Juzgar, Criticar, ¿Por qué?
Tu vida es lo suficientemente importante como para vivirla.
Algunas personas ocupan su tiempo y dejan al margen su vida para teorizar sobre lo que sucede en la de los demás, es posible que se deba a que la suya les genera tal malestar que prefieren distraer su mente y evitar tomar medidas sobre cómo mejorar su día a día, ocupándolo en la búsqueda de defectos en la forma de vivir de otros.
Es conocido el refrán que dice “mal de muchos consuelo de todos”, puede que esto sea lo que cause que miremos lo que otros hacen con lupa, “quizás aumentando los errores de otros, minimicemos al menos en nuestra percepción los nuestros o los de nuestros seres queridos”.
Otro refrán popular también tiene mucho que decir sobre esto, “vemos la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro” y es que la sabiduría del pueblo crea frases que dicen mucho con muy poco.
Es conveniente mirar más allá de nuestra propia vida, para poder tomar distancia de lo que nos sucede, esto nos da un punto de objetividad que nunca tenemos cuando no conocemos nada más que lo que nosotros vivimos, pero esta excusa puede llevarnos en muchos momentos a la subjetividad del que busca consuelo en el mal de otros para obviar mirar el propio y con ello evitar la solución.
Lo que está claro es que la realidad no tiene tanto que ver con lo que sucede, sino con la actitud con la que se mira.
Nadie encuentra más allá de lo que pretende cuando las gafas que utiliza ya parten de ser de un color determinado. Si utiliza gafas oscuras, todo lo que percibe será de ese color, y en caso de que algo destaque, simplemente apartará la mirada, porque al fin y al cabo no está buscando nada que refleje que su vida es más oscura, está buscando algo que parezca que no lo es tanto.
Para observar la vida de otros la clave está en usar unas gafas con los cristales lo más transparente posibles, obviamente los tendrá, todos tenemos ya nuestros propios cristales forjados con lo vivido hasta ahora, pero lejos de hacer que sean opacos con el paso del tiempo, permite que sigan transparentes.
Sigue observando para ver, para comprender y nunca para juzgar, al menos hasta haberte posicionado mínimamente en el lugar de quien piensas sentar en el “banquillo”.
Tanto para observar como para hablar cometeríamos muchos menos errores si lo hiciésemos para entender y no para responder.
Foto cortesía de Jane0606