid de la cuestión está en encontrar el equilibrio, de manera que las emociones negativas no sean demasiado intensas ni demasiado frecuentes ni demasiado duraderas.
Para ello, un gran recurso es el humor. De hecho, la alegría y la risa forman parte de nuestro día a día. Nos echan una mano a la hora de afrontar situaciones complejas o de conflicto, ya que nos ayudan a rebajar la tensión que se puede disparar en un primer momento, en el que la ansiedad o el enfado son mayores.
“La lucidez nos enseña que todo lo que no es trágico es irrisorio. Y el humor añade, con una sonrisa, que no es ninguna tragedia… La verdad del humor es esta: la situación es desesperada, pero no grave”
-André Comte-Sponville-
¡Humor ven a mí!
Una vez conocida la teoría, pasemos a la práctica. ¿Qué podemos hacer para cambiar nuestro estado emocional a uno más alegre? Un primer ejercicio muy simple y que hemos hecho todos sería ver una película. Pero no una cualquiera. Debe ser una alegre y entretenida, o por lo menos que contenga escenas que fomenten ver el lado divertido de los contratiempos.
Cuando estamos decaídos o tristes, ver que otra gente es capaz de encontrar esa parte humorística de la situación nos sirve de aprendizaje, al mismo tiempo que desconectamos de la tensión que tenemos encima. Por último, sería una buena idea ver la película acompañados.
De esta forma, podemos comentarla cuando termine, así como relacionarla con acontecimientos que nos hayan pasado a nosotros, pero de forma más distanciada. Facilitará que lo veamos desde otra perspectiva, minimizando la intensidad de esa emoción negativa.
¿Qué hacer para equilibrar nuestro uso del humor?
Por último, vamos a plantear dos ejercicios. El primero, nos viene bien cuando nos cuesta utilizar el humor. La idea es conseguir aumentarlo en aquellos contratiempos que nos surgen a todos, de forma que nos riamos de ello en vez de cabrearnos o agobiarnos. Para esto, podemos imaginarnos las risas de fondo de la misma manera en la que aparecen en las series cómicas de la televisión.
“El sentido del humor consiste en saber reírse de las propias desgracias”
-Alfredo Landa-
El otro ejercicio es para cuando utilizamos el humor de forma indiscriminada, resultando groseros o inoportunos. El objetivo será que sepamos seleccionar los momentos en los que emplearlo con autocontrol, empatía, inteligencia social y perspectiva. Para esto, vamos a coger papel y boli y realizaremos una lista de aquellas situaciones en las que hemos usado el humor y hemos visto que a los demás no les gustaban o se incomodaban.
Después analizaremos el patrón común a los distintos momentos en los que ha pasado esto. Así, podremos encontrar que nos pasa al conocer gente, al intentar romper el hielo, cuando la situación es tensa, etc. Una vez descubierto para qué lo usamos de manera inadecuada, podremos buscar otras estrategias de afrontamiento adaptativas para las distintas situaciones como empatizar o utilizar la escucha activa.
Poniendo en marcha estos simples ejercicios conseguiremos encontrar el equilibrio en nuestro uso del humor. De esta manera, vamos a lograr que lo empleemos de manera adecuada para gestionar las distintas situaciones y para regular nuestras emociones, encontrando así la estabilidad emocional. En definitiva, ¡adquiriremos una poderosa herramienta para potenciar nuestro bienestar!
Imágenes cortesía de Frank McKenna, Katie Treadway y Nik MacMillan.