Los estragos de la dependencia económica
Diversos estudios han demostrado que el desempleo causa efectos más graves que los que origina un trabajo en condiciones precarias. Una de las razones para que esto sea así es el hecho de que la falta de ingresos no solamente genera una profunda angustia, sino que opera como un factor que afecta los cimientos del equilibrio emocional y de la identidad. Todo esto lleva a una dependencia económica que resulta un brutal golpe contra la autoestima.
No contar con recursos propios es una situación que genera dolor emocional. Especialmente porque vivimos en un tiempo en el que la capacidad de consumo es una de las medidas del éxito, del bienestar e, incluso, de la valía personal.
“La independencia económica es la primera condición para ser feliz; en consecuencia, la primera recomendación para lograrla es el trabajo”.
-Elbert Hubbart-
Depender de la voluntad de otro para poder comprar cualquier cosa es una condición muy problemática para cualquier ser humano. Este tipo de dependencia entraña desde grandes privaciones, hasta formas modernas de esclavitud.
La dependencia económica y el trabajo
La dependencia económica está directamente ligada a la falta de un trabajo, o a la ausencia de una labor que genere los suficientes ingresos como para alcanzar la autonomía. La falta de trabajo básicamente se origina en una decisión propia.
Muchos dirán que esa afirmación es injusta, pero si se mira en detalle, no lo es. Siempre tienes la posibilidad de trabajar en algo para generar algún tipo de ingreso. Incluso si las condiciones económicas determinan un alto desempleo, todavía quedan alternativas en oficios menores que probablemente no están en los planes de nadie, pero que pueden ser la única fuente de ingresos en un momento determinado.
Todavía puedes hacer postres y venderlos, o prestar servicios independientes en cualquiera de esos oficios que no muchos quieren asumir. El punto está en que tal vez no quieras hacerlo porque va en contravía de tus planes y aspiraciones. Pero lo cierto es que se trata de una opción que está ahí y que, en un momento dado, puedes tomar.
Hay miles de personas que se han visto obligadas a trabajar en un oficio menor en alguna etapa de la vida. Y muchas de esas personas logran salir adelante y superar la precariedad de ese trabajo, a punta de constancia y decisión.
Respecto al hecho de que a veces se cuenta con trabajo, pero los ingresos no son suficientes para alcanzar la independencia, lo que se puede decir es que en esos casos hay dos factores decisivos:
- Administrar los recursos de una manera altamente disciplinada es la mejor manera de actuar cuando los ingresos son pocos.
- Tan importante es asegurar un trabajo, por modesto que sea, como permanecer atentos a nuevas oportunidades de conseguir ingresos extras, o cambiar hacia una actividad mejor remunerada.
Los orígenes y los efectos de la dependencia económica
El trabajo tiene una importancia simbólica enorme para cualquier persona. Gran parte de la identidad de cualquier individuo viene dada por el trabajo que realiza. Así mismo, la capacidad de contar con ingresos propios es quizás el factor más determinante en la autonomía personal. Por eso se puede afirmar que el problema básico que todo adulto debe resolver es el trabajo.
Sin embargo, la trampa está en que no tener trabajo y depender económicamente de otro, también genera unas ganancias colaterales. El dependiente puede llegar a sentir que es preferible aguantar sermones, que trabajar en alguna actividad poco gratificante. Si se trata, además, de “un niño de mamá”, ¿para qué va a crecer, si mientras tenga madre lo tiene todo?
También ocurre que hay personas completamente invadidas de inseguridad frente a lo que son capaces de hacer. No les falta voluntad para trabajar, sino que su sentimiento de minusvalía es tan grande que no se sienten merecedores de un empleo, mucho menos si es bueno. En el fondo, no creen poder salir de su condición de carencia. Para este tipo de personas, el desempleo y la dependencia económica son un escudo de protección contra sus miedos.
En ambos casos, las consecuencias de no tener ingresos propios son nefastas. Esta circunstancia actúa como un obstáculo que impide avanzar en casi todos los aspectos de la vida. Incrementa la inseguridad, reduce la autoestima y precariza también las relaciones con otras personas.
Aparece un profundo sentimiento de frustración, que a veces se enmascara detrás de un pretendido cinismo, o de una insatisfacción constante frente a todo y a todos. Es como cortarte las alas de tajo y quedar sometido a los caprichos de otro: renunciar a la libertad.
Está comprobado que el factor decisivo para conseguir empleo es la actitud. Y actitud significa prepararse, capacitarse y tener la decisión de marchar hacia adelante.
El trabajo genera dinero, pero no solo eso. También te introduce en la esfera de la responsabilidad, la conciencia de lo real y el desarrollo personal. Es uno de los puntales sobre los que se afianza tu crecimiento como ser humano. Forma parte del respeto y del amor propio. Adicionalmente, evita que caigas en una situación de esclavitud física o emocional frente a quien te proporciona lo necesario para vivir.
Imágenes cortesía de Albert Simón, Art J7.