"No puedo vivir sin ti": canción a los filtros de las redes sociales
Llevan años actuando de forma silenciosa, se han instalado en tu teléfono, enredado en tu cabeza y, tal y como entonan Los Ronaldos en su canción titulada “No puedo vivir sin ti”, ha llegado el momento de decirles a los filtros de las redes sociales que “no puedo más”.
Empezó siendo algo divertido, te hacías un selfie y podías ver cómo te quedaban unas orejas de perro o unos bigotes de gato. Además de poder reírte con ellos, era atractivo ver cómo decoraban la fotografía con unos corazones alrededor o una diadema de flores en la cabeza.
Poco a poco los filtros de las redes sociales se han ido convertido en un maquillaje virtual. Son capaces de esconder tus arrugas, tus pecas de nacimiento, el rastro de cansancio marcado en unas ojeras o ese granito rojo que te salió el otro día y que no te apetece que vean los demás. También son capaces de cambiar los rasgos de la cara haciendo que los ojos parezcan más grandes, la barbilla luzca más afilada o los pómulos se vean más pomposos y coloridos.
Enredados en la autoestima
Para muchas personas que utilizan las redes sociales la función de decoración y diversión de los filtros ha quedado en un segundo plano. El maquillaje virtual se ha vuelto una necesidad y hay quien siente un intenso malestar si aparece una imagen suya sin filtros o simplemente se ve reflejada en el espejo tal y cómo es en realidad.
Los retoques virtuales potencian esa ficción de vida y belleza ideal que ya de por sí generan las redes sociales. La diferencia entre la imagen que aparece reflejada en el espejo con la imagen que se ve a través de la cámara crea inseguridades, malestar y sufrimiento emocional.
En los casos más graves puede aparecer lo que se conoce como dismorfia corporal, un trastorno mental en el que la persona se preocupa y sufre por imperfecciones físicas que percibe en su cuerpo y que el resto de las personas puede considerar como mínimas o incluso no llegar a percibirlas.
Han traspasado las fronteras
No solamente han hecho mella en la autoestima de algunas personas y desencadenado trastornos psicológicos, sino que además han traspasado otra frontera, la de la cirugía estética. Una parte de las personas que pasan por medicina estética lo hacen para parecerse más a sus selfies.
Cada vez personas más jóvenes deciden dar el paso y hacerse un retoque estético pensando que así sentirán más confianza y podrán hacer todas aquellas cosas que ahora no hacen por sentirse inseguras.
Confían en que modificar su apariencia será una solución mágica a sus inseguridades y a los problemas relacionados. Sin embargo, la verdadera autoconfianza y autoestima no se mide en centímetros o kilos, tampoco en el número de arrugas o manchas de la piel.
Pensar que cambiar tu aspecto físico hará que des el paso para hacer aquello que estabas evitando no es más que otra manera más de evitación.
Cuando le cantas el “no puedo vivir sin ti”
Pensar que una misma no es suficientemente buena por no llegar a un estándar de belleza social es algo muy peligroso psicológicamente. Todas las alarmas deberían sonar si una persona siente que necesita un filtro, un maquillaje o cambio físico para poder ser feliz.
Cuando la persona empieza a entonar la canción de “no puedo vivir sin ti” a los filtros de las redes sociales es cuando hay que dar el paso de pedir ayuda psicológica.
Acudir a terapia psicológica no cambiará la imagen corporal, sino la manera en que la persona se relaciona consigo misma y su aspecto físico. Un profesional en salud mental le podrá ayudar a entender qué le está ocurriendo, por qué se siente de esa manera y a conseguir tener una relación sana consigo misma.
Inventemos una nueva letra
Además de cambios personales es necesaria hacer una revisión social de cómo se utilizan estas redes. Como usuarios de las mismas tenemos que ser conscientes de que utilizar los filtros de manera constante puede dañar no solo nuestra autoestima sino también la de las personas que nos ven.
Los influencers y personajes públicos son modelos en los que otras personas se miran. Algo tan sencillo por su parte como publicar fotos sin retocar puede ayudar a normalizar la figura idealizada que muchas personas se forman en torno a ellos.
Los gobiernos y las leyes tampoco deberían ser ajenos a este fenómeno. En la promoción de la salud mental todos tenemos una responsabilidad, un compromiso necesario.
Revisar la legislación y las prácticas publicitarias relacionadas con los filtros de belleza, así como reforzar la atención salud mental son ejemplos de cómo social y políticamente se puede mejorar el bienestar de las personas.
Todas las fuentes citadas fueron revisadas a profundidad por nuestro equipo, para asegurar su calidad, confiabilidad, vigencia y validez. La bibliografía de este artículo fue considerada confiable y de precisión académica o científica.
- Challco Huaytalla, K. P., Rodríguez Vega, S., & Jaimes Soncco, J. (2016). Riesgo de adicción a redes sociales, autoestima y autocontrol en estudiantes de secundaria.
- Revista Científica De Ciencias De La Salud
- 9
- (1), 9-15.
- https://doi.org/10.17162/rccs.v9i1.542